Ha vuelto otra vez Excálibur , que se había perdido en un lago medieval británico del reino de Camelot gobernado por el Rey Arturo. Esta vez ha venido envuelto de misterio, angustia, zozobra y protesta ante la aparición y muerte de Excálibur , el perro presuntamente portador del virus ébola . Nunca un perro ha tenido los honores de las portadas de todos los medios, ni nunca ha tenido tantos y agitados defensores de su vida. Y el perro, inocente él, nunca supo por qué. Fueron 350.000 personas que en pocas horas firmaron la amnistía de Excálibur, frente al auto del juez de Madrid que lo condenó a muerte , permitiendo la entrada de la policía en el domicilio de la afectada por el virus ébola. Desde el balcón ladraba gemidos de soledad Excálibur. ...
Reflexiones sobre la actualidad (Artículos del autor publicados en la prensa)