Por Salvador Aragonés
El rey Juan Carlos quiere resolver pronto el problema dinástico planteado
por el caso de la Infanta Cristina de Borbón, la cual se encuentra imputada
judicialmente por participar en las empresas de su marido Iñaki Urdangarín, al
que los tribunales pronto le tendrán que juzgar por los delitos contra hacienda
y las irregularidades de sus negocios por las que podrían penarlo a 10 años de
cárcel.
El martes 17 se reunió el rey emérito Juan Carlos con su hija la Infanta
Cristina en el Club Náutico de
Barcelona, del que ambos son socios, por espacio de una hora. La cita la ha
querido airear el propio Rey emérito con toda la intención a fin de
presionar a su hija y llegar a una solución en el tema dinástico. Desde los medios de comunicación y desde
diversas formaciones políticas se ha pedido en reiteradas ocasiones que la
duquesa de Palma, casada con Iñaki Urdangarín, debería renunciar a sus derechos
sucesorios a la Corona de España, por el buen nombre de España, de la Casa Real
Española y de la propia familia real.
Es una asignatura pendiente o un cabo suelto que el rey Juan Carlos dejó
tras su abdicación en favor de su hijo Felipe, hoy Rey de España. Juan Carlos
quiere resolver este problema con su hija dada la acumulación de citas
electorales en España (cuatro este año) que modificarán el mapa político y que se augura
un mapa distinto al actual, tanto en el gobierno central –el PP está lejos de
la mayoría absoluta según en las encuestas— como en la correlación de fuerzas
parlamentarias en la que hay un auge de
formaciones republicanas, como Podemos de extrema izquierda, Izquierda Plural,
así como importantes sectores socialistas y de otras formaciones políticas, en
las que la monarquía no es su ideal.
Aunque la actividad del rey Felipe VI y de su esposa la reina Letizia
alcanza una buena puntuación (un 75 sobre 100) en las
encuestas de opinión pública, la anomalía de la Infanta Cristina como imputada
es sin duda una mancha en la institución monárquica.
La Infanta Cristina hasta ahora se ha negado, a pesar de que su renuncia no
afectaría a sus cuatro hijos que ha tenido con su marido Iñaki
Urdangarín, un ex jugador de Balonmano y Olímpico, y tampoco parece dispuesta a
divorciarse, como le pidió en una ocasión su padre el rey Juan Carlos. La
Infanta Cristina no puede ser obligada a renunciar a sus derechos sucesorios,
los cuales se adquieren no por la ley, sino por los derechos de familia.
Aunque es la séptima persona en la línea sucesoria a la Corona española, lo que hace muy improbable que acceda al Trono, sin embargo la opinión pública cree que no es bueno para la Monarquía ni para España tener un miembro de la misma investigado por la justicia por irregularidades económicas y fiscales. ¿Podría dimitir hasta que un tribunal decidiera emitir una sentencia condenatoria o no? Es una dimisión temporal y sería un alivio para todos en los momentos que la corrupción está siendo el centro de la batalla política en España.
Aunque es la séptima persona en la línea sucesoria a la Corona española, lo que hace muy improbable que acceda al Trono, sin embargo la opinión pública cree que no es bueno para la Monarquía ni para España tener un miembro de la misma investigado por la justicia por irregularidades económicas y fiscales. ¿Podría dimitir hasta que un tribunal decidiera emitir una sentencia condenatoria o no? Es una dimisión temporal y sería un alivio para todos en los momentos que la corrupción está siendo el centro de la batalla política en España.
La Infanta Cristina vive en la actualidad con sus hijos de Ginebra (Suiza), fuera
del ruido mediático de Barcelona, y se
encuentra estos días en esta capital para gestionar la venta de su casa en el
lujoso barrio de Pedralbes de Barcelona, valorada en unos 8 millones de euros y
que ha sido en principio adquirida, aunque no liquidada. La venta era debida a
poder pagar la fianza exigida por el juez de Palma de Mallorca, José Castro, a Iñaki Urdangarín.
El rey Juan Carlos quiere resolver pronto el problema dinástico planteado
por el caso de la Infanta Cristina de Borbón, la cual se encuentra imputada
judicialmente por participar en las empresas de su marido Iñaki Urdangarín, al
que los tribunales pronto le tendrán que juzgar por los delitos contra hacienda
y las irregularidades de sus negocios por las que podrían penarlo a 10 años de
cárcel.
El martes 17 se reunió el rey emérito Juan Carlos con su hija la Infanta
Cristina en el Club Náutico de
Barcelona, del que ambos son socios, por espacio de una hora. La cita la ha
querido airear el propio Rey emérito con toda la intención a fin de
presionar a su hija y llegar a una solución en el tema dinástico. Desde los medios de comunicación y desde
diversas formaciones políticas se ha pedido en reiteradas ocasiones que la
duquesa de Palma, casada con Iñaki Urdangarín, debería renunciar a sus derechos
sucesorios a la Corona de España, por el buen nombre de España, de la Casa Real
Española y de la propia familia real.
Es una asignatura pendiente o un cabo suelto que el rey Juan Carlos dejó tras su abdicación en favor de su hijo Felipe, hoy Rey de España. Juan Carlos quiere resolver este problema con su hija dada la acumulación de citas electorales en España (cuatro este año) que modificarán el mapa político y que se augura un mapa distinto al actual, tanto en el gobierno central –el PP está lejos de la mayoría absoluta según en las encuestas— como en la correlación de fuerzas parlamentarias en la que hay un auge de formaciones republicanas, como Podemos de extrema izquierda, Izquierda Plural, así como importantes sectores socialistas y de otras formaciones políticas, en las que la monarquía no es su ideal.
Aunque la actividad del rey Felipe VI y de su esposa la reina Letizia alcanza una buena puntuación (un 75 sobre 100) en las encuestas de opinión pública, la anomalía de la Infanta Cristina como imputada es sin duda una mancha en la institución monárquica.
La Infanta Cristina hasta ahora se ha negado, a pesar de que su renuncia no afectaría a sus cuatro hijos que ha tenido con su marido Iñaki Urdangarín, un ex jugador de Balonmano y Olímpico, y tampoco parece dispuesta a divorciarse, como le pidió en una ocasión su padre el rey Juan Carlos. La Infanta Cristina no puede ser obligada a renunciar a sus derechos sucesorios, los cuales se adquieren no por la ley, sino por los derechos de familia.
Aunque es la séptima persona en la línea sucesoria a la Corona española, lo que hace muy improbable que acceda al Trono, sin embargo la opinión pública cree que no es bueno para la Monarquía ni para España tener un miembro de la misma investigado por la justicia por irregularidades económicas y fiscales. ¿Podría dimitir hasta que un tribunal decidiera emitir una sentencia condenatoria o no? Es una dimisión temporal y sería un alivio para todos en los momentos que la corrupción está siendo el centro de la batalla política en España.
La Infanta Cristina vive en la actualidad con sus hijos de Ginebra (Suiza), fuera del ruido mediático de Barcelona, y se encuentra estos días en esta capital para gestionar la venta de su casa en el lujoso barrio de Pedralbes de Barcelona, valorada en unos 8 millones de euros y que ha sido en principio adquirida, aunque no liquidada. La venta era debida a poder pagar la fianza exigida por el juez de Palma de Mallorca, José Castro, a Iñaki Urdangarín.
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