En las elecciones
generales españolas el independentismo catalán perdió más de medio millón de
votos en comparación con las elecciones catalanas celebradas tres meses antes,
el 27 de septiembre. En las elecciones generales una parte de los votantes de
la CUP –que pidió la abstención- inclinó su voto a Esquerra Republicana y a En Comú Podem (Podemos).
Los votos de Junts pel Sí
(JxS) de las autonómicas (o plebiscitarias) catalanas fueron 1.6 millones,
frente a los 1,1 millones en las generales. La abstención no fue tan baja como
en las autonómicas (un 6,5 por 100 más). Si comparamos estas dos elecciones lo
hacemos por la proximidad en el tempo entre las mismas y el interesante cambio
de voto que se observa en el electorado catalán. No contamos los votos de la
CUP que no formó candidatura para las generales.
Podemos (En Comú Podem o ECP) arrasó con 927 mil
votos, que nada tiene que ver con los 366 mil que sacó la marca blanca de
Podemos en las autonómicas, “Catalunya,
Sí que es Pot”. Podemos sacó en Catalunya 561 mil votos más. Si miramos
pueblo a pueblo, veremos un claro trasvase de votos de Junts pel Sí
(Convergència más Esquerra) a ECP (Podemos).
¿A qué es debido? A que En Comú Podem (ECP) planteó un
referéndum para que los catalanes decidieran su futuro. Muchos independentistas que votaron
independencia, como vemos, no todos querían la independencia, sino un
referéndum pactado con el gobierno central.
Junts pel Sí (JxS)
representaba el 39,5 por ciento del electorado en las elecciones de septiembre,
mientras que en las elecciones de diciembre Democràcia
i Llibertat (DiL) más Esquerra Republicana (ERC) suponen el 31,6 por ciento
de los votos totales.
Por lo tanto, el “procés” hacia una República catalana
está en una crisis muy seria. Si se mira bien, entre CiU y Esquerra Republicana
ha habido un trasvase de votos a favor de ERC entre las elecciones de 2011 a
las del domingo: las dos formaciones sumaron 1,2 millones de votos en 2011 y
1,1 millones en 2015, con la pérdida de solo unos 100.000 votantes, con lo que
los votos de CiU han ido mayoritariamente a Esquerra.
Se podrá decir --en apoyo
a las tesis soberanistas-- que no son las mismas elecciones, y es cierto, como
también es cierto que la participación fue casi 6,5 puntos más en las
autonómicas. Si se analiza bien el resultado de las generales, las cifras
demuestran que hay un importante desencanto en el mundo independentista por el
cómo han gestionado la victoria electoral JxS y CUP, que debería llevar a
Catalunya hacia un estado independiente en 2017, es decir dentro de año y medio.
De momento no hay pacto
entre JxS y CUP, a pesar de que los primeros han ofrecido el oro y el moro a
los cupaires. Pero si la CUP acepta investir a Artur Mas es posible que el
grupo se rompa y entonces Catalunya podrá tener un president, pero no un
gobierno, porque no tendrá mayoría en el Parlament. ¿Adónde nos llevará todavía
el señor Mas?
Ahora la sartén por el
mango, en Catalunya, aunque no en España, la tiene En Comú Podem (ECP), que con sus 927 mil votos, casi alcanza a la
suma entre Convergència y Esquerra (1,1 millones), y nada se podrá hacer sin su
concurso. Además, ECP ha reclamado grupo parlamentario propio, que los
socialistas del PSC no consiguieron tras tantos años de reclamarlo: Pablo Iglesias no
tiene las manos libres.
Que todo esto haya pasado
en algo menos de tres meses hace suponer, o más que suponer, que Convergència y
Esquerra no supieron leer bien el resultado electoral y se han enzarzado en un
acuerdo complicadísimo con la CUP de imprevisible solución todavía hoy. ¿No
hubiera sido mejor volver atrás y reclamar un referéndum como querían los
electores? JxS rechazó de plano rectificar: llegados a este punto, dijeron, vamos
a crear ya la República Catalana. Fue un error, pues la política no se hace
solo con el corazón.
Por otro lado, con tanta
“desconexión” como aprobó el Parlament -“sobirà",
según JxS- resulta que un 70 por ciento de catalanes han acudido a votar en las
generales, castigando precisamente al independentismo. ¿Dónde la desconexión?
En Catalunya tanto el PP
como el PSC han mejorado su voto (70 mil más el PP y 60 mil más el PSC) en
relación a las autonómicas, aunque se han dejado por el camino 300 mil votos el
PP y 333 mil votos el PSC, desde las últimas generales de 2011. Los dos
partidos necesitan una auténtica perestroika si no quieren desaparecer. Hay un
alma socialista en amplias capas de la población catalana, que ahora está en
depósito en ECP.
Por otro lado, Ciutadans
ha tenido un fuerte tropezón en las generales en el ámbito catalán, pues ha
pasado de 735 mil votos a 489 mil, perdiendo cerca de 250 mil votos en tres
meses.
Este panorama político
catalán evidencia que el mapa en muy poco tiempo, caraterística de su gran inestabilidad.
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