
Personalmente no sé qué se podrá
hacer en cinco meses de legislatura, pero mucho me temo que no habrá tiempo
para aplicar las propuestas. Por eso algunos han calificado este programa de “brindis
al sol”, otros que Artur Mas ha iniciado ya la campaña electoral, otros que
prepara el programa de gobierno si gana las elecciones. Los partidos de la
oposición creen que Artur Mas, tras su declaración en la Comisión de
investigación por el “caso Pujol”, ha iniciado una ofensiva para demostrar que
sigue vivo.
La oposición tiene razón cuando
cuestiona al president Mas que no se puede ejecutar en cinco meses un “plan de
choque para el empleo” o “un plan económico” cuyos frutos estén a la vuelta de
la esquina. Está claro que mejorará el empleo de aquí a finales del año y
también la economía. Lo dicen todos los informes de todas las instancias e
instituciones económicas mundiales. Es como jugar con las cartas marcadas.
Mas ha anunciado tres nuevas leyes para “mejorar el empleo”, un “plan
para luchar contra la pobreza” y de “ayuda a las familias”, la aplicación de la
Ley de Transparencia e impulsar la creación de una Hacienda Catalana creado
nuevos funcionarios y crear las estructuras de una Seguridad Social propia,
independiente de España.
Además ha nombrado a dos Comisionados (cargos asimilados a consellers),
uno para la “Transición Nacional” que será el ex miembro del Tribunal
Constitucional, Carles Viver i Pi-Sunyer, y otro para el desarrollar la Ley sobre
la Transparencia, que será Núria Bassols, magistrada en excedencia del Tribunal
Superior de Justicia de Catalunya y ex directora de la Escuela Judicial de
donde salió al perder la “confianza” del Consejo General del Poder Judicial.
Con estos nombramientos Mas evita realizar cambios en el gobierno.
Por una parte Artur Mas quiere dar un barniz social a su acción de
gobierno que tiene los días contados, y por otra, avanzar en las “estructuras
de Estado”, tal como le pide Esquerra Republicana. Esto puede parecer bien como
lanzamiento final de una legislatura vacía de contenido del gobierno de la
Generalitat, preocupado solamente por impulsar el soberanismo independentista.
El plan significa que el gobierno de Mas aumenta plantilla, probablemente
en cientos de funcionarios, entre Comisionados, Hacienda, Seguridad Social,
embajadas, etc. Esto crea expectativas de empleo para quienes esperan tener su
puesto de trabajo en la Generalitat, pero también aumenta el gasto no
productivo que desembocará en un incremento de endeudamiento de la Generalitat que
está en los límites, como todo el mundo sabe. Es un dinero este que no irá a
mejorar la condición de vida de los ciudadanos, ni a crear puestos de trabajo
productivos para la juventud. Solo un dato: en Catalunya, según la Generalitat,
unos 3.500 jóvenes pertenecen a bandas de distinto tipo sin tener oportunidad
alguna de inserción. Y esto no solo es una falta de justicia, sino un peligro
para el orden público.
Es un dinero que se gastará en aras a la “grandeur” de una Catalunya “rica
i plena” pero endeudada hasta los tuétanos. Claro que ahora han llovido 220
millones del gobierno central, del Ministerio de Fomento, para construir el
tren lanzadera que llegará hasta la nueva terminal del aeropuerto (T-1) desde
el centro de la ciudad. Era un proyecto bloqueado por Fomento aduciendo que no
tenía dinero. Y antes de Semana Santa se licitarán también los accesos
ferroviarios al Puerto de Barcelona.
En conclusión, tenemos en Catalunya un “decálogo” para la galería y para
iniciar la precampaña electoral. De aquí a finales de julio que es cuando acabe
la legislatura por la convocatoria de elecciones veremos decisiones en
dirección electoralista, lo que es habitual en un periodo pre-electoral, y
cuyas leyes no podrán aplicarse hasta que las vuelva a aprobar la siguiente
legislatura.
¿Y quién mandará en Catalunya la próxima legislatura? Habrá que contar
con la presencia de Podemos y con que Iniciativa-Verds de Joan Herrera, si
subsiste al embate electoral y no se funda con Podemos, se habrá apartado del
soberanismo independentista, según ha anunciado. En estos momentos no está
claro que gane el soberanismo, aunque este no tiene una alternativa
parlamentaria, como hemos dicho en otras ocasiones. Todo un reto para el pueblo
catalán que deberá decidir por qué y por quién se inclina el próximo 27 de
septiembre. Serán unas elecciones importantes, pero nunca “plebiscitarias” como
pretenden CiU y ERC, pues no hay un plebiscito en unas elecciones
parlamentarias. Lo que sí habrá es un adelanto electoral, a lo que Artur Mas ya
nos tiene acostumbrados.
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