Fray
Junípero Serra tendría hoy 300 años y será canonizado por el papa Francisco el
domingo en su viaje a Estados Unidos. Junípero
Serra es un español, un mallorquín, universal, que misionó California. Fue el gran misionero de la Alta
California, y a su obra se deben la defensa de los indios del lugar, los “pames”, a quienes consideraba sus
“hijos” y a los que enseñó el cultivo de productos mediterráneos, como la
vid, las técnicas de labranza, la carpintería y albañilería, a tejer, a guisar,
a leer y escribir.
La
labor de Junípero Serra fue de civilización y evangelización al mismo tiempo. Aprendió con gran esfuerzo la lengua de los indios nativos y se
dedicó a ellos. Esto desmiente a quienes lo ven como un “conquistador” o
“colonizador”, manipulados por algunos grupos contrarios a la Iglesia católica.
Los restos mortales de Fray Junípero
descansan en la misión que él fundó de San Carlos Borromeo en Monterrey. Es un
acto de justicia, pues fray Junípero es más conocido en Estados Unidos que en
España. Fue un fraile ejemplar, viviendo la pobreza evangélica.
La presencia de Junípero Serra en California fue debida a la expulsión de los
jesuitas en el reinado de Carlos III (1767). Los jesuitas habían
evangelizado la Baja California, aunque no se conservan apenas sus misiones
porque estaban mal administradas afirma fray Zephyrin Engelhardt (The Mission and Missionaries of California).
Tras su expulsión fueron enviados en su
lugar los padres franciscanos y dominicos, aunque estos últimos tuvieron
muy poca presencia en California. El fraile mallorquín había aprendido en los
años anteriores el trato con los indígenas trabajando en Méjico.
A la Alta California llegó con el
militar Gaspar de Portolá, que
estaba al frente de un grupo de tropas para conquistar la Alta California. Portolá era natural de Balaguer (Lleida).
Una vez encontró este que muchos españoles habían enfermado de escorbuto y fray
Junípero sufría fuertes dolores en la pierna. Le ofreció llevarlo a México por
si se podía curar, pero el franciscano dijo que no, y que si moría que le
enterraran allí mismo, en la cuneta.
De la extraordinaria labor que hizo
fray Junípero Serra dan fe las nueve
misiones que fundó y en ellas se ganó la amistad de los indios pames que eran de una raza, al decir de
los colonizadores, de muy escasa inteligencia, torpes en las labores manuales y
pobres en el entendimiento de las cosas. Los españoles –alguno de ellos
conquistadores con pocos escrúpulos—engañaban a los indios y traficaban con lo
mejor de sus productos naturales y vendían los suyos a precios de usura. Fue Junípero Serra quien de golpe decidió
reducir a la mitad los precios de todos los productos para que estuviesen al
alcance de los indios. Como curiosidad, cuando llegaron los españoles en
California encontraron mucha viña salvaje, cuyas cepas llegaron a España y de
ellas se extrajo el vino de misa,
según señala fray Agustí Boadas O.F.M., estudioso de las misiones franciscanas.
Con el fin de poderse comunicar con los indios aprendió el franciscano
su lengua. Es falso lo que han dicho algunos indios norteamericanos que impuso
la lengua española porque está demostrado que el proceso fue al revés. De
los indios dijo que “ellos me han robado el corazón”, según atestigua Francis
F. Guest, OFM, (“Junípero Serra and his
aproach to the Indiana”). Tuvo que enfrentarse a veces con el poder
político para defender a los indios que decía “son nuestros hijos”.
De entre las misiones que fundó
fray Junípero –las misiones eran centros religiosos, culturales y
administrativos-- están la de San Carlos de Monterrey, San Francisco origen de
la importante ciudad actual, la de San Gabriel que luego se transformó en las
ciudad de Los Ángeles, San Diego y Sacramento la actual capital de California.
Fueron bautizados unos 5.700 indios.
Una estatua en el Capitolio
La labor que desarrolló el tenaz fray Junípero Serra --que por
cierto no gozó de buena salud lo que no impidió su gran obra- fue reconocida por los californianos hasta el
punto que lo propusieron y así se acordó poner una estatua del fraile mallorquín en el Capitolio, junto a los
padres de la patria de los Estados Unidos, pues todos los estados tienen la
estatua de un héroe del Estado. Junípero Serra es el único no americano que
tiene una estatua en el National Statutary Hall del Capitolio.
Fray Junípero Serra era natural de Petra (Mallorca), de padres
campesinos y muy pobres, que le pusieron el nombre de Miquel Josep que
cambió por el de Junípero (Junípero Sabina) al profesar como franciscano. Sus
cualidades intelectuales le valieron para ser pronto profesor de Teología en
Palma y a los 36 años se fue como misionero a Las Américas, zarpando desde
Palma en un buque que le llevaría a Nueva España, es decir a México, al frente
de 20 franciscanos de los que 16 eran mallorquines, y entre ellos estaba su
íntimo amigo y biógrafo, fray Francisco
Palou (Relación histórica de la vida
y apostólicas tareas del venerable padre fray Junípero Serra, México,
1787). Ambos franciscanos hablaban en catalán y escribieron también en esa
lengua. Falleció fray Junípero en
Monterrey en agosto del año 1784, a los 71 años.
El fraile mallorquín no fue solo un hombre de gobierno que misionó la
Alta California, sino también un santo. Así lo han reconocido generación
tras generación hasta que Juan Pablo II lo beatificó en el año 1988 en uno de
sus viajes a los Estados Unidos. Como ha dicho el Ministro General de los
padres franciscanos menores, fray
Michael Perry, norteamericano, se celebra mucho en Estados Unidos la fiesta de
fray Junípero Serra.
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