Muchas cosas se han dicho del nuevo gobierno de Mariano Rajoy que no resisten el sentido común, y es bueno que la opinión pública tenga una información más precisa y correcta de lo que propagan políticos de todos los pelajes. Lo mismo ocurre con el “procés” catalán, pero esto es para otro día. En este artículo no voy a apoyar al gobierno Rajoy, sino a enderezar equívocos sobre el mismo.
En primer lugar, tras la formación del
gobierno se ha dicho que “es más de lo mismo”, es un gobierno de “mayoría
absoluta”, no dialogará, “no ha cambiado nada”. Son charlas y cometarios de
café pero no son reales. Si miramos la composición del gobierno tenemos:
1.- Han cambiado seis ministros, nada
menos que Asuntos Exteriores, Defensa e Interior, con lo que se cohesiona y
fortalece el tema de la seguridad y la lucha contra el terrorismo y el crimen
organizado. Además está la ministra de Sanidad que puede revolucionar el PP
catalán.
2.- Se mantiene la agenda económica-social
con Hacienda, Economía e Industria, Trabajo y Agricultura.
3.- Se personaliza en la Vicepresidencia
el arreglo territorial español, en concreto el problema catalán.
4.- De los ministros de la anterior
legislatura, todos menos tres (Hacienda, Economía y Trabajo) ocuparon su
cartera a mitad de legislatura por cesar el titular (Justicia, Educación y
Agricultura).
De Mariano Rajoy se puede decir que es, como
él mismo dice, previsible. Nadie esperaba otra
arquitectura del gobierno, dado que cada
decisión parlamentaria la tendrá que pactar con Ciudadanos, Coalición Canaria y
PSOE.
Lo anterior no implica que el gobierno es
débil necesariamente, porque no lo es, y menos lo será si cultiva la política del
pacto y del consenso en los asuntos fundamentales. Es lo que ha querido el
pueblo español tras votar en dos elecciones generales en seis meses. Por eso,
decir que es un gobierno que no pactará, como dice Podemos, no se ajusta a la
realidad, porque Mariano Rajoy tiene intención de cubrir toda la legislatura.
Es decir, o pacta o pacta.
Otros dicen que “pasa” del tema catalán.
Se equivocan. Soraya Sáenz de Santamaría es una mujer con decisión y cogerá el
toro por los cuernos, es decir querrá llegar a acuerdos con el gobierno
catalán, con el sentido común (seny), por una parte, y el cumplimiento de la
ley por otra. Si no lo hace, es mejor que no empiece.
Otros entuertos que se dicen por ahí, en
tierras catalanas: la decisión de que el Tribunal Constitucional tenga facultad
para aplicar las sentencias que de él derivan, rompe la división de poderes. El
TC no forma parte del Poder Judicial y su ámbito se reduce a interpretar la
Constitución, como en tantos otros países.
El Poder Judicial lo componen los
jueces ordinarios y los magistrados que forman parte de las salas de los
tribunales territoriales (audiencias provinciales y tribunales superiores de
justicia de ámbito autonómico), la Audiencia Nacional cuando supera los ámbitos
anteriores citados y el Tribunal Supremo, que es el máximo órgano jurisdiccional
español, como establece la Constitución (art. 123).
Los órganos policiales actúan como cuerpos
dependientes del gobierno mientras su actuación no dependa de los jueces, los cuales disponen de policías (policía judicial) que solo deben obedecer a los jueces y
no al gobierno. Otra cosa sería mezclar los poderes judicial y ejecutivo.
De eso poco saben muchos independentistas,
que han acusado al gobierno de la Generalitat de enviar policías para detener a
la alcaldesa de Berga, por desacato a la justicia: tras dos requerimientos dijo
que desobedecía y lo hacía con orgullo. No fue por tanto por desobedecer a la Junta
Electoral para que quitara la bandera estelada del Ayuntamiento, sino porque
desobedeció la orden del juez de presentarse en dos ocasiones. Ya se sabe que
para los independentistas la desobediencia es ley. Sin embargo, para los jueces
la ley es la ley y deben hacerla cumplir. Por eso vamos a ver que esa
desobediencia a la ley va a tener consecuencias para quienes han hecho caso
omiso de la misma.
Por otro lado, el gobierno central goza de
los apoyos de los gobiernos europeos actuales. Por eso, mejor mantener la continuidad
del ministro de Economía, Luis de Guindos, y tener en Asuntos Exteriores a un
diplomático gran conocedor de la realidad europea en la que ha tejido muchas alianzas
y acuerdos tanto en los gobiernos del PP como en los del PSOE. Algunos países
europeos fuertes pueden cambiar de gobierno el año próximo, como Francia,
Alemania e Italia, y en Gran Bretaña depende de cómo termina el sainete del “Bréxit”.
Además, en Estados Unidos habrá un nuevo presidente o presidenta.
En consecuencia, el nuevo gobierno ¿es un gobierno
marianista? Sí, para evitar dispersiones. ¿Es un gobierno dialogante? Está
obligado si quiere gobernar. La primera prueba, los presupuestos. Mal hizo el
Partido Socialista decir que no quiere pactar los presupuestos. ¡Ni los ha
leído porque no existen!
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