¿Quiénes son los rohingyas? La ONU los ha definido como “la minoría más
perseguida del mundo”. Son un grupo étnico de religión musulmana que
habitan en Myanmar (antes Birmania) en el estado de Arakan (hoy Rajine), al
sudoeste, limitando con Bangladés. Sufren una persecución durísima por parte de
las autoridades militares de Myanmar y carecen de nacionalidad.
Son un pueblo formado por comerciantes árabes que habita en este estado
desde hace ocho siglos, según numerosos historiadores, pero según las
autoridades de Myanmar se establecieron en los siglos XIX y XX procedentes de
Bengala, cuando Birmania estaba bajo el Imperio Británico.
Los rohingyas fueron
considerados “ilegales” por el gobierno de Myanmar cuando adquirió la
independencia del Imperio Británico, en 1948, pues los consideraba bengalíes.
La independencia la dirigió el padre de la Premio Nobel Suu Kyi. El problema se
agudizó con la dictadura militar de corte socialista (1962) y comenzó una dura
persecución por motivos, esencialmente, religiosos.
En efecto en Myanmar (Birmania)
el 90 por ciento de la población es budista, y se puede decir que el Budismo es
la religión del Estado. Los budistas de
Birmania pertenecen a la rama de los Theravada, que se remonta al siglo III
a. de Cristo, desde la época de Buda. También es mayoritario en Camboya, Laos,
Sri Lanka y Tailandia. Estos budistas, en varios casos, no se muestran
pacíficos, sino que persiguen a los rohingya y rechazan de plano a esta etnia
por considerarla de Bangladés, país que tampoco los quiere.
Los budistas también ayudan a
dificultar la vida cristianos, en los territorios del oeste por ser
considerados practicantes de una “religión
extranjera”, ajena a la identidad del pueblo de Myanmar (Birmania). La
dictadura militar quiso imponer el budismo y cerró todas las escuelas católicas
y centros sanitarios, que tenían mucho prestigio. Además fueron expulsados
(1966) todos los misioneros jóvenes que llegaron después de la independencia de
1948.
La gran mayoría de
rohingyas son considerados “extranjeros” en su tierra, y en consecuencia
–salvo algunos que pudieron demostrar documentalmente que llevaban dos
generaciones en la tierra—no tenían derechos ciudadanos, como ir a la escuela,
acceso al mercado de trabajo, ni podían mezclarse con otras etnias, el gobierno
limitó sus hijos a dos, y fueron
declarados “apátridas” en 1982.
En el Estado de
Arakan (Rajine) quedan cerca de un millón de rohingyas, que siguen emigrando de
modo errático, porque Bangladés no los quiere y a muchos los han enviado a
una isla que las ONG humanitarias califican de inhabitable. En Bangladés viven
500.000 rohingyas, en Pakistán 350.000, en Arabia Saudí 200.000, en Tailandia
5.000, en la India 14.000 y en Malasia 150.000. Son fruto de las emigraciones
por la persecución en su territorio de Myanmar.
Los militares hicieron
estragos vulnerando los derechos humanos: dispararon a matar en poblados, quemaron
sus casas y sus tierras, violaron a las mujeres, torturaron, etc. Nadie quiere
reconocer a los rohingyas como pueblo y hoy se encuentran en campamentos en
tierra de nadie entre la frontera de Myanmar y Bangladés, hacinados en campos
de refugiados, con la pequeña esperanza de que la ONU resuelva su situación.
Mientras tanto, los rohingyas
han creado su Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ESRA), que las autoridades
birmanas consideran una organización terrorista. Los rohingyas dicen que
solo pretenden defenderse de los ataques del gobierno central. El ejército de
Myanmar ha desarrollado campañas de duras represiones y, según datos
constatados por la ONU, desde finales de los años setenta, casi un millón de
musulmanes rohingyas han huido de Myanmar y desde el 2012 los huidos han sido
140.000.
Ante los requerimientos de la ONU, el gobierno de Myanmar lo
ha negado todo: las represiones, los asesinatos, las violaciones, y ha
rechazado la acusación de “limpieza étnica”.
¿Qué hace la
Premio Nobel de la Paz, Suu Kyi?
Ante esta situación muchos se preguntan: ¿qué hace la Premio
Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi? Ella
dice que “hago lo que puedo”. Suu Kyi, de 72 años, ha luchado toda su vida
por la paz y la democracia en su pueblo, contra la dictadura de los militares
que han estado 50 años en el poder. El partido liderado por Suu Kyi, la Liga
Nacional por la Democracia, ganó las
elecciones de 2015 (con el 86 por 100 de los escaños), pero tiene que
compartir el poder con los militares que hicieron una constitución (en 2008) a
su medida.
Suu Kyi es hoy Consejera de Estado y Ministro de Asuntos
Exterior de Myanmar. Su lucha por la paz y la democracia le llevó al arresto
domiciliario durante 15 años, en la dictadura militar. En este periodo recibió los máximos galardones mundiales de
la paz, como los premios Sakharov, Nobel, Medalla de Oro del Congreso de los
Estados Unidos, así como el Premio Benazhir Butto otorgado por Pakistán.
Con tantos premios a la paz ¿cómo permite la persecución de
los rohingyas? Suu Kyi ha guardado un
silencio que la acusa de complicidad con la persecución e incluso se le ha
pedido que renuncie al Premio Nobel de la Paz por parte de otros Premios Nobel.
Ella declaró a la BBC que “no soy Madre Teresa de Calcuta” y no reconoce al
pueblo rahingya. Incluso el Dalay Lama intercedió a favor de los rohingyas.
Ante el informe de la ONU de febrero pasado que acusaba a su
gobierno “muy probablemente de limpieza étnica”, Suu Kyi dijo a la BBC: “No
creo que haya una limpieza étnica. Es una expresión muy fuerte para describir
lo que está sucediendo en Rajine”.
Por otro lado, desde que está ella al gobierno se nota más
libertad religiosa, dicen sacerdotes cristianos.
Comentarios
Publicar un comentario