Raül Romeva no es un hombre
fácil, ni dócil. Eso lo sabíamos quienes le conocemos. Fue elegido cabeza de la
lista “Junts pel Si” como plato de tercera mano, y eso ya de por sí no es bueno
para quien encabece una lista o cartel electoral. Raül Romeva fue propuesto
tras rechazar Esquerra la propuesta de Mas de que fuera la bulliciosa Pilar Rahola, y de
declinar el tenor Josep Carreras, la invitación.
Raül, que no tiene un pelo de
tonto, o mejor decir que es muy listo, vio una laguna en el acuerdo
soberanista-independentista de la lista “transversal”, “unitaria” y otros
calificativos al uso en la jerga independentista, donde la palabrería es más
abundante que los hechos. La laguna es
que no está escrito quién será el presidente. Ya avisó Raül en unas
declaraciones diciendo que en el acuerdo no se especificaba quién sería el
presidente tras las elecciones del 27-S, en caso de ganar su lista.
Y de ahí se
pasó a la pregunta si podía ser él presidente, y Romeva respondió a la
francesa: “Pourquoi pas?” (¿Por qué
no?). Raül ya había entusiasmado a las masas independentistas con su palabra
fácil.
Los tramoyistas y forjadores de
la lista se quedaron de piedra. La portavoz del Gobierno --con aquello de que
ahora ya qué más da mezclar gobierno con partido, con listas electorales, con
discusiones lo mismo da el Parlament que el Palau—Neus Munté desmintió a Raül
con mucha contundencia. Pero Neus Munté ni siquiera está en la lista, ¿quién le
ha dado vela en este entierro para opinar? Y tuvieron que salir voces de ERC y
de CDC que reconoieron que no estaba escrito en el pacto, pero que lo pondrían
por escrito “en las próximas semanas” (esperemos que antes de las elecciones).
Da la impresión, y más que la
impresión, que todo se ha hecho deprisa y corriendo, con improvisación, sin
calcular los pros y los contras, ni dejar atada una candidatura. Y eso a pesar
de que todos los días la prensa independentista contiene docenas de “consejos”
para el independentismo: lo que tiene y no tiene que hacer la lista, antes,
durante y después de las elecciones del 27-S, elecciones todavía no convocadas,
pero que no cabe duda que serán convocadas para el 3 de agosto.
Artur Mas ya puso cara de póker
ante el rey Felipe VI, cuando éste le dijo que la ley “no es un trámite” y que
no hay legitimidad sin legalidad. Y lo dijo ante los nuevos jueces y fiscales
que salían de la Escuela Judicial, los cuales prorrumpieron en un prolongado
aplauso que sorprendió no solo a Artur Mas, sino a la alcaldesa Ada Colau, el
mismo día que defenestró el rey Juan Carlos I de la sala de plenos del
Ayuntamiento de Barcelona. Un alcalde no es “soberano para poner y quitar
imágenes de los plenos, `pues los plenos los preside siempre la figura del Jefe
del estado, en este caso el Rey, y si de quita a Juan Carlos hay que poner a
Felipe VI, que es el Jefe del Estado al que pertenece el Ayuntamiento. Guste o
no guste. ¿Se lo tiene que recordar el gobierno?
El Rey, que no gobierna, pero
reina, es decir actúa como árbitro y moderador de los poderes del Estado, y por
lo tanto impulsor de consensos, garante de la unidad de España, símbolo de la
jefatura de las Fuerzas Armadas y del Poder Judicial, y representante de España
en el Exterior. Y en este contexto actuó el jueves en la entrega de despachos
en la Escuela Judicial.
La crónica política en este mes
de julio, y tal vez sea también por el calor sin precedentes que nos depara
este mes y que agita las neuronas, está salpicada de interesantes acontecimientos. Desde la detención de
los Sumarroca, carne y uña con la familia Pujol y en consecuencia con gente de
Convergència Democràtica, hasta la retirada del busto de Juan Carlos del
Ayuntamiento, pasado por los nombramientos como jefas de prensa y comunicación
en Madrid y Barcelona de dos mujeres que han dado mucho que hablar por sus
comportamientos impudorosos anteriores, con la decisión de la alcaldesa Colau
de “plantar” a la Virgen de la Merced y de cambiar la fiesta de su celebración
del 24 al 18 por las elecciones, y un largo etcétera.
El día 25 se cumple el
aniversario de la auto inculpación de Jordi Pujol, a la que ha seguido una
retahíla de acontecimientos judiciales, parlamentarios –con comisión de
investigación—y políticos (la necesidad de la refundación de Convergència
Democràtica y la ruptura de CiU, entre Convergència i Unió, tras 37 años de
matrimonio no siempre bien avenido). Incluso se han celebrado elecciones en el
FC Barcelona, con un marrullero Laporta como perdedor, y un presidente saliente
que ha resultante entrante de nuevo por mayoría absoluta.
No ha faltado nada, ni en
Catalunya ni en la España del despilfarro, donde el aeropuerto de Ciudad Real,
que ha resultado peatonal pero que ha costado 450 millones de euros, ha sido
vendido por 10.000 euros a los chinos. Parece una burla… o una estafa.
Ahora solo hace falta el parto
del PP para encabezar la lista electoral en las elecciones catalanas. Alicia
Sánchez-Camacho está claro que ha dejado el partido bajo mínimos y no puede
repetir. ¿Será Alejandro Fernández que desde Tarragona se embarque al frente de
la candidatura? Dicen que Rajoy se lo piensa, pero personalmente yo creo que
este está superado ante tantas teclas que tocar.
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