(Aleteia) El pasado Sínodo Extraordinario de los Obispos dedicado a la
Familia, y el próximo Sínodo Ordinario (octubre de 2015) también dedicado a la
Familia, analizan un punto crucial en las sociedades del mundo occidental desarrollado
que necesita una recristianización: la transmisión de la fe de generación en
generación, como hicieron nuestros abuelos. Hoy el papel de los abuelos en la
transmisión de la fe a sus nietos, hecha en coordinación con sus padre, es muy
importante.
El documento final del pasado
Sínodo (octubre de 2014) afirma que en las familias “está el empeño cotidiano de la educación en la fe y en la vida buena y
bella del Evangelio, en la santidad. Esta misión es frecuentemente compartida y
ejercitada por los abuelos y las abuelas con gran afecto y dedicación. Así
la familia se presenta como una auténtica Iglesia doméstica”.
La Iglesia siempre ha enseñado que los
padres deben ser –y no ha cambiado esta obligación—los primeros transmisores de la fe a sus hijos, una fe que ya
recibieron de sus padres. Los obispos católicos son conscientes que hoy este
deber de los padres está debilitado y muchas veces no ocupa el primer lugar ni
el segundo. ¿Qué mejor cosa le puedes dar a tus hijos si no la fe que
recibiste? La fe formará parte de su identidad como persona, como lo es la
lengua, el país, la cultura, y con así les damos las herramientas más potentes
para su equilibrio interior y una guía para vencer los obstáculos que
encontrará en su caminar.
Los padres hoy procuran que los hijos tengan la mayor educación posible
y los llevan a la escuela, donde estudian voluminosos libros de texto llenos de
colores y de escritura de los niños. Pero muchos padres quieren, además, que
sus hijos mejoren el inglés con unas clases de refuerzo, que mejoren sus
aptitudes físicas y van a gimnasia, o sus conocimientos musicales y van a clases
de música y tocan un instrumento, o que mejoren sus habilidades manuales… y un
largo etcétera. Al final del día los
niños están agotados. Y en todo este tiempo ¿alguien les sugiere que se acuerden de Dios? ¿En qué orden de
prioridades está Dios?
Por la noche, y con el cansancio,
a los niños a veces les cuesta rezar y lo perciben como una obligación más,
como el ir a misa los domingos, porque nadie les ha enseñado el sentido de la
Santa Misa, donde se desborda el amor de Dios, un Dios bueno y misericordioso.
Los niños rezan al principio y al final
del día al Dios Todopoderoso y a su Madre la Virgen María, toda dulzura para
conseguir “un mundo que
ame la verdad, la justicia y la misericordia”, como destaca el documento final
del Sínodo pasado. Al comenzar el día todo son
prisas para no llegar tarde al colegio, y el padre o la madre que los acompañan
van pensando más en el trabajo profesional que les viene en lugar de cuidar la
vida espiritual de los pequeños. Piensan que ya se lo enseñarán en el colegio o
cuando hagan a la Primera Comunión, o cuando… Es decir que alguien les dará
esta formación descuidando que es obligación propia de los padres, del padre y
de la madre.
Y así
van pasando los primeros años de la vida de los niños, los cuales tienen un
sinfín de interrogantes que esperan respuesta de los padres y no la tienen. Y es
hasta cierto punto comprensible porque los
padres llegan al final del día cansados de un estresante trabajo, donde tal vez
han tenido que hacer muchos kilómetros para ir y volver, y/o ha tenido que
trabajar a una velocidad de vértigo como se les ha exigido, o han recibido
reprimendas de sus jefes o jefas, o simplemente no le han salido bien las cosas,
o también porque buscan trabajo y no lo encuentran y cuando lo encuentran tienen
que trabajar muchas horas y a veces con turnos diurnos y nocturnos, o los fines
de semana. También está el caso del padre o la madre que han tenido que emigrar
y sufren el dolor de vivir fuera de su familia, etc. ¿Qué papel tienen los
abuelos? La unidad de la familia la componen los abuelos, los padres y los
nietos. Los abuelos, entonces, han de ser los transmisores de valores que ellos
ya enseñaron a sus hijos.
El papel
de los abuelos en la educación en la fe de los nietos, no les coloca como los
principales educadores, sustrayendo de esta función esencial a los padres, pero sí serán un
complemento y donde los padres no lleguen pueden llegar los abuelos, no solo
para actuar como baby sitters de los nietos cuando los padres necesitan un poco
de tiempo para ellos solos. Ni tampoco consiste en acompañarles al colegio, o
en darles de comer en ausencia de los padres. Es mucho más, es educar a los
pequeños en o los valores propios de la familia y de la fe.
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