La votación del 9-N ha sido un éxito por parte de los
organizadores, y en primer lugar el Govern de la Generalitat. A pesar de que la
votación no era legal, cerca de la mitad de los catalanes censados (5,5
millones mayores de 16 años) han ido a votar. El voto y el no voto del domingo,
sin embargo, tienen una interpretación que no es lineal. Tiene varias lecturas.
El dato político más relevante, de todas formas, es la participación que ha
sido más que suficiente para los organizadores.
Entre
los votantes hay un voto clarísimamente independentista, tal vez la gran
mayoría de los que el domingo votaron. Otra parte del voto es contra Rajoy y el
PP por su inmovilismo y su política de recortes: es el voto de la izquierda no
independentista. También existe el voto-protesta de quienes están hartos de
todo lo que pasa en Madrid, especialmente la corrupción y los recortes y
finalmente hay un voto de afirmación nacionalista catalán. La validez de esta
consulta queda demostrada por el hecho de que no hay interventores contrarios y
el escrutinio lo hacen los mismos que han organizado esta consulta sin control
democrático.
Sea
como sea, la votación ha sido un éxito para quienes lo han organizado y han
participado, y también por la actitud del Gobierno de Rajoy y de la Justicia,
impidiendo el uso de la fuerza para evitar que se celebre la votación del
domingo. El Gobierno pudo enviar a las
fuerzas del orden para cumplir la prohibición de votar, o incluso pedir a la
Fiscalía General del Estado que actúe. No ha sido así, sino que ha dejado
hacer, manteniendo que se exigirán responsabilidades para quienes no acaten la
sentencia del Constitucional. El juez de Barcelona, ante la solicitud de
UPyD del cierre de centros de votación,
se ha negado porque la medida sería “desproporcionada”.
El Gobierno, por su parte, espera
poder dialogar con los representantes catalanes una vez haya terminado el
tinglado. También Artur Mas asegura que esto no acaba aquí y que pedirá al
Gobierno poder hablar sobre los 23 puntos que le había propuesto, con uno
añadido: hacer una consulta de verdad al pueblo catalán sobre si quiere o no la
independencia de España, al estilo escocés. Mas, sin duda, ha salido reforzado políticamente
tras la votación del domingo. Pero Madrid no sabe quién hay exactamente detrás
de Artur Mas: si Oriol Junqueras de Esquerra Republicana, si la representación
del sobreranismo catalán mayoritario, o un partido minoritario (CiU) sin
posibilidad de gobernar Catalunya en el futuro. Artur Mas necesita por su parte
la refundación del partido marcado, él principalmente, por el escándalo del ex
presidente Jordi Pujol, quien hoy ha votado.
Negociación de Estado
Mariano Rajoy necesita un interlocutor
válido, y considera que este solo puede salir de las urnas en unas elecciones
autonómicas catalanas. Exactamente lo que pide Oriol Junqueras, el líder de Esquerra Republicana. La
negociación entre Madrid y Barcelona no puede ser solo la negociación entre un
gobierno con mayoría absoluta parlamentaria, como el de Rajoy, con las fuerzas
soberanistas catalanas. Ha de ser una negociación de Estado en la que se
implique el líder del PSOE Pedro Sánchez.
El problema de Catalunya se
agrava por el hecho de que solo el soberanismo tiene una expresión política,
mientras que el unionismo carece de ella, pues no suman PSC, PP y Ciutadans (el
primero quiere aplazar las elecciones como Artur Mas y necesita gobernar aunque
sea en la sombra, mientras que los otros dos se han enrocado en un discurso del
“no pasarán”). En otras palabras el soberanismo catalán no tiene una
alternativa política. Si no gobierna el soberanismo ¿quién podría gobernar? Y
esto es lo que hace enquistar el tema catalán.
Mas gana sobre Junqueras
¿Ha ganado Mas o ha ganado Junqueras? Personalmente me inclino por el primero,
porque ha sabido mantener una cierta prudencia al final y ha conseguido su
objetivo que era poder votar el 9 de noviembre, además de su frase dirigida a
la fiscalía: “Si buscan un responsable, soy yo”. Veremos cómo gestionará Artur
Mas esta votación, cómo lo gestionará Oriol Junqueras y cómo lo hará el
gobierno de Rajoy. Junqueras se ha cerrado al diálogo con Madrid, mientras Mas
está abierto al diálogo, a pesar del efusivo abrazo hoy con David Fernández de
la CUP, de extrema izquierda, pero en los momentos difíciles le ha sacado las
castañas del fuego.
Naturalmente la votación del
domingo no tiene una validez legal, además que no ha votado la mitad del cuerpo
electoral (5,5 millones de electores, se calcula), pero tampoco se puede
ignorar lo que ha pasado el domingo. Los dos gobiernos, tanto el central como
el autonómico, han encargado muchos sondeos para conocer el estado de ánimo de
los catalanes y conocen bien el sentido del voto y el sentido de quienes no han
ido a votar. Los que creen que la independencia está a la vuelta de la esquina
se equivocan, como quienes quieren ver que el domingo no ha pasado casi nada. Ha
llegado la hora del diálogo.
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