Ha terminado la campaña electoral más
discutida de cuantas han tenido lugar en Catalunya en la democracia. Ahora la
suerte está echada.
Los candidatos de Junts pel Sí están casi eufóricos,
mientras los demás partidos buscan votos y arañan las bolsas de los indecisos o
de los que no se han decidido ir a votar.
Tras la campaña se ve que el pueblo
catalán circula entre dos líneas paralelas, que por definición no se encuentran
“nunca”. Es una palabra muy fuerte que quisiéramos desterrar ya que “contra”
España no se puede llegar a Europa ni a la ONU, sino que ha de ser “con” España,
como ocurre en la praxis internacional. Las líneas paralelas indican también
una profunda división entre los catalanes, pues los que van contra la
independencia no son un grupito más o menos marginal.
El debate del miércoles, entre José
Manuel García-Margallo y Oriol Junqueras, puso en evidencia que las dos
posiciones enfrentadas en esta campaña, los independentistas y los que no lo
son, son muy firmes y que no será fácil trazar puentes. Sin embargo, es la
única solución posible. La política y la diplomacia están pensadas para el
diálogo, la concertación aunque haya confrontación de ideas, el acuerdo, y no
para tirarse los platos por la cabeza. El ministro Margallo y Oriol Junqueras tuvieron
un debate de “fair play”, juego limpio, y en estas
condiciones no es tan difícil llegar a acuerdos.
En la línea de los acuerdos posibles
entre Catalunya y España no cabe, en esta próxima legislatura, la
independencia. Los que piensan que habrá una Declaración Unilateral de
Independencia (DUI) están equivocados. Nadie está en condiciones de hacerlo, ni
desde el marco legal, constitucional y estatutario, ni mucho menos en el
terreno de los hechos: nadie puede declarar la independencia de un territorio
sin apoyo internacional o basado en hechos consumados. Sería una desgracia, y
aunque en la campaña se han calentado muchas bocas (y no pocas mentes), el
lunes será otro día y se impondrá la razón.
Le tocará formar gobierno a Junts pel
Sí, y ya se verá con qué presidente y con qué programa. Si tendrá o no mayoría
absoluta. Nadie se atreve a decir lo que pasará el domingo.
Desde nuestro punto de observación no
sabemos cuál será el resultado electoral, pues hay todavía unos 500.000
indecisos, según detectan las encuestas de última hora. Indecisos, incluso, de
si van a votar o no. El resultado de las urnas no pocas veces es sorprendente.
Vemos lo que ha pasado en Grecia, con tres llamadas a las urnas en un año, sin
que haya cambiado nada de la composición del parlamento en relación a las
elecciones de enero. Y en Grecia han pasado muchas cosas.
En Catalunya hemos visto como Junts pel
Sí llenaba estadios, aforos de todo tipo, en un voto muy comprometido y
decidido a favor de la independencia. Los otros partidos han ido buscando
ensanchar su espacio (CUP y Ciutadans) o intentar recuperar voto, como PSC y
PP. Catalunya Sí que es Pot se ha deshinchado y no se sabe si será el tercer o
el cuarto partido. Finalmente, Unió intenta imponer “seny” y buscar ser un
partido sin hipotecas en el futuro Parlament.
Los últimos mítines han ido en esas
direcciones. El domingo por la noche veremos qué es lo que ha pasado y hacia
dónde vamos… o nos llevan.
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