
El Carnaval se celebra desde hace milenios en la humanidad. Algunos lo sitúan incluso en el antiguo Egipto, hace 5.000 años. Otros lo sitúan en el Imperio Romano, procedente de las fiestas de Saturno (fiestas de invierno en Roma) y de Baco, el dios del vino, que de ahí viene la palabra “bacanal”, que era una fiesta sin límites.
En los pueblos cristianos, especialmente en la Edad Media en que durante la Cuaresma se vivían ayunos muy rigurosos y penitencias extraordinarias, el Carnaval eran fiestas que se celebraban los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza, día en que comienza la Cuaresma. Consistían en comer, beber y bailar mucho. Después se introdujeron las máscaras que se hicieron famosas en el Carnaval de Venecia en el siglo XI. Las máscaras servían para ocultar el rostro y eran los únicos días en que se confundían por las calles nobles, plebeyos y esclavos, todos en la calle bailando y comiendo sin parar. Eran los Carnestolendas.
La palabra Carnaval
viene del latín “carne-levare”, es decir eliminar la carne en las casas
y los comercios, pues se acercaba la Cuaresma y durante la Edad Media los pueblos
cristianos de Europa y Eurasia pasaban los 40 días que dura la Cuaresma, hasta la
fiesta de la resurrección de Cristo, sin comer carne. Al tener que eliminar la
carne se hacían grandes comilonas con mucha bebida, acompañadas siempre de
disfraces y bailes por las calles, pues el Carnaval se vivía y se vive en la
calle.
Era como recuperar las fiestas paganas de los saturnales (fiestas de
invierno) y las bacanales, puestas en un calendario cristiano. Lo festejos
duraban los tres días anteriores al inicio de la Cuaresma. Al Carnaval se le
llama también Carnestolendas. En los países latinos de Europa el Carnaval empieza
ya la semana anterior, con la celebración del “martedí grasso” (en Francia le mardi-gras)
y del “giovedí grasso” en que se
comen embutidos de cerdo. También en numerosos carnavales de América Latina
está el Rey Momo, un personaje central,
del mismo modo que está el Rey Carnestoltas, de análoga etimología latina que
Carnaval, que en algunos pueblos del Mediterráneo es el Rey de las fiestas de
Carnaval, y se simboliza en un muñeco feo, medio diabólico, que recibe la burla
o admiración de las comparsas.
Los carnavales son muy populares en la Europa de
tradición cristiana, en América Latina y también en África, donde ya existía
una larga tradición en el uso de máscaras, disfraces muy vistosos y bailes. Son
famosos los carnavales de Nigeria, Tanzania y Congo, entre otros. En Asia los
carnavales se desconocen al faltar la tradición de la Cuaresma cristiana, pero
en todos los pueblos de este continente se celebran grandes fiestas con
máscaras, disfraces, bailes típicos coincidiendo con la mitad del invierno
(verano meridional) o el verano (invierno meridional).
Fueron los conquistadores españoles y portugueses los
que exportaron las fiestas de Carnaval a la América Latina, donde ha acabado
siendo un lugar donde los carnavales son más famosos. El más famoso es el de
Rio de Janeiro (Brasil) que donde mezclan dos tradiciones: la tradición de los
conquistadores portugueses con la de los negros llegados de África, lo cuales
fueron los que importaron la Samba, el baile típico en Brasil, Uruguay y
Paraguay. No hay Carnaval sin Samba, es más, el mayor teatro del mundo al aire
libre es el Sambódromo de Río donde las rúas formadas por las escuelas de samba
brasileñas desfilan en carrozas adornadas con personas disfrazadas y en
especial mujeres con poca ropa para bailar la samba. Hay sambódromos también en
otros países, como Paraguay, donde se ha construido el tercer sambódromo más
grande de América Latina.
Existen muchos reclamos turísticos para que visiten el país y sus fiestas que duran los días laborables 16 y 17 este año 2015. Hay todo un comercio alrededor del Carnaval, con disfraces paras niños, jóvenes y mayores. No faltan las mujeres que bailan con muy poca ropa, ni tampoco las alusiones a la actualidad del país. Hay mujeres jóvenes que visten pesadísimos vestidos que son una obra de arte, como en el caso del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, en las Islas Canarias. De entre ellas se elige a la “Reina” del Carnaval. En Colombia es famoso el Carnaval de Barranquilla, y en Méjico el Carnaval es un reclamo para el turismo de los Estados Unidos. También en Ecuador y Bolivia, Costa Rica y Guatemala, Cuba y El Salvador, el carnaval es una fiesta popular y coincide con los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza. El Carnaval termina en muchos sitios con el “entierro” de la Sardina, el pescado típico de la Cuaresma en la Edad Media.
Mucho se ha discutido de si el
Carnaval es una fiesta en realidad pagana. La tradición así lo constata, y
además en carnavales españoles las comparsas
carnavalescas utilizan vestidos y símbolos que ridiculizan la religión
cristiana, como vestidos de obispos y papas. La pregunta que muchos se hacen. ¿Es el Carnaval una fiesta cristiana? Sencillamente
no, aunque se han aprovechado las fiestas para hacerlas coincidir con el
calendario cristiano de Cuaresma y Semana Santa. El Carnaval es una fiesta de
origen pagano que se recuperó en la Edad Media y que la Iglesia de Roma toleró,
como ha ocurrido en todas las civilizaciones en que había unos días al año
dedicados a celebraciones desenfrenadas.
Otros se preguntan que, al ser una
fiesta pagana, ¿es bueno o malo para un cristiano participar en el Carnaval?
En principio, participar en un Carnaval no tiene nada de malo, aunque todo
depende del tono y contenidos de la fiesta. Para todo cristiano no es bueno
comer demasiado, emborracharse o tomar drogas, porque atacan la salud del
cuerpo y por lo tanto van contra el quinto mandamiento que obliga a cuidar del
propio cuerpo sin exponerlo a lesiones como las que ocasionan lo excesos del
alcohol, las drogas o las comilonas. Eso no quiere decir que dejen de participar
en las fiestas, sino que en ellas el cristiano debe demostrar su sobriedad y su
templanza. Divertirse es agradable siempre a Dios, pero no es limpia y sana la
diversión que daña al propio cuerpo con excesos.
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