27-S Han hablado las encuestas
y ahora deben hablar las urnas. Nadie duda de que el independentismo tendrá un
apoyo popular grande, pero no se sabe si habrá mayoría absoluta de Junts pel
Sí.
Lo que han dicho las
encuestas está muy cerca de la encuesta del CIS, antes de empezar la campaña
electoral, y es la encuesta que suele acercarse más a los resultados
definitivos. Sin embargo, en estas elecciones catalanas, debido a su
importancia, hay que acertar en la participación de los electores, cifra básica
para poder repartir luego los votos. Está claro que los independentistas
votarán masivamente, pero no se sabe si lo harán los que no son
independentistas.
La actitud de los
electores catalanes es muy clara y tajante del bando independentista: nada de
pactos ni componendas. Mientras, la actitud de los que no son independentistas
es variable.
¿Dónde está la clave del
proceso catalán? Los independentistas saben muy bien lo que quieren, la
independencia de España, aunque no saben qué Catalunya quieren para el futuro,
pues hay propuestas anti europeístas, anti capitalistas, y contra la economía de
mercado, como la CUP, hasta propuestas menos radicales, como Junts pel Sí. No existe
un concepto de Catalunya, pues unos buscan una sociedad con un muy fuerte peso
del sector público, como la CUP y muchos de Junts pel Sí, y otros, los de
Convergència, que son minoritarios, prefieren una sociedad de libre mercado. El
único que tenía una idea clara de Catalunya era Jordi Pujol, pero no todos la
compartían.
Según el artículo 222, b)
del Estatut de 2006, la modificación del Estatut –y también su
liquidación—requiere la mayoría de los dos tercios 90 diputados). ¿O es que ya
no vale el Estatut de ahora? Que lo digan porque tendrán que incumplirlo para
declarar la independencia.
¿Y los otros? Los
partidarios de que Catalunya no se separe tampoco saben lo que quieren, ni
tienen un concepto de Catalunya o de España bien trabado. España sigue siendo
una realidad invertebrada, como decía Ortega, y el Estado está formado por
piezas desencajadas, sin una idea de España aceptada por todos, como la tienen
Francia, Italia o Alemania, por ejemplo. Son países con una identidad marcada.
Sin embargo, la dictadura franquista no preparó una España para el futuro, así
que España es una idea a construir todavía, no en su territorio, pero sí en su
identidad.
Los partidos gobernantes
en Madrid han sido muy tolerantes con el nacionalismo catalán, porque
necesitaban de sus votos para poder gobernar una España que no tenían clara en
su cabeza. Han sido gobernantes que estaban más interesados en ocupar el poder
que en servir a los conciudadanos. Y por eso salen fuerzas centrífugas,
populismos como los “indignados” que no ayudan, claro está, a forjar una idea
de España. No fraguar una idea de España el rey Juan Carlos, y el actual rey
Felipe VI no se ha estrenado todavía en este terreno.
Por otro lado, el
independentismo, nace con fallos de origen, al hacer creer, en primer lugar,
que Catalunya estará en Europa, porque “los europeos son pragmáticos”. Gran falacia,
pues en esa Europa de los estados que es la Unión Europea actual, no se entra
porque se grite más, sino por la vía de la negociación y del pacto.
Por esa razón siempre
hemos escrito en estas páginas que Catalunya no conseguirá su independencia sin
pactar con España y con Europa, y pactar quiere decir entenderse, negociar,
usar la razón más que el sentimiento o la pasión.
No se puede entrar en Europa
contra España, ni contra el parecer de los Cameron, Merkel, Hollande, Juncker,
etc. Tanto dinero que ha gastado le Generalitat para hacer lobbying cerca de todos los gobiernos del mundo para conseguir un
reconocimiento internacional, ahora hasta Colombia, o sea una parte importante
de la comunidad latinoamericana, se posiciona públicamente a favor de la unidad
del Estado español, diciéndolo “alto y claro”, dijo el presidente colombiano.
Mientras, los obispos
catalanes se han manifestado al margen de la contienda, que consideran política,
sin tomar partido en estas elecciones, y a favor de la fraternidad entre todos
los pueblos. Significativas son las palabras del papa Francisco ante los
jóvenes cubanos el domingo: “Tu dijiste ahí una frasecita que subrayé: “que
sepamos acoger y aceptar al que piensa diferente”. Realmente a veces nosotros
somos cerrados, nos metemos en nuestro mundito: “o éste es como yo quiero que
sea o no”. Y fuiste más allá: “que no nos encerremos en los ‘conventillos’ de
las ideologías”.
Solo hay una vía: el
diálogo y el acuerdo. ¿Cuesta? Pero llega, con paciencia y alta visión. O sea,
después del 27-S es la hora del diálogo y del pacto.
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