¿Ganará las elecciones
presidenciales de Francia la ultra nacionalista Marine Le Pen? ¿Qué
posibilidades tiene? Media Francia está asustada ante esta posibilidad. Sería
un cambio no solo en Francia, sino en toda Europa si la líder del Frente
Nacional francés alcanza la presidencia y aplica su programa, demagógico,
populista y nacionalista a ultranza.
De ser así, Francia acabaría
con la V República, saldría del Euro, de la Unión Europea (UE) y de la
estructura militar de la NATO, el tratado militar de los países atlánticos y
mediterráneos que en su día se enfrentaron al comunismo en la Guerra Fría. El
Gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, ha declarado que
la salida de Francia del euro supondría un coste adicional de 30.000 millones
al año. Su Francia sale del euro, se derrumba la moneda europea.
El programa del Frente
Nacional también quiere eliminar el FMI, el Banco Mundial y la OMC, por
considerarlo una "máquina infernal al servicio de la ideología
ultraliberal". En 2011 se publicó que Valéry Le Douguet, destacado masón
francés, redactó el programa del Frente Nacional en materia de Justicia para
las elecciones de 2012.
Marine Le Pen ha escrito
144 “compromisos” con los electores, que a ojos vista no se pueden cumplir:
suponen un fuerte incremento del gasto, sin el correspondiente incremento de
los ingresos. Francia, no olvidemos, es un país muy endeudado (la deuda pública
es de 2.160,4 mil millones de euros, o sea el 97,6% de su PIB. Tiene una cobertura social muy alta que hoy se pone en cuestión
para equilibrar el presupuesto anual. El paro alcanza el 10 por 100 de la
población.
Como todo líder
nacionalista de extrema derecha, Marine Le Pen propone incrementar las fuerzas
del orden –en 15.000 hombres--, incrementar 40.000 plazas de cárcel en 5 años,
reducir la inmigración a 10.000 personas anuales (hoy superan las 227.000 los
permisos de residencia concedidos en 2016) y poner más trabas para obtener la
nacionalidad francesa, con claros tintes xenófobos.
Además, Marine Le Pen
pretende asegurar “una capacidad de defensa autónoma”, mantener la industria
militar, aumentar del 2 al 3 por 100 del PIB el gasto militar, mejorar el
armamento, y reforzar los lazos entre Francia y los países francófonos.
En el terreno social, no faltan
concesiones “populistas”, como aumentar las pensiones para la vejez, bajar un 5 por 100 las tarifas de gas y
electricidad, mantener el poder
adquisitivo de los salarios, la semana de 35 horas y bajar el impuesto sobre la
renta.
En el ámbito de la
identidad nacional, Le Pen quiere mantener el control de las fronteras, no
reconocer a las minorías y comunidades religiosas, favoreciendo la laicidad del Estado e incrementar la ayuda
a los deportistas amateurs que representan a la nación.
En el terreno económico,
el Frente Nacional propone una mayor intervención del Estado, luchar contra las
importaciones de productos que ya existen en Francia, un mayor control estatal
sobre los servicios básicos, como la sanidad, la enseñanza, los transportes,
etc., con un fuerte impulso a todo lo que sea afrancesar.
La líder
ultranacionalista hoy obtiene el favor del 25,3 por 100 de los franceses,
siendo la candidata más favorecida, especialmente después de la caída en picado
de François Fillon, candidato del centro-derecha, embarrancado en el escándalo
de los sueldos que pagó a su esposa e hijos, a pesar de que en Francia emplear
a familiares es común entre los diputados (los diputados reciben un sobresueldo
de 125.000 euros anuales que distribuyen como quieran). Este último dato,
desconocido por muchos franceses, ha sido otro escándalo.
Queda el candidato Emmanuel Macron, un tecnócrata de centro-izquierda,
que puede competir con Le Pen en la segunda vuelta. ¿Tiene posibilidades Marine
Le Pen? Naturalmente, pero si su opositor en la segunda vuelta sabe aglutinar
el voto contrario a Le Pen, ha ganado la presidencia.
Nos preguntamos, ¿por qué
han surgido personajes como Marine Le Pen? En parte porque la globalización ha
herido los nacionalismos, en Francia y en muchos otros lugares y se ha
agudizado con la crisis de los refugiados. Es un volver al pasado, como el
Bréxit o el fenómeno Donald Trump.
La reacción a la
globalización y a los poderes establecidos ha generado programas políticos que
lejos de decir la verdad, dicen mentiras, hacen promesas irrealizables,
arrastran al pueblo que quiere romper con el poder establecido, viviendo en la
“posverdad”, explotando los sentimientos del pueblo. Ciertamente estos poderes
no han hecho lo que debían, introduciendo la corrupción a todos los niveles.
Nace así el populismo basado en ingredientes muchas veces nacionalistas, o bien
obreristas. El populismo ha invadido Europa.
Los nacionalismos, cuando
se basan no solo en el amor a la propia tierra, sino en crear ira y desprecio hacia otros pueblos, entonces el
nacionalismo no es aceptable. Lo dijo san Juan Pablo II, en su libro “Memoria e Identidad” (Barcelona, 2005,
págs. 87 y sigs.) cuando afirma que cada vez es más partidario de hablar de
“patriotismo”, en lugar de “nacionalismo” porque este aparece como separador e
insolidario con los otros pueblos.
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