El presidente en
funciones de la Generalitat y candidato a la reelección, Artur Mas, ha recibido
el segundo “no” en la sesión de investidura de hoy en el Parlament de
Catalunya, con la misma votación: 62 a favor (Junts pel Sí) y 73 en contra
(Ciudadanos, PSC, Catalunya Sí que es Pot, PP y CUP).
El “no” de la CUP,
anunciado por el cabeza de lista del grupo y sin duda el más ilustrado, Antonio
Baños, ha tenido una música filosófica: “es un no tranquilo”, ha dicho. Y eso
ha irritado a Artur Mas por cuanto paralizaba el “procés” hacia una república
catalana y ha dicho que “hay prisa”. Baños, inmutable, ha dicho que Junts pel Sí
no tuvieron prisa a negociar el 28 de septiembre, el día después de las
elecciones.
¿Qué ha querido decir la
CUP con el “no tranquilo”? Que no quieren a Artur Mas como presidente de la
Generalitat. Que no hace falta que se esfuerce Mas en presentar gobiernos
descentralizados con tres vicepresidencias, con mociones de confianza cada diez
meses. Lo que no quiere la CUP es a Artur Mas por haber gobernado con recortes
y no resolver los temas de corrupción.
Las caras de los
diputados de Junts pel Sí eran de una decepción grande, especialmente los
de Convergència y (ex) Unió, casi todos cargos en el Govern y en ayuntamientos.
Frente al “no tranquilo” de la CUP, Artur Mas lanzó un discurso amargo, a ratos
patético e irritado, en el que arengó contra todos los males del Estado, sus
incumplimientos, su “desprecio”, y hasta calificó de poco catalanes a los
grupos que se oponen al independentismo, especialmente al PP y Ciutadans. Mas
habló desde las heridas recibidas por el Estado, los partidos con los que ha
gobernado (PSC y PP) y de Ciudadanos y finalmente la CUP. Hoy un diario de
Barcelona citaba a convergentes que dijeron que a la CUP “los vamos a
perseguir”.
Está claro que Mas no va
solo. Va con un fardo formado por altos cargos de la Generalitat, funcionarios
que han creído en él, empresarios que contaban con su apoyo, subvencionadores y
subvencionados –que son muchos tras tantos años de gobierno con el presupuesto
de 35.000 millones de la Generalitat-- además de mucha gente que ha creído de
buena fe que Mas alcanzaría su propósito de guiar la secesión, el desenganche
de España.
Carme Forcadell inicia
nuevas conversaciones con los grupos parlamentarios para proponer el mismo u
otro candidato de Junts pel Sí para la presidencia de la Genralitat. Forcadell,
que tiene un indisimulado “enamoramiento político” (entiéndanme bien) con Mas,
probablemente lo vuelva a proponer.
Ahí está otro error de Artur Mas y Junts
pel Sí: se repartieron el poder, porque habían ganado las elecciones, pero al
no tener mayoría absoluta no pueden formar gobierno con Artur Mas. La
presidencia del Parlament ha ido a Forcadell propuesta por ERC, como la Mesa
del Parlament, mientras que la presidencia del Govern se la han dado a
Convergència, a Artur Mas. Y ahora resulta que la CUP no quiere a Mas. El “no”
a Mas era una gran promesa electoral de la CUP, y la van a cumplir. ¿No lo
sabía Artur Mas? ¡Claro que lo sabía!, pero pensaba ganar las elecciones por
mayoría absoluta: otro error.
Han sido muchos los
errores de Artur Mas y la coalición Junts pel Sí, como aprobar antes de la
investidura del President de la Generalitat una moción rupturista con España,
sabiendo las consecuencias que tendría, pero queriendo agradar a la CUP, el
grupo antisistema con el que cuentan para llevar a cabo la independencia. Pero la CUP (Baños) ha dicho: “el mandato
democrático recibido por todos los 72 diputados independentistas (Junts pel Sí
y CUP) es la independencia, no un nombramiento de una persona”. Hasta el Financial Times ha calificado de “locura”
y “chapucería” lo que hacen los independentistas.
El “procés” está
encallado. Han sido demasiados errores. Esto no sería ningún problema si estos
errores no afectaran, como ha dicho Inés Arrimadas, al conjunto de los
catalanes. Miquel Iceta (PSC), como siempre muy fino, hoy se ha puesto a gritar
en el hemiciclo: “Es absolutamente indigno” que Mas critique a los grupos
parlamentarios de ser poco catalanistas, y le pidió que esperara al 20-D, a las
elecciones generales españolas, y que negocie, antes de “poner a subasta la
presidencia de la Generalitat”.
Tanto Arrimadas como Iceta han pedido a Artur
Mas que abandone la “locura” independentista, pues está a tiempo todavía. La
Intervención de la dirigente de ERC, Marta Rovira, ha sido un mitin en el
pleno para defender a Mas con ramalazos apocalípticos. Por su parte, Rabell, de
Catalunya Sí que es Pot, pidió la celebración de un referéndum legal, que tiene
hoy más adeptos.
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