Uno de los puntos de
mayor envergadura que tiene el gobierno de España es qué hacer con el anunciado
referéndum catalán de independencia, previsto para septiembre de este año. Las
autoridades catalanas dicen que este es un año “decisivo” para Catalunya, pero
también fueron decisivos los años 2013, 2014, 2015, y 2016.
Hace solo un año el
objetivo del independentismo (hay quien sigue llamándole soberanismo) no era
celebrar un referéndum, pues había pasado página y había que construir rápidamente
la república catalana. El tiempo pasa deprisa, pero las palabras no tanto.
Ahora han redoblado los
cañones de papel, se han desobedecido leyes y sentencias, porque ya no se sabe
lo que hay que hacer para que Europa y el mundo mundial se enteren de la
independencia que quiere un buen número de catalanes, pero no la mayoría.
En Europa, quien
desobedece leyes y sentencias ¿se les trata igual que los que las obedecen? O
dicho en lenguaje independentista, el que va contra la ley ¿es libertad de
expresión? ¿Qué se entiende, entonces, por Estado de Derecho? Se dirá que no
hay diálogo, pero a los independentistas no interesa dialogar con Madrid, pues
o aben qué ofrecer.
La imperiosa necesidad de
Carles Puigdemont de aprobar los presupuestos de la Generalitat –es decir de
tener el apoyo de los antisistema de la CUP—le hace mantener equilibrios muy
difíciles por no decir imposibles, si quiere estar dentro de la ley. Europa
parece que da la espalda al independentismo (¡menudos problemas tiene ya
Europa!).
Y vamos a la pregunta:
¿Habrá referéndum o pacto? El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, manifestó
en su mensaje de Fin de Año que “el año próximo será clave para el futuro de
este país porque los catalanes y las catalanas decidiremos libremente nuestro
futuro en un referéndum legal y vinculante”. El presidente ha introducido la
palabra “legal”, lo que ya había sido desechado por el independentismo: el presidente
dijo “referéndum o referéndum”, o sea legal (pactado) o no. ¿De qué legalidad
habla Puigdemont, de la suya o la del Estado?
La previsión del
referéndum lo ha puesto en un calendario de previsiones para el mes de septiembre
Time Magazine, da entre otras: “Spain’s Catalonia region is expected to
hold an independence referéndum”. Esta previsión informativa se ha
repartido profusamente entre los independentistas, pero omitiendo la palabra “Spain’s”. Lo de siempre.
¿Se va a hacer el
referéndum? Se ha dicho por activa y por pasiva que el referéndum secesionista
no cabe en el ordenamiento jurídico español, por lo que habría que cambiar la
Constitución. Por lo tanto, el referéndum de hacerse será como el del 9-N de
2014, o sea un simulacro. Quienes convocaron y realizaron este referéndum tienen
que vérselas hoy con la lenta justicia española dos años y medio después.
El referéndum no es el
único problema de estos años “trascendentales” que Catalunya vive, sino que lo
más urgente hoy es aprobar unos presupuestos de la Generalitat para el 2017,
mediante el pacto de los independentistas de ERC y la antigua Convergència (hoy
PDECat) con los antisistema de la CUP. El presupuesto actual es prorrogado
porque en 2016 no pudo aprobarse ninguno. La aprobación del presupuesto en febrero coincidirá
con la celebración de juicios por desacato, tanto de la presidenta del
Parlament, Carme Forcadell, como de los que convocaron y celebraron el
referéndum del 2014. Catalunya está gobernada a salto de mata y de emociones.
También importante es qué
pasará con el partido de la ex Convergència, el PDECat, al que pertenece el
presidente Carles Puigdemont, pero que no es su líder. El PDECat ha ido bajando
adeptos –en el Congreso de los Diputados no tiene ni grupo propio—por lo que se
presiona a Puigdemont si quiere liderar el partido a lo que hasta ahora se ha
resistido.
El partido con más apoyos
dentro del independentismo es Esquerra Republicana, y por lo tanto le
correspondería la presidencia de la Generalitat en caso de ganar las
elecciones. El líder que forjó el PDECat, rompiendo CiU y llevando el partido hacia
al independentismo es Artur Más, quien deberá buscar candidato y sucesor de
Puigdemont.
Por otro lado, todo
parece indicar que antes de que acabe el año 2017, tanto si hay referéndum como
si no lo hay, en Catalunya se celebrarán elecciones –es lo que ha prometido Puigdemont—y
se verá entonces qué equilibrio de fuerzas tendrá el nuevo parlamento. Del “procés”
se habla menos, porque ahora con tantos cambios no se sabe dónde estamos. No hemos llegado a Itaca, como presumía Artur Mas, pues ni tan solo hemos pasado las Baleares.
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