Las autoridades de Pekín finalmente han cancelado la
velada de oraciones budistas en el centro budista más grande del mundo, la
Academia o Monasterio de Larung Gar, en la provincia de Sichuán. La velada
estaba prevista para el 7 de noviembre. Esta velada se venía celebrando desde
hacía 21 años y ya había creado una tradición, según informa AsiaNews.
La Academia Budista de Larung Gar fue fundada en los
años 80 por monjes y monjas del Tíbet . En los últimos años ha tenido un crecimiento
espectacular, pasando de 10.000 monjes y monjas el año 2000 a los 40.000 de
ahora. Entre estos están también los estudiantes de las doctrinas y textos
sagrados budistas.
Larung Gar está formada por miles de casitas de
color rojo muy vistoso que se extienden por el valle del mismo nombre. La vista
es impresionante. La Academia, según el gobierno de Pekín, está siendo un foco
de separatistas tibetanos, guiados por el Dalai Lama en el exilio.
Hace un año que Pekín decidió reducir este gran
espacio budista, con el pretexto de llevar a cabo una urbanización y
reordenación del valle y colocó al frente un equipo de comunistas de probada
fidelidad. Este equipo ha decidido demoler la ciudad budista, o sea la Academia
Larung Gar, con la excusa de crear nuevas calles y viales. La razón de esta
demolición es también “proteger” a los monjes de terremotos e incendios, porque
las casitas son de madera.
¿Cómo lo han hecho? Las casitas se van reduciendo, a
pesar de la oposición de los monjes, las monjas y los estudiantes, y al mismo
tiempo reducen también el número de
monjes y monjas, de estricta observancia budista. A los tibetanos se les han
ofrecido dinero y mejores condiciones en otro lugar de China.
El gobierno Chino en su política de reducir el
número de budistas tibetanos (partidarios de la independencia de su territorio
del Tíbet) ha dispersado a más de 4.500 monjes de Larung Gar. En China hay unos
200.000 monjes, entre hombres y mujeres. Por otro lado, en conjunto han sido
suprimidos centenares monasterios budistas, ya sea porque las autoridades lo
han cerrado, o porque los monjes no quieren ir a clases de “reeducación”, o sea
empaparse de la doctrina comunista del régimen de Pekín.
Las protestas de los monjes, así como de los
estudiantes budistas, han tenido eco en los organismos internacionales, como el
Parlamento Europeo y las Naciones Unidas. Las autoridades de Pekín –no hay que
olvidar que China es un miembro permanente del Consejo de Seguridad y tiene
derecho a veto—favorecen la dispersión de los budistas con la excusa de proteger también su salud, pues hay monasterios,
dicen, insalubres y perjudiciales para la salud de quienes los habitan, además
de proteger a los budistas contra terremotos e incendios, según el diario
oficial China Daily.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump,
anunció que en su visita a China pedirá la liberación de presos a causa de sus
creencias religiosas y al mismo tiempo pedirá libertad religiosa en China. No
lo ha hecho, a pesar de que en esta extensa República el credo oficial es el
ateísmo, y por lo tanto son mal toleradas las religiones, a no ser que sus
dirigentes sean nombrados por el Partido Comunista. Los monasterios budistas
que siguen es que los comunistas han tomado la administración de los mismos. En
China, entre unos y otros católicos, hay 5 millones de creyentes, repartidos
entre 5.000 iglesias y locales.
Así es el caso de la Iglesia Católica que tiene dos
corrientes: la llamada Patriótica, que siguen la línea oficial de Pekín, en que
los obispos son nombrados por el Partido Comunista, y la Iglesia fiel a Roma,
perseguida oficialmente aunque con alguna tolerancia.
Tampoco son tolerados los uighures musulmanes, ni
otras religiones ligadas a numerosas etnias. El gobierno de Pekín trabaja para
suprimirlas, aunque no de golpe, sino lentamente. En China hay unas 30.000
mezquitas y unos 40.000 imanes y líderes religiosos musulmanes.
También está el Taoísmo, originario de China, que
más que una religión es una ecología. Tiene 1.500 templos y 25.000 monjes y
monjas taoístas.
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