La manifestación del 11-S por la Meridiana de Barcelona ha quedado
desvirtuada y se aleja de la transversalidad de las grandes manifestaciones
anteriores, en favor del Dret a Decidir i de “Catalunya Nou Estat d’Europa”,
expresiones que no se usan ahora.
Decimos que se ha desvirtuado porque los convocantes son precisamente los
que han confeccionado la lista independentista de Artur Mas y Oriol Junqueras:
los representantes de la ANC (Assemblea Nacional de Catalunya) y Òmnium
Cultural, convocantes de la manifestación.
O sea que la del 11-S es una manifestación a favor de un cartel o lista
electoral concreta que quiere ganar las elecciones 15 días después (el 27-S). Esa
manifestación se aleja de los parámetros de la unidad del pueblo de Catalunya
el día de su fiesta nacional o Diada Nacional. La proximidad de las elecciones
ha echado agua al vino, y el 11 de septiembre no será más que una manifestación
de una plataforma electoral concreta. Lástima que de ese modo desvirtúan
igualmente el sentido de la Diada, que debería ser para “todos” los catalanes y
no una parte, como se hacía desde el principio de la democracia española.
Por otro lado, a medida que nos acercamos a las elecciones catalanas,
plebiscitarias o no, me da lo mismo pues lo importante es el resultado y no la
palabrería, sube el tono del discurso político independentista, al igual que
sube el tono tanto del Gobierno como del Partido Socialista en contra del
discurso independentista, porque auguran que será un “gran fracaso”. Aunque la
prensa de Barcelona no lo quiera explicitar, Pedro Sánchez ha venido a
Barcelona a decir que no apoyará el secesionismo.
El Rey y Artur
Mas
El rey Felipe VI y Artur Mas se vieron el viernes pasado con caras largas
en el Palacio de la Zarzuela, y el jueves se vieron con semblantes más serios
en la entrega de despachos de la Escuela Judicial, que el expresidente Jordi
Pujol quiso que tuviera su sede en Barcelona.
El Rey opina que la posición de Artur Mas es “irreconducible”, que es lo
mismo que decir “no hay nada que hacer”, según ha declarado el presidente de
Cantabria, Miguel Ángel Revilla. El Rey es el garante de la unidad de España y de
la legalidad. En la entrega de despachos a los nuevos jueces y fiscales recién
salidos de la Escuela Judicial, les ha dicho que “para el poder judicial como
para el resto de instituciones del Estado, el respeto a la ley nunca ha sido ni
debe ser un trámite, una mera formalidad; una alternativa. En su raíz más
profunda, respetar la ley es fuente de legitimidad y la exigencia ineludible
para una convivencia democrática en paz y libertad".
Y ha añadido el Rey, tras alabar la Constitución: el Estado de Derecho es
la vía por la que "los ciudadanos encuentran la garantía de sus libertades
ante los poderes públicos, que se ven sometidos al imperio de la ley y,
respetándola, garantizan el ordenado funcionamiento del Estado".
Por su parte, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del
Poder Judicial, Carlos Lesmes, ha dicho que "no hay democracia sin respeto
a la ley". La legitimidad viene del respeto a la ley, una ley aprobada por
los representantes del pueblo elegidos democráticamente.
Esto, dicho en el mundo independentista catalán en estos momentos es papel
mojado, pues se pide que no se respeten las leyes de un “estado opresor”.
Artur Mas, por su parte, ha dicho que “nunca nos hemos saltado la ley”.
Pero su programa anuncia que se van a saltar las leyes para alcanzar el Estado
catalán, pese a quien le pese. Eso lo ha dicho el cabeza de lista de la
candidatura llamada “transversal”, Raül Romeva, y también lo han dicho Oriol
Junqueras, Carme Forcadell y Muriel Casals, es decir cuatro de los cinco primeros en la llamada
lista independentista donde está Artur Mas.
Concretamente, Junqueras ha dicho que solo obedecerá la representación y
las leyes que emanen del pueblo catalán: una clarísima declaración de
insumisión al marco legal en el que Catalunya se encuentra. ¿Esperará que
con estas ideas sea creíble en Europa? Europa ve en un futuro de la Catalunya
independiente un posible socio díscolo y respondón, al estilo de la Grecia de
Syriza.
En este estado de cosas, pienso que no hay conversaciones que puedan hacer
cambiar ni a Artur Mas, ni a los soberanistas, de que abandonen su hoja de ruta
independentista. La suerte está echada.
Y delante del Rey, del presidente del Tribunal Supremo y del ministro de
Justica, estaba también la flamante alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que ya
dijo que las leyes si no le van bien se las saltaba a la torera (exagero un
poquito). De momento, se “salta” a la Virgen de la Merced, diciendo que no irá
a la misa tradicional, ni ella ni el Consistorio, rompiendo una tradición
ancestral rota solamente durante la guerra civil española.
Los que nos miran dicen: esto es un desfase con ribetes anárquicos. Y lo
es.
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