Estamos a las puertas de una extraña investidura, donde todo
parece indicar que no habrá tal investidura sobre la base del pacto entre el
PSOE de Pedro Sánchez y Ciudadanos de Albert Rivera, porque ni Podemos ni el PP
van a sumarse a este pacto.
Sin embargo, el pacto es interesante como punto de partida
para que España tenga un gobierno estable. Me temo que no será posible en esta
legislatura que acaba de empezar, sino en otra legislatura que vendrá después
de unas nuevas elecciones el 26 de junio.
¿Son necesarias nuevas elecciones? Nadie las quiere, pero no
hay otra alternativa. Pedro Sánchez es muy difícil que logre un acuerdo con
Podemos y Rivera tampoco lo conseguirá con el PP (este acuerdo es
imprescindible si se quieren eliminar las diputaciones o cambiar preceptos
constitucionales).
En la política española han irrumpido dos partidos nuevos,
Podemos y Ciudadanos. Podemos da miedo a las fuerzas económicas y también a
Europa y Estados Unidos. Ciudadanos ha recibido el bautismo con el pacto con el
PSOE, demostrando capacidad para negociar un acuerdo de gobierno y mantener una
posición sensata, tanto en economía como a nivel institucional. Podemos hasta
ahora ha demostrado muy poca cosa más allá de su presencia en gobiernos municipales.
¿Por qué se ha llegado a este acuerdo? Muy simple.
Ciudadanos, que no quiere gobernar con el PP de Mariano Rajoy, necesitaba un
activo en la mano para presentarse en las nuevas elecciones y con el pacto con
el PSOE es un partido de centro, europeo y moderno.
Pedro Sánchez, por su parte, necesitaba el acuerdo como agua
de mayo, después de haber prometido que consultaría a los militantes. Llegado
el domingo sin ningún acuerdo que ofrecer a los militantes para que votaran,
era todo un fracaso ante el partido, ante el Comité Federal, que es el que debe
de aprobar los pactos y ante los españoles.
Este acuerdo o pacto tiene el insalvable obstáculo,
aritméticamente hablando, del Partido Popular, el cual es imprescindible si se
quiere una mayoría para reformar la Constitución. Si fracasa Pedro Sánchez,
como es previsible, lo intentará –ha dicho—Mariano Rajoy, el cual también va a
fracasar porque ni Sánchez ni Rivera lo van a apoyar: lo han dicho por activa y
por pasiva.
Y si Rajoy fracasa no tiene otra salida que dimitir y dar
paso a otros dirigentes del partido que no tengan la lacra de la corrupción
marcada como la tiene Rajoy. Este seguro que dimitirá, por salvar al partido y
a España, parecido a como hizo Artur Mas. En realidad tanto Mas como Rajoy
tienen el estigma de ser políticos del pasado, del siglo XX y estamos en el
siglo XXI. Su tiempo político ha pasado.
¿Y quién será el sustituto o sustituta de Rajoy? ¿Quién encabezará
la lista del Partido Popular en unas nuevas elecciones? Estas preguntas hoy no
tienen respuesta, porque el tema no está planteado. Es evidente que si Mariano
Rajoy tiene el encargo del Rey de formar gobierno irá al desgaste de sus
adversarios como han hecho ellos ahora.
En el acuerdo entre Pedro Sánchez y Albert Rivera hay un
punto muy polémico: la supresión de las diputaciones. Eso también lo quiso
hacer la Generalitat, primero por las bravas mediante un acuerdo entre Jordi
Pujol y los socialistas de Joan Reventós, pero había que reformar la
Constitución y el Tribunal Constitucional tumbó la ley catalana, cosa que
estaba cantada.
O sea que suprimir las diputaciones supone un cambio de la
Constitución, la cual es imposible, aritméticamente imposible, sin el apoyo del
PP. Y es más, en las comunidades donde gobiernan los socialistas,
principalmente en Andalucía, no quieren suprimir las diputaciones. El Partido
Popular tampoco porque dice que supondría dejar abandonados a los pueblos
pequeños que no tienen capacidad para mancomunar o compartir servicios que
ahora prestan las diputaciones.
Se trata de pueblos normalmente alejados de los grandes
núcleos urbanos, en las llanuras o en las montañas. Electoralmente no suman,
pero mantienen, entre otras cosas, un equilibrio poblacional y ecológico por
los cultivos en los que trabajan.
De todas formas, es importante que haya sido planteado por
dos equipos nacionales la supresión de las diputaciones, que son producto de la
división territorial española del primer tercio del siglo XIX.
La semana próxima será una semana importante porque será la
semana de una investidura extraña, donde han prevalecido los vetos (al PP por
parte del PSOE, a Podemos por parte de Ciudadanos, y a Ciudadanos por parte de
Podemos). El país necesita diálogo y no vetos.
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