Cuando una pareja
lleva muchos años viviendo juntos y se hace casi imposible reconstruir el
matrimonio inicial. ¿Qué hacer? El matrimonio lo han debilitado las leyes
permisivas como el divorcio cada vez más laxo, y no pocos cristianos tienen una vida
familiar irregular.
El Sínodo de 2014 pide para ellos mucha comprensión y acompañamiento y es más: como dijo el mismo papa Francisco, muchos matrimonios rotos y muchos divorcios lo son porque el matrimonio inicial era nulo, pero no han llevado el caso a los tribunales de la Iglesia. ¿Cuántos divorcios son la consecuencia de matrimonios nulos? El papa Francisco ha decidido la gratuidad en las causas matrimoniales.
En el caso de los divorciados y vueltos a casar hay circunstancias que conviene cuidar adecuadamente y se dan muchas situaciones injustas. También hay que cuidar pastoralmente: la preparación del matrimonio en la que los futuros esposos conozcan bien a lo que se van a obligar, a que no confundan un sentimiento pasajero con el amor profundo que se requiere al contraer matrimonio. Que no confundan el enamoramiento con el amor. En este terreno también los sacerdotes y los agentes de pastoral tienen el deber de tener una excelente preparación para poder transmitir al matrimonio la auténtica doctrina del amor de Jesucristo a su Iglesia, que es una donación total e indisoluble.
Otra cuestión que ha sido ya abordada por el papa Francisco: los tribunales para la nulidad de los matrimonios deben ser más profesionales, más expeditivos, menos burocratizados y más ecuánimes. Son los llamados tribunales de la Rota a los que hay que quitar mucho polvo y promocionar a profesionales del derecho, hombres y mujeres, no eclesiásticos para que ocupen cargos dentro de los mismos. Ahí se podrían citar los matrimonios mixtos entre un cónyuge católico con otro que no lo es. Los no católicos no quieren saber nada de tribunales eclesiásticos y de anulaciones matrimoniales. ¿Cómo resolverlo?
Y un asunto importante ¿cómo se
acompaña a las mujeres embarazadas –a veces adolescentes—para que no caigan en
la depresión, el dolor y la angustia y decidan abortar? El papa Francisco ha
dicho que la Iglesia debe proteger a los débiles “con predilección” y entre
ellos tanto las futuras madres que se encuentran solas como“los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de
todos a quienes hoy se les quiere negar la dignidad humana en orden a hacer de
ellos lo que se quiera”, cuando el “ser humano es siempre sagrado e inviolable
en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo” (Evangelii Gaudium, n. 213). Y añade el papa: “toda violación de
la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios” (Ídem). Lo
mismo vale para la eutanasia en personas mayores.
Sería largo hacer un elenco más amplio de situaciones familiares que necesitan una atención pastoral urgente y delicada.
El Sínodo de 2014 pide para ellos mucha comprensión y acompañamiento y es más: como dijo el mismo papa Francisco, muchos matrimonios rotos y muchos divorcios lo son porque el matrimonio inicial era nulo, pero no han llevado el caso a los tribunales de la Iglesia. ¿Cuántos divorcios son la consecuencia de matrimonios nulos? El papa Francisco ha decidido la gratuidad en las causas matrimoniales.
En el caso de los divorciados y vueltos a casar hay circunstancias que conviene cuidar adecuadamente y se dan muchas situaciones injustas. También hay que cuidar pastoralmente: la preparación del matrimonio en la que los futuros esposos conozcan bien a lo que se van a obligar, a que no confundan un sentimiento pasajero con el amor profundo que se requiere al contraer matrimonio. Que no confundan el enamoramiento con el amor. En este terreno también los sacerdotes y los agentes de pastoral tienen el deber de tener una excelente preparación para poder transmitir al matrimonio la auténtica doctrina del amor de Jesucristo a su Iglesia, que es una donación total e indisoluble.
La fórmula del sacramento dice: “Yo, Luis, te recibo a ti, Ana, como esposo,
y prometo serte fiel
tanto en la
prosperidad como en la adversidad,
en la salud como en la
enfermedad,
amándote y
respetándote durante toda mi vida”. (Rito de la celebración del Sacramento del
Matrimonio).
Como dice el Cantar de los
Cantares: “Mi amado es mío y yo soy
suya… Yo soy de mi amado y él es mío” (Ct 2, 17; 6, 3). La fórmula es muy potente porque es
muy exigente en ese amor que ha nacido entre los nuevos esposos análogo al amor
indisoluble de Jesús con la Iglesia, con la que tiene una alianza esponsal (la
Iglesia es la Esposa de Cristo) como afirma San Pablo en doctrina inequívoca
(Cfr. Ef, 5).
Decía el documento final del
Sínodo de 2014: “Ante todo, está el
desafío de la fidelidad en el amor conyugal. La vida familiar suele estar marcada por el debilitamiento de la fe y de
los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el stress
de una ansiedad que descuida la reflexión serena. Se asiste así a no pocas crisis matrimoniales, que se
afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo
sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio”.
Por lo tanto, para perseverar en
este amor entre los esposos desde el primer día, en la familia es
imprescindible vivir la lealtad, la confianza, la transparencia, la fidelidad,
la fortaleza, la justicia que consiste en esforzarse en comprender al otro para
no tomar decisiones injustas, la templanza, el buen humor, el saber ceder, el
perdón y la eliminación de todo resentimiento o venganza. En el matrimonio no
hay nada que sea “imperdonable”, porque el amor entre esposos y entre padres e
hijos, participa del amor de Dios a los hombres y es un amor infinito
Descendiendo a casos concretos,
citamos el ejemplo de un obispo africano que el pasado Sínodo puso sobre la
mesa el caso de un hombre polígamo que quiere convertirse al catolicismo. Solo
podrá tener una mujer, pero ¿qué será de las otras cuatro que gozaban de un
nivel de vida y un “status” social determinado? No podrán ser repudiadas y
abandonadas a su suerte, sino que requerirán de una solución justa y
equitativa.
Otra cuestión que ha sido ya abordada por el papa Francisco: los tribunales para la nulidad de los matrimonios deben ser más profesionales, más expeditivos, menos burocratizados y más ecuánimes. Son los llamados tribunales de la Rota a los que hay que quitar mucho polvo y promocionar a profesionales del derecho, hombres y mujeres, no eclesiásticos para que ocupen cargos dentro de los mismos. Ahí se podrían citar los matrimonios mixtos entre un cónyuge católico con otro que no lo es. Los no católicos no quieren saber nada de tribunales eclesiásticos y de anulaciones matrimoniales. ¿Cómo resolverlo?
Sería largo hacer un elenco más amplio de situaciones familiares que necesitan una atención pastoral urgente y delicada.
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