El aire renovador ha
entrado en los municipios españoles, tras el 13-J en que se constituyeron. Esta
renovación será sin duda saludable para muchos municipios en que los gobiernos
locales casi se habían enquistado, y además dejan un legado en no pocos casos
bastante triste, por las deudas y por el aferramiento al cargo de los
anteriores ediles.
Es bueno que quienes
entran nuevos en la gobernación de la ciudad tengan ilusión y transmitan
ilusión a la ciudadanía. Los nuevos consistorios han sido producto de pactos,
unos en busca de un modelo de ciudad, otros en alcanzar cotas de poder y otros para
eliminar al PP del ayuntamiento.
¿Cómo va a gestionar
Podemos que ha apoyado a muchos gobiernos locales socialistas e
independentistas radicales (Pamplona con un alcalde de EH Bildu)? ¿Y
Ciudadanos?
En los cuatro ayuntamientos más importantes de España, se ha impuesto Podemos o plataformas de izquierdas de izquierda: Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza. Es un dato
importante, porque son gobiernos que deberán gestionar su endeudamiento y su
austeridad. De momento, ha gustado mucho que Manuela Carmena, nueva alcaldesa
de Madrid, haya prometido fidelidad a la Constitución y al Rey, con el aplauso
desde el público un sonriente Pablo Iglesias ¿Se ha vuelto institucional?
Los ayuntamientos hasta
ahora habían sido gestionados con presupuestos austeros, cumpliendo con el
principio de estabilidad presupuestaria. No parece que ahora vaya a ser así.
Habrá que poner en marcha políticas sociales sin tener dinero, y para ello
deberán recurrir al endeudamiento en una España ya muy endeudada, tanto que
alcanza el nivel de su Producto Interior Bruto.
En cuanto a los pactos,
destacar que se han formalizado tripartitos de izquierdas en muchos
ayuntamientos españoles, con Podemos, PSOE
y coaliciones locales y nacionalistas, como en los casos de Barcelona,
Palma de Mallorca, Valencia, Santiago de Compostela y muchos otros. De ahí se
deriva que el PSOE no tiene límites en sus pactos, y pacta con cualquiera, incluso
con independentistas tipo ERC, BNGA y Compromís. La única línea roja es EH
Bildu, por exigencias de la política del PSOE en Madrid.
Ciudadanos se ha visto
abocado al pacto con dos líneas claramente marcadas: la lucha contra la
corrupción del PP (Madrid) y del PSOE (Andalucía) y rechazar pactos con
formaciones nacionalistas e independentistas (como Barcelona y Valencia). Esto
es importante para erradicar la corrupción en España, aunque mucho nos tememos
que la corrupción en el PP de Madrid y en el PSOE de Andalucía es casi endémica
en ambos partidos en los lugares citados.
Pero esto es insuficiente para un partido, pues si quiere durar debe
tener músculo político y Ciudadanos no ha demostrado que lo tenga. Es la gran
asignatura pendiente en ese partido.
En Barcelona, Ada Colau
ya ha dicho que “hay que ir despacio”, pues los problemas no se resuelven de la noche a
la mañana, aviso de la complejidad del gobierno de una ciudad de casi dos
millones de habitantes. En los ayuntamientos grandes se ha visto un nuevo look en la vestimenta: sin corbata y sin
traje y sandalias, aunque todavía persiste la americana de color claro como prenda de
“vestir”.
No ha faltado la liturgia
populista en la Plaça de Sant Jaume, delante del Ayuntamiento, con la
investidura de Ada Colau. Los parabienes que ha recibido lo flamante nueva
alcaldesa --la primera mujer alcalde de la Ciudad Condal—para conseguir mayoría
en el consistorio tanto de Esquerra, Alfred
Bosch, como del PSC y, en parte, de la CUP, presagian una reedición del
tripartito de triste memoria en la Generalitat catalana, aunque justo es
reconocer que el tripartito ha funcionado bien en los ayuntamientos con
importante predominio socialista, que no es este el caso. Barcelona no es un
Ayuntamiento más, ya que no solo es la capital de Catalunya, sino la segunda
capital más importante de España que exigirá un importante esfuerzo en la
gestión, para que Barcelona siga siendo una de las capitales más reconocidas
del mundo, y se eliminen las desigualdades.
Un dato importante es que
en la toma de posesión de Ada Colau no había apenas representantes de la
Generalitat, ni del mundo empresarial, ni tampoco de la cultura cuya área no está
asignada a nadie todavía. No estaba la Catalunya oficial.
El punto de mira se pone
en Navarra, donde el poder foral y Pamplona serán gestionados por fuerzas
nacionalistas radicales partidarias de que Navarra se una a Euskadi, lo que es
rechazado radicalmente por la mitad de los navarros, que no quieren ser un
apéndice del gobierno de Vitoria.
Ha empezado el cambio en los ayuntamientos, que
auguran mayorías inestables, pues los pactos no son todos de la misma
naturaleza, y unos se han visto abocados a pactar, y han pactado un programa
serio, pero otros han ido a ocupar el poder municipal lo que no augura
estabilidad
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