Muchos se preguntan ¿qué ha pasado para que ganara Donald
Trump, si es un impresentable? Otros más críticos dicen: “Los americanos se han
vuelto locos”. Otros reclaman más prudencia y esperan conocer cuáles serán los
primeros pasos que dará el presidente electo.
Desde el primer día, la previsible caída de las bolsas
mundiales estaba prevista, pero rápidamente desde el equipo de Trump se lanzó
un mensaje a los mercados para decirles: “no va a pasar nada que pueda sacudir
la economía mundial”. Las bolsas en pocas horas recuperaron sus niveles
normales: habían captado el mensaje. Solo las bolsas de los países
latianoamericanos no se recuperaron porque la amenaza Trump es muy fuerte.
Cuál ha sido la clave del éxito de Trump. Haber ganado en el
amplísimo polígono industrial de Estados Unidos, es decir a las clases medias
empobrecidas por la crisis, con mayoría blanca, en los estados situados al sur
de los lagos, entre Michigan y Pensilvania, i también Florida, con un gran peso
aquí de los cubanos y los hispanos. Eran estados Demócratas, que ganó Obama,
pero que se han vuelto Republicanos, porque Trump supo ver el descontento de
estos ciudadanos, además de predicar un nacionalismo radical.
Trump no tiene tanto poder como se le ha querido dar. Cierto
que partido Republicano tiene mayoría en el Congreso, el Senado y el Tribunal
Supremo, pero no ocurre como en la democracia española en que un Comité Federal
dicta la política a seguir por el Grupo Parlamentario. Allí los diputados y los
senadores, aun coincidiendo en lo esencial con los valores del partido
–Demócrata o Republicano- cada uno actúa según los intereses de los electores que
representa.
Hoy es sabido que importantes diputados y senadores no están
de acuerdo con lo que Donald Trump dijo en la campaña electoral, y si ejecuta
lo prometido tendrá bastantes votos en contra del partido Republicano. Un presidente tiene
unos poderes limitados, y aunque su partido controle Congreso y Senado, su
labor va a ser desde el primer día negociar a fondo con diputados y senadores,
para sacar adelante algo.
Hillary Clinton ha perdido las elecciones porque no conectó
con sectores claves del país, pues las mujeres y los latinos no la votaron en
masa. ¿Por qué? Porque no se fiaron. Hillary es una mujer que cae poco simpática
en los Estados Unidos, no solo por su pasado (de joven perteneció al más
liberal Partido Republicano), sino porque desde la Clinton Foundation, que
maneja muchos miles de millones, se han hecho actuaciones mezclando lo personal
y lo político, mezclando negocios con los amigos y enemigos políticos en el
campo nacional e internacional y en el mundo árabe en particular. Los Clinton
(incluyendo a su hija Chelsie) pertenecen al “establishment”, que mezcla
negocios con política a menudo, con muchas sombras no aclaradas públicamente,
con casos de corrupción, vendiendo favores y mucha falta de transparencia.
De eso nada han hablado los medios de comunicación europeos,
todos partidarios del “establishment” y de Hillary Clinton, y así Europa se
formó la opinión de que “con Obama todo va bien” y “beata Hillary que nos
salvas del diablo Trump”. Los medios nos han dado una visión simplista,
estereotipada y engañosa de lo que ha sido la campaña electoral americana.
Al final, gran decepción. Inesperado resultado. Los medios y
los encuestadores merecen un suspenso. Muchos medios en lugar de informar y analizar,
quieren controlar la opinión pública, y con ella intervenir políticamente en las
decisiones de los gobiernos. En Estados Unidos los electores mienten en
las encuestas y hacen poco caso a lo que dicen los medios en materia política.
¿Y las promesas electorales? ¡Cuántas veces no se cumplen
esas promesas! Obama incumplió muchas, entre ellas cerrar Guantánamo. No pudo
conseguirlo, simplemente porque un Presidente de los Estados Unidos no es un dictador, pues debe pactarlo todo incluso con su partido, y porque un Presidente no solo es él, sino que trabaja en un equipo.
Dijeron lo mismo con Ronald Reagan, uno de los mejores presidentes de los
Estados Unidos, al que tildaron de comediante, de payaso, pero se supo rodear
de un excelente equipo e hizo cosas grandes.
Para ver lo mal que ha sentado la victoria de Donald Trump,
bastan las manifestaciones en su contra en numerosas ciudades
norteamericanas. A la izquierda le cuesta digerir un resultado adverso y van a
la calle a desahogarse. Algunos, aquí, se aferran a la mayoría de votos de Hillary, pero
aquello es América y no se discute el sistema electoral.
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