Aquí no vivimos de sorpresas: ayer el president Artur Mas
dijo que la consulta del día 9-N no podía celebrarse tal como se había
planteado, con garantías democráticas, y hoy dice que sí, pero que se hará de
otra manera, utilizando los edificios de la Generalitat, sin censo y con
voluntarios. Pensaba que se había terminado un capítulo pero veo que empieza
otro. Ahora habrá una consulta que nadie puede controlar si vota una, dos, tres
veces o ninguna. Una consulta para hacer otra o para hacer unas elecciones
plebiscitarias.
En definitiva una consulta que si algo tiene es una tomadura de
pelo a los ciudadanos que querían votar de forma legal y democrática. Señor
Mas, desde esta tribuna hemos dicho muchas veces en el último año que no se
podría votar en una consulta realmente legal y democrática. El calendario ha
ido apretando (primer error fue fijar fecha). Mas hizo un órdago a Rajoy, y
como veía que pinchaba blando ha hecho un órdago al mismo Estado, error muy
grave. Centenares de miles de personas han seguido y apoyado con fervor la
llamada “.hoja de ruta” de Artur Mas y de Oriol Junqueras. Creían que el Estado
tenía los pies de barro. Pero es muy sabido que la política no es un arte de
magia o un arte de crear eslóganes más o menos embaucadores: “volem votar”,
“votar és democracia”, “dret a decidir”, “volem ser lliures”, “Espanya ens
roba”, etc. Las manifestaciones callejeras han cambiado las banderas catalanas
cuatribarradas por las “estelades”, que son de dos tipos: una estrella con
fondo azul y otra con fondo amarillo.
Muchos declaran ahora su “rabia”
por no poder votar, otros se sienten engañados por los grupos soberanistas del
Parlament. Y finalmente otros –y esto es lo que conviene reseñar hoy—creen en
la solución “alternativa” de Mas, que es votar
no se sabe cómo, es la válida. Realmente se han perdido los papeles, la hoja
de ruta, el rumbo del país. Catalunya parece hoy no ya un país sin rumbo, sino
un país sin estabilidad política y sin estabilidad jurídica. Un país sin ley
porque hoy a juzgar por la actitud del Govern de Artur Mas y la mayoría
parlamentaria que apoya o apoyaba la consulta no se sabe qué sistema jurídico,
qué leyes, están en vigor en Catalunya, y cuáles acepta el Govern y cuáles
rechaza.
Y además políticamente no se sabe
qué puede pasar después. Catalunya es un país donde las legislaturas duran dos
años y acaban con elecciones anticipadas y promesas de consultas. Hasta ahora ha
mandado bastante la calle y las redes sociales que piden a los gobernantes
catalanes que incumplan con el marco legal vigente y que vayan a la
independencia. Es pedir que se lancen a la piscina tanto si hay agua como si no
la hay.
Ahora si hay elecciones
anticipadas, ¿realmente Artur Mas u Oriol Junqueras querrán gobernar con la CUP
de extrema izquierda, con “Podemos” de Iglesias y “Guanyem” (ganemos) de Ada
Colau? ¡En qué lío nos ha metido el Sr. Mas! ¿A dónde nos quiere llevar Artur
Mas? ¿a otro referéndum y/o a elecciones anticipadas plebiscitarias? ¿Qué va a
pasar en las elecciones municipales y autonómicas y en las generales españolas?
El horizonte no está ni mucho menos despejado. Hoy el líder socialistas del PSC
catalán, Miquel Iceta, dijo en una conferencia en el Cercle d’Economía que lo
más grave es “que no se ha dicho la verdad al pueblo por parte de los
dirigentes, lo cual hace mucho más difícil para Catalunya salir del agujero
donde estamos”.
¿Y el necesario impulso a la
economía? Parece que en Catalunya, como en Italia, las empresas viven mejor
cuando el gobierno no gobierna, porque si gobierna no hace más que poner trabas
con leyes y reglamentos que están fuera de la realidad viva de la economía. Miquel
Iceta ha dicho hoy que el endeudamiento del Govern de Artur Más en los últimos
cuatro años supera con creces el que hizo el tripartido en siete años. Y se
quiere vender la fórmula que con una supuesta independencia (la independencia
declarada unilateralmente no tendría ningún reconocimiento internacional) se resolverá.
¿A dónde nos lleva Sr. Mas?
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