
Ni siquiera se han
convocado las elecciones y la religiosa se ha quedado sin poder concurrir a ellas
a través de su formación Procés Constituent que fundó junto con el economista,
ya un poco mayor, Arcadi Oliveres.
La asamblea de Procés Constituent lo decidió
el sábado por una mayoría aplastante (220 votos contra 126) no concurrir a las
elecciones al lado de Podemos e ICV. No solo esto; ni siquiera votó a favor de
que se presentara esta formación en solitario, como deseaba Teresa Forcades, ni
con la CUP. Arcadi Oliveres impuso sentido común diciendo que no se podía
correr el riesgo de caer en un gran ridículo, compitiendo frente a “Catalunya, Sí que es Pot”, de Podemos e ICV, y “Junts pel Sí” formación ésta compuesta por
Artur Mas (CDC) y Oriol Junqueras (ERC).
El panorama político se
está clarificando. Los independentistas, es decir los partidos Convergència y
Esquerra se han unido en una única formación, y tal vez caminando hacia la
unificación de los dos partidos en una única fuerza independentista de
izquierdas.
La exclaustración le ha
servido de muy poco a Teresa Forcades, por el momento. Desde luego, los medios
han dejado de interesarse por aquella monja con hábito religioso que iba a los
mítines. Desde que dejó suelto su pelo gris y su hábito se convirtió en una
blusa salpicada de rosas de color de rosa, Teresa Forcades ha perdido su
encanto para los medios. Teresa Forcades se creía una líder que arrastraba.
Inteligencia no le falta nada, pero hacer política no es cosa de inteligentes solo,
sino de habilidad, perspicacia, de regate corto y largo, de estrategia, de
táctica, de captar el interés del público, tener cintura para saber ondular
discursos y pactos complicados, y conocer las fuerzas que mandan en la sombra.
Se equivocó Forcades
cuando, ya ex claustrada temporalmente, cogió el avión para embarcarse en la “Flotilla de la
Libertad” y protestar contra Israel por el trato dado a los palestinos en Gaza.
Olvidó Forcades que la opinión catalana es más pro israelí de lo que parece, y
se le hizo silencio. Al final, tuvo que volver a tierra firme por
indisposición. Fue el primer aviso de que en política no todo es coser y
cantar. La Flotilla no tuvo eco mediático apenas y Forcades se embarcó en ella porque
dada su popularidad adquirida en Catalunya, creía, daría realce publicitario
a la Flotilla internacional.
El segundo y más grave
revés es cuando quiso liderar la candidatura de izquierda radical “Catalunya Sí
que es Pot”, enfrascándose en discusiones con los comunistas del histórico
PSUC, que son los de Iniciativa y de Podemos. Estos, poco o nada amantes de
monjas o ex monjas, decidieron romper con Procés Constituent. Segundo gran
fiasco. Porque las cosas desde el convento son de una manera, pero cuando se
toca la política real en que la gente hoy te eleva en un pedestal y mañana te
tira piedras para hacerte caer del mismo, las cosas son distintas.
Hay un refrán castellano,
tan viejo como el Imperio Romano que dice: “zapatero a tus zapatos”. Es
complicado ser monja, partidaria del chavismo venezolano, de la revolución marxista
de Podemos, del independentismo radical catalán y comulgar con el materialismo
ateo de una izquierda más tradicional que nueva.
Además, en el mundo eclesiástico
ve con poca simpatía que una monja se dedicara a la política porque los
clérigos deben ser signo de unión entre el pueblo y no de división. ¿Volverá al
convento Teresa Forcades? La decisión se tomará tras el periodo electoral.
La nueva abadesa del
monasterio de San Benet de Montserrat, Mar Albajar, donde pertenece Teresa
Forcades, ha declarado en todas partes estos días que si en algo se distingue
la comunidad de monjas benedictinas de Sant Benet es que es “una comunidad
plural”, donde no importa lo que piensa cada monja, sino su sentido y unidad
comunitarios, orientados hacia el espíritu y la contemplación.
Es cierto que la
candidatura “Catalunya Sí que es Pot” apreció un acercamiento de Procés
Constituent hasta el punto que pensó en Arcadi Oliveres para encabezar la
candidatura a la presidencia de la Generalitat.
Este dijo que no, que no era persona con ribetes institucionales, y
además pensó que sería manejado por los hombres y mujeres de Podemos e ICV.
Al final, la candidatura
será encabezada por el líder vecinal Lluís Rabell, que no es ningún jovencito y tengo dudas de que arrastre a la juventud.Lluís Rabell, de quien nadie duda de su
izquierdismo y de su antifascismo, ha tenido que esconder su primer apellido,
pues en realidad se llama Lluís Franco Rabell. ¡Ah el apellido “Franco”! No
encaja con liderar una izquierda radical.
Comentarios
Publicar un comentario