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Mostrando entradas de marzo 23, 2014

Adolfo Suárez: que descanse en la paz de Ávila

La despedida de Adolfo Suárez, el primer presidente de un gobierno democrático en España y autor de la Transición  política del franquismo a la democracia, ha sido multitudinaria, espectacular, con el reconocimiento desde toda España, a excepción de los radicales de Bildu y algún otro grupo guiado más por el rencor que por la comprensión histórica de los hechos. Desde estas páginas quiero manifestar también mi reconocimiento de lo que representó Suárez : la ruptura con el Régimen “desde” el Régimen de Franco. Muchos  que tenían otra opinión pública de Suárez . Otros ni siquiera han dejado oír su voz no sé si avergonzados o por no tener nada que decir, como fueron Óscar Alzaga y Miguel Herrero Rodríguez de Miñón. Me han preguntado mis alumnos si conocí a Suárez y que les contara algo de su persona. De tanto que se ha escrito me he limitado a informar del Adolfo Suárez que conocí. Me preguntaban si al ser del Movimiento, de Falange, era un hombre de talante dictatorial, duro. Mi

Centenario de Álvaro del Portillo: un santo que vivió pegado a Dios

Álvaro del Portillo, obispo y Prelado del Opus Dei, sucesor de San Josemaría Escrivá, nació hace 100 años en Madrid, donde será beatificado el próximo 27 de septiembre. Su vida se ha distinguido por su entrega total y sin reservas a la voluntad de Dios, al servicio de la Iglesia y al servicio del Fundador del Opus Dei.   Era un hombre siempre sonriente y muy silencioso . Transmitía mucha paz. Era muy tímido, a pesar de sus dotes intelectuales. Era ingeniero de Caminos, doctor en Filosofía y Letras y tenía también el doctorado en Derecho Canónico. Durante el Concilio fue nombrado presidente de la Comisión del Laicado y secretario de la Comisión sobre la Disciplina del Clero. Fue consultor de varias congregaciones romanas. Era una persona de muy escasa proyección pública, pero siendo el que escribe este artículo corresponsal en Roma, se sorprendió al buscar reacciones a su nombramiento como sucesor de San Josemaría: una persona muy afable, “muy bueno, pero no de una bondad natura