(Aleteia.org) Ha
comenzado el curso escolar que puede ser crucial en muchos países y en muchas
familias. La crisis económica ha disminuido los ingresos de las familias y por
lo tanto su posibilidad de gasto para temas escolares. Por eso el mes de
setiembre es el que más cuesta llegar al final debido a los gastos que acarrea
el colegio de los hijos, especialmente a las familias numerosas.
¿Cuándo se va a poner fin al gasto de los niños
para ir a la escuela? Los niños
–muchos de ellos al menos— usan ropa nueva porque la del año pasado les queda
pequeña, y por lo tanto representa un gasto importante. En las familias numerosas los pequeños suelen heredar de los grandes,
pero cuando hay niños y niñas a veces no coinciden y la factura es alta. ¿Es
mejor llevar uniformes? Algunos critican los uniformes por lo costosos que son,
cuando un uniforme lo pueden llevar los niños y las niñas sin necesidad de
tener que cambiar prendas y colores durante todo el curso, especialmente las
niñas.
A esto hay que añadir el gasto en libros y material
escolar. Los libros y los
cuadernos muchas veces han de ser nuevos, para estrenar, y hay padres que se
ven obligados a comprar material escolar
para los hijos, no solo libros, sino también lápices, gomas, ordenadores, carteras o bolsas de colegio y un largo
etcétera. ¿No da pena ver un niño pequeño que lleva una mochila más grande que
él para ir al colegio?
¿No sería posible reducir tanto gasto? ¿Qué se
hace desde la dirección de los centros escolares y desde las asociaciones de
madres y padres, las AMPA,s? La
solución para el curso 2016-17 empieza a programarse ahora. A partir de Semana
Santa ya no es posible cambiar las cosas, porque las editoriales ya han
empezado a editar sus libros y las fábricas textiles a confeccionar la ropa
para el colegio.
Algunos padres señalan que los centros deberían
promover y apreciar el uso de material escolar del año anterior, como lápices,
bolígrafos, ordenadores, libros de texto, lápices de colores, cuadernos, los cuales no deberían tener tal o cual formato
necesariamente para evitar gastos. Todo es cuestión que desde las asociaciones
de padres y desde la dirección del centro se impartan unas directrices precisas
que consigan disminuir el gasto escolar de principios de curso.
¿Por qué una niña o un niño ha de llevar
necesariamente ropa nueva a estrenar, calzado nuevo, calcetines nuevos, ropa
de deporte nueva, bolsa o mochila nueva? Son relativamente pocos los
padres, hablando desde la dimensión de un país, que pueden permitirse todos
estos gastos. ¿Por qué convierten a la
escuela en un gran mercado de consumo?
Y esto vale tanto para la escuela pública como
para la escuela concertada, la
que recibe dinero público del Estado para financiarse parcialmente. No todas
las familias, ni mucho menos, y en especial las numerosas, disponen de medios
para poder pagar el gasto escolar del inicio de curso. Estamos hablando de la enseñanza obligatoria, la cual, según la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, debe ser gratuita para todas las familias.
Esto no quiere decir que
el Estado o las administraciones públicas paguen los lápices y las bolsas de
deporte, sino en encontrar soluciones imaginativas para que la enseñanza sea sostenible y solidaria, en
especial para las familias numerosas y las que tienen pocos o muy pocos
recursos. De no ser así, no se puede
hablar de auténtica igualdad de oportunidades entre las familias.
En consecuencia, la
dirección del colegio y los padres han de llegar a un acuerdo para:
1.- Procurar que los libros
puedan reutilizarse de un curso para otro y crear un fondo de libros a
disposición de los padres.
2.- Crear un fondo de
material escolar (lápices, colores, reglas, cuadernos, etc.) reutilizables para
el siguiente curso escolar.
3.- Crear un fondo de
ropero en el que pudieran dejar allí sus ropas los niños y niñas que ya no las
van a usar más porque han cambiado talla.
4.- Buscar la complicidad
de padres y amigos para abaratar los precios de excursiones, visitas de
estudio, etc.
5.- Enseñar a los alumnos
y a los hijos vivir con mayor austeridad, pensando en que los demás, los que
vienen detrás, necesitan lo que ellos usan.
6.- Crear un ambiente de
solidaridad, no ya con refugiados en otros países, sino con los necesitados que
están al lado de la escuela o familias necesitadas.
7.- Buscar soluciones
para hacer más económicos los servicios de transporte y comedor, si los
hubiere.
No queremos agotar aquí
todas las posibilidades, pero hay muchas para que un hijo no cueste a los
padres 400 euros (500 dólares) al empezar el curso por los gastos escolares. Hay que hacer sostenible la educación
básica en todo el mundo.
La comunidad escolar debe
tener en cuenta que “la familia es el
elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección
de la sociedad y del Estado”, como dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 16, 3).
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