Grecia ha recibido un duro correctivo por parte de sus socios de la Unión Europea, tanto de la Comisión como del Eurogrupo (ministros de Economía y Finanzas de los 18 países de la zona euro) liderados como siempre por Alemania. Es la demostración palpable de que el programa populista de Syriza –el Podemos griego—no puede aplicarse.
Y es fácil entenderlo. Grecia necesita unos 20.000 millones
de euros en los próximos meses para poder pagar las nóminas, las pensiones, el
funcionamiento del Estado, el Ejército, etc. No tiene dinero y debe más de
350.000 millones de sus socios europeos, lo que representa en 180 por ciento de
su producto interior bruto (PIB). Ninguno de los prestamistas a Grecia quiere
dar quitas ni regalar lo que es suyo, aunque les gustaría llegar a un acuerdo con Grecia. Es más, se le ha exigido a Grecia que cumpla
sus compromisos adquiridos cuando asumió la deuda, con independencia de quien
esté en el gobierno. Si a Grecia fue ayudada por los países de la UE y el Banco
Central Europeo (BCE) en unas condiciones, y a pesar de ello no bajó
substancialmente su nivel de corrupción interna, su despilfarro público, y su
mal gobierno la Unión Europea no tiene por qué regalar el dinero a Grecia
simplemente porque gobiernan otros elegidos democráticamente por el pueblo
heleno. Pero también, dicen los países del eurogrupo, ellos hna sido elegidos democráticamente.
Los descorbatados de Syriza --no tengo nada contra los que no llevan corbata y los prefiero a los descamisados del parlamento catalán-- no han convencido a sus
socios europeos y han pedido por favor que se les deje cumplir al menos una
parte de su programa de promesas hechas durante la pasada campaña electoral. Europa ha dicho a Grecia que prometieron lo que no podían dar. Se
prometió mejorar las pensiones, poner un salario mínimo, mejorar prácticamente
todas las prestaciones sociales, desde la sanidad hasta la educación, el paro,
las pensiones y un largo etcétera, diciendo al mismo tiempo que enseñarían los
dientes en Bruselas, y que no reconocían a la Troika y tampoco subirían impuestos.
Además, lo primero que hizo Alex Tsipras, presidente del Gobierrno, fue recibir a los embajadores de Rusia y China, como para sacar pecho a Europa. Es la cuadratura del círculo.
Los países europeos, al principio, escucharon las
pretensiones de los nuevos gobernantes griegos. Siempre hay curiosidad en
Bruselas para conocer lo nuevo para ver si aportan algo con que mejorar las
pesadas estructuras comunitarias. ¿Habrá llegado un aire fresco y desafiante de
la vieja Atenas? Luego resultó que los griegos querían seguir cobrando pagando
los demás y sin asegurar cómo pagarían lo que deben, con políticas
expansionistas en el gasto que no podían hacer más que incrementar el déficit y
la deuda.
No estamos en las guerras del Peloponeso, ni en las
épocas brillantes de Esparta y Atenas, sino que la realidad es bien distinta.
Cuando necesitas urgentemente dinero para pagar el salario a tu gente, irritas
a tus acreedores y prometes a tu pueblo que el dinero llegará en abundancia en
forma de pensiones, salarios, inversiones, etc., hay que ser un poco
irresponsable. ¿Por qué no se van de la Unión Europea? No pueden, están
enganchados, lo mismo que al euro, no pueden abandonar la moneda. Tampoco
pueden pedir ayuda a terceros, como a Rusia, China, Irán, Venezuela, Cuba y otros,
pues todos están medio arruinados o arruinados del todo a causa de la fuerte
bajada de los precios del petróleo. No por ir sin corbata y pelo en pecho se
asustan los cucos financieros alemanes, franceses y europeos en general.
En Bruselas se esperaba que los chicos de Syriza, los Tsipras y Varufakjs,
sacaran un conejo de la chistera o alguna fórmula económica magistral, y no lo
han hecho, sino que han dicho que quieren más dinero y aplazar el pago de la
deuda o llegar a una “quita” de la misma. Como los alemanes y los demás socios
del Eurogrupo saben sumar, restar y sacar tantos por ciento, han visto que con
el programa del gobierno griego no solo no funcionará la economía helena, sino
que no podrán pagar la deuda o la pagarán, nunca mejor dicho, “ad calendas
grecas”, es decir a tiempo indefinido. Ahora, aparte de llenar plazas, tendrán
que convencer a los ciudadanos griegos que habrá que seguir apretándose el
cinturón, pues si no el país no podrá prosperar. Lo dirán a su manera, pero no les
queda otro remedio. El resentimiento hacia Europa seguirá siendo fuerte, pero
quien siembra vientos recoge tempestades.
Por lo tanto, el gobierno griego ha de hacer los deberes como los ha hecho
España. En estos momentos los bancos helenos no tienen dinero porque se lo han
llevado todo los impositores temiendo un “corralito” a la Argentina e incluso
colocándolo a buen recaudo fuera del país. Sin dinero en circulación ¿se pueden
prometer mejoras salariales, de pensiones, no aumentar impuestos, etc.? Lo que está pasando es toda
una lección para el pueblo español para que no se deje deslumbrar por promesas fáciles
en las cuatro elecciones que tiene por delante este año 2015. Al final los números son muy
tercos y dos más dos son cuatro.
Otra cosa bien distinta es lo que ha dicho Jean
Claude Junquer: “se ha humillado a Grecia, a Portugal y a Irlanda”. Y esto es
cierto. La intervención de estos países –España se salgó por los pelos y de
continuar Zapatero hubiera sido intervenida— fue brusca, inmisericorde con
falta de solidaridad de quienes son tus socios. Además, en el caso de Grecia el
pecado original lo tienen aquellas instituciones financieras privadas de Europa
y de los Estados Unidos, como bien sabe Mario Draghi, que emitieron informes favorables, pero
falsos, sobre la situación real de la economía griega cuando esta entró en la
Unión Europea. ¿Se puede ayudar a Grecia? Diré que se debe ayudar a Grecia, pero no para continuar como siempre pagando la comida los demás.
Comentarios
Publicar un comentario