El día después del 9-N: El independentismo no ha aumentado y tiene los mismos votos que en las europeas
Dicen que el que pega primero pega dos veces, y así ha sido
en la consulta alternativa catalana. La Generalitat ha jugado con las cifras y
la ANC (Assemblea Nacional de Catalunya) ha jugado con la imagen.
Veamos. La Generalitat en ningún
momento ha dado las cifras del censo de los votantes, y sus portavoces dieron
ayer la cifra “aproximada” del censo de 5,4
millones de electores. ¿Cómo es posible? Ese fue el censo de la Elecciones
Europeas hace cinco meses, pero ahora hay que añadir a la franja nueva de
votantes entre los 16 y 18 años con derecho a voto el domingo. Según el Instituto Nacional de Estadística la
cifra podría elevarse a 6,2 millones de electores residentes. La Generalitat no
tiene el censo y por lo tanto no lo sabe, pero tampoco le interesa saberlo.
Por
otro lado, los votantes a favor de la independencia (1,8 millones, el 80,76 por
100 de los que votaron el domingo) vienen a ser los mismos, si no menos, que
los votantes independentistas de las elecciones europeas. Si se suman los votos
de CiU, ICV y ERC en las europeas (la CUP no se presentó) tenemos 1,4 millones
de votos, que con la CUP y los jóvenes
entre 16 y 18 años, superarían los 1,8 millones de votos independentistas el
pasado 25-M.
Y no
solamente eso, sino que los votantes del 9-N (2,3 millones) representan en
realidad el 35,9 por ciento del censo real de los mayores de 16 años con
derecho a voto el domingo. Así el voto independentista no pasaría del 30 por
ciento del censo, lejos del 40 por ciento que dice la ACN.
Alguien
se preguntará: entonces ¿de dónde salen tantas colas ante los puntos de
votación? Simplemente porque había solo la cuarta parte de colegios electorales
y la consigna de la ACN fue que todo el
mundo fuese a votar a primera hora para que se vieran colas y una alta
participación, pues una imagen vale más que mil palabras. Y coló, hasta el
punto de que se habló de “altísima participación” (solo 35,9 por ciento del
censo). Esos de la Generalitat y de la ANC son unos tramposillos.
Además,
el gobierno de Catalunya ha jugado de manera parcial, no ha habido campaña
electoral, no ha habido un control democrático ni del censo, ni de los votantes,
ni del escrutinio. La Generalitat solo juega con la cifra de los participantes,
diciendo que el 80 por ciento quiere la independencia, y es verdad, pero ni mucho menos toda la verdad. Las encuestas
no mentían al señalar que a pesar de toda la potente campaña llevada a cabo
este año el número de independentistas no había aumentado.
En
otras palabras, la mayoría del censo electoral, el electorado no
independentista, no ha ido a votar, y solo un 4,5 por ciento lo ha hecho porque
en toda votación siempre hay despistados. ¿Qué pasaría con un referéndum secesionista? Lo más probable es que con una
campaña electoral suficiente y una participación y control democráticos, como
se hizo en Escocia, la mayoría de la población rechazaría la independencia y no
pocos votos que ahora se han declarado independentistas se lo pensarían dos
veces.
¿Qué va
a pasar ahora? Indudablemente el que ha salido reforzado en esta consulta
alternativa ha sido Artur Mas, cuando todos le daban por políticamente acabado.
Ahora quiere negociar con Madrid y ha anunciado que si en quince días no tiene
respuesta de Mariano Rajoy, convocará unas elecciones plebiscitarias con él al
frente. Oriol Junqueras, el líder de Esquerra Republicana, ya ha dicho “no” a
unas plebiscitarias encabezadas por Mas. Junqueras no ha salido airoso de la
consulta y ha bajado puntos con relación a Artur Mas. Aquel se aferra a una
ruptura total con Madrid y pide ahora unas “constituyentes” para Catalunya.
Tiene que demostrar que es más independentista que Mas ¿Y el frente
internacional? Esta es una asignatura pendiente de Mas y Junqueras, sin la cual
no se gana la independencia.
De
todas formas Artur Mas ha ganado la batalla del domingo por el hecho de haberse
celebrado la consulta alternativa, que no quería Oriol Junqueras, aunque
después se sumó dando la sensación de ir
a remolque de Artur Mas. La consulta alternativa fue posible también gracias a
una actitud tolerante del Gobierno de Madrid y de los fiscales y jueces que
vieron “desproporcionado” actuar contra estas votaciones. Duran Lleida está
quedando descolgado de Convergència Democràtica, partido que ha anunciado una
refundación tras el escándalo de Jordi Pujol.
Artur Mas tiene prisa por liderar
el soberanismo catalán, pero no quiere ir a unas elecciones anticipadas con CDC
solamente porque no tiene posibilidades de ganar. El problema de Catalunya es
que el soberanismo seguirá gobernando al no tener una alternativa democrática,
dada la profunda división existente entre PP y PSC, con lo que el tinglado
continuará. La solución estable pasa por una negociación que requerirá un acuerdo
entre PP y PSOE, entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.
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