Hoy muchos países o
regímenes políticos se autodenominan “democráticos” e incluso “populares”.
¿Pero son realmente democráticos y populares? Democracia, palabra que procede
de la antigua Grecia, significa gobierno del pueblo. Hay unos pocos estados que
no se consideran democráticos como el caso de Arabia Saudí y los países del
Golfo Pérsico, ricos en petróleo e islámicos.
El adjetivo de “popular”
se utilizó buena parte de los estados comunistas tras la segunda Guerra
Mundial, sobre todo europeos, para contrarrestar al “imperialismo”. Pero no
todas las repúblicas populares son comunistas, como el caso de Bangla Desh. Hoy
todavía quedan repúblicas “populares” en
pleno siglo XXI, como son la República Popular China, la República Popular
Democrática de Corea (del Norte), por ejemplo. Son países herederos de una colonización ideológica de la antigua Unión
Soviética que o son dictatoriales o al menos muy autoritarios (Laos,
Argelia, Mongolia, Camboya, etc.). Hicieron
“su” revolución. Decía Aristóteles que "en las democracias, las
revoluciones son casi siempre obra de los demagogos".
La palabra democracia ha sido tergiversada en
favor de intereses poco o nada democráticos. Es el caso de los países comunistas donde gobierna o ha gobernado un
partido único el cual impartían la patente de “democracia” a todo lo que se
hacían ellos. Por ejemplo la sanidad o la educación o los aeropuertos eran gestionados
“democráticamente” si estaban controlados por los comunistas, y si lo
gestionaban otros no eran “democráticos”. Son
los totalitarismos de izquierdas: todo, incluso la conciencia de las
personas, tenía que pasar por el filtro del partido que está y estaba
incrustado dentro del aparato del Estado al que controla.
Entonces, ¿Quiénes son los estados o sistemas de
gobierno realmente democráticos? Son
democráticos todos los sistemas que
respetan las libertades, los derechos fundamentales y la dignidad de las
personas que viven en un Estado de
Derecho.
¿Qué es el Estado de
Derecho? Es cuando en un Estado impera el derecho, las leyes, ejecutadas y
elaboradas por tres poderes, como estableció Montesquieu: el equilibrio de los
poderes. Estos tres poderes son: el poder legislativo (las cámaras que elaboran
las leyes y son elegidas por el pueblo), el poder ejecutivo (el Gobierno que
emana del legislativo) y el poder judicial, independiente de los dos
anteriores.
No es muy difícil detectar si un estado es o no
democrático. Más allá de teorías
jurídicas y de las leyes, la democracia en un país se mide con los hechos, o
mejor dicho con los valores que practica. Puede tener una constitución muy
democrática, pero si no se aplica de nada sirve.
Por eso hemos de
comprobar si un país contempla en su legislación –y aplica-- las libertades y
derechos fundamentales de las personas y de las sociedades intermedias:
libertad de pensamiento, de expresión, de religión, de conciencia, de
manifestación, de enseñanza (una pluralidad de modelos educativos para que los
padres puedan elegir), de asociación, derecho a no ser detenido sin causa,
derecho de los ciudadanos a elegir a sus representantes en el Estado a
cualquier nivel, etc. Los países
democráticos promueven la paz y el bienestar de los pueblos y deben luchar
realmente contra la corrupción que es la lacra más grave en estos países.
En los estados
democráticos los ciudadanos, todos, son iguales ante la ley, sin distinción de
raza, religión, lengua, origen social, etc. El Estado debe respetar también a
las minorías y ejercer la solidaridad entre todos los pueblos y procurar una
justicia social que se ocupe de la dignidad de los más débiles (pobres,
enfermos, huérfanos, disminuidos…) porque ellos son personas iguales a los
demás ciudadanos.
Hay muchas maneras de ejercer
la democracia, y se puede acentuar más un valor que otro, como así ocurre, pero
los valores básicos, como son el respeto a los derechos y a la dignidad de las
personas, deben ser defendidos por el Estado.
Un
estado democrático no es un estado perfecto, porque está dirigido por hombres
que pueden equivocarse --y de hecho se equivocan-- pues como dijo Winston
Churchill "la democracia es el
menos malo de los sistemas políticos". Desde el Estado y desde las organizaciones
políticas, no se fomenta el odio, ni el racismo, sino la concordia y la
tolerancia. Los que fomentan el odio y el racismo son castigados por la
justicia.
Por otro lado, los estados democráticos alardean poco de
democracia porque la tienen en sus instituciones. Sin embargo,
organizaciones políticas que hablan demasiado de democracia significa que tienen
carencias democráticas, y su falta de democracia la quieren llenar con las
palabras y no con los hechos.
Por ejemplo, la gran
mayoría de países europeos y americanos no alardean de su democracia, porque esta
se considera consolidada. ¿Se puede decir lo mismo de los Estados Unidos en la
era Trump de la posverdad y de los muros entre los pueblos? Trump no ha hecho
más que empezar y tiene problemas para ejercer el poder. Un Estado no es una
empresa. Un Estado democrático no se puede dirigir en un plis-plas.
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