El resultado de las
elecciones ha sido de una España muy difícil de gobernar. No suman los
diputados ni por la derecha ni por la izquierda. Es más, la izquierda podría
sumar si incorporan la bisagra independentista catalana, vasca, gallega y de
otros lares. El PP ha recibido un duro correctivo de los electores y el ganador
moral ha sido Podemos, con sus distintas franquicias y marcas blancas. Iglesias
estaba feliz, pero no se le esconde la complicidad de su –o sus—grupos
parlamentarios, cada uno con su identidad.
El mapa político español
ha cambiado de modo importante, pero nadie se atrevería a decir en estos
momentos qué clase de gobierno tendremos, y mucho menos la solidez y
estabilidad del nuevo gobierno, que puede llevarlo a la inoperancia.
Un dato que nadie se ha
fijado al principio es que el Partido Popular saca mayoría absoluta en el
Senado. Ciertamente que el Senado no puede aprobar las leyes, pero si las
obstaculiza le puede amargar la vida a cualquier mayoría en el Congreso.
Además, es necesario para la reforma constitucional.
A modo de ejemplo, la
reforma constitucional que desean el PSOE, Podemos y algunos otros, no se podrá
hacer sin consensuarla con el PP y Ciudadanos, dado que se necesitan los dos
tercios de los diputados, o sea 233 y no se alcanzan sin el PP. Por poco, pero
esas son las matemáticas electorales. La modificación de la Constitución
exigirá, por tanto, un gran pacto de todos los partidos.
¿Qué le ha pasado al PP?
El Partido Popular ha hecho una buena campaña, pero no ha tenido un líder al
frente, pues su líder olía a naftalina, a diferencia de los demás partidos. Al
PP también le ha dañado y mucho la corrupción, como demuestra la fuerte caída
en Madrid y en Valencia, y su inmovilismo en Catalunya, donde ha perdido más de
la mitad de sus diputados. Porque no se trata de ser el primer partido, sino de
tener los suficientes apoyos parlamentarios para gobernar. Y ahora ya no están
los nacionalismos vasco y catalán del bipartidismo.
¿Y el PSOE? El PSOE de
Pedro Sánchez, ha tenido el peor resultado de la historia, y por lo tanto o
este partido cambia o va cayendo consulta tras consulta. No ha sido una caída
tan fuerte como la del Partido Popular, e
incluso ha ganado votos en Andalucía y en Extremadura, donde gobierna. Pero el
gobierno de Madrid no se puede sostener solo con andaluces y extremeños, sino
con los votos de Madrid, de Catalunya y del País Vasco, tres lugares donde el
PSOE ha recibido un correctivo, especialmente en Catalunya.
Podemos ha sido el gran
ganador moral de estas elecciones, con 69 diputados. Su líder Iglesias ha
anunciado que ha nacido una España nueva, que la reforma constitucional es “imparable”,
y ha anunciado que España es un “estado plurinacional”. La reforma
constitucional no será pilotada por Podemos porque carece de la fuerza
parlamentaria suficiente.
Además, Podemos es la suma de marcas autonómicas
nacionalistas, como la de Catalunya (En
Comú, Podem, que tiene una componente independentista y el “dret a decidir”
en su programa), Valencia (Compromís), País Vasco (ha absorbido una gran parte
del voto abertzale de Bildu), Galicia (En Marea, que ha englobado a los
independentistas del BNGA), así como unos guiños al nacionalismo en Baleares.
Con estos mimbres es difícil hacer del grupo parlamentario de Podemos un grupo
estable, sin altibajos. Por lo tanto Podemos no creemos podrá será el árbitro
como parecía anunciar ayer noche Pablo Iglesias.
Ciudadanos ha irrumpido
en el Congreso con 40 diputados, menos de los esperados, a causa del
debilitamiento del final de campaña y de la falta de mensajes alternativos al
PP y al PSOE más allá de la unidad de España y la lucha contra la corrupción.
Son muchos diputados por ser la primera vez, pero no está llamado a ser una
fuerza determinante en el tablero político español por el momento.
En Catalunya, el voto
independentista se ha inclinado decididamente por Podemos (En Comú, Podem) y Esquerra Republicana, que han absorbido los votos
de la CUP que no se presentaba, los partidos que han ganado las elecciones. La
antigua Convergencia i Unió ha perdido la mitad de sus escaños (de 16 ha pasado
a 8), y nuevamente Artur Mas liderando la formación llamada ahora Democràcia i Llibertat, ha perdido otras
elecciones. Le pasa lo mismo que a Rajoy, son políticos de otra época, se les
ha pasado el tiempo.
Esquerra Republicana, a
pesar de tener unos pésimos candidatos en Barcelona, ha triplicado sus
resultados, y los electores han valorado su coherencia en favor del
independentismo. No parece que en el nuevo Congreso, con Gabriel Rufián y Joan Tardà,
tengan juego.
En Catalunya es donde el
PP y el PSOE se han desangrado. El PP ha quedado casi testimonial y el PSOE ha
perdido la mitad de sus efectivos. O el PP y el PSOE entran en una auténtica
perestroika o se van a quedar sin representación con el tiempo.
En el País Vasco, sigue
controlando la nave principal el PNV, aunque la irrupción de Podemos hará
necesario cambiar las políticas excesivamente conservadoras a los nacionalistas
vascos.
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