El
gobierno catalán mantuvo hasta el último momento el apoyo a la gestión que
Adolf Todó hizo con Catalunya Banc, la antigua Caixa de Catalunya transformada
en Banco al ser intervenida por el Banco de España. Todó dirigió la entidad
desde el año 2008. El grupo de extrema izquierda CUP quiso fusionar Catalunya Bank
con el Institut Català de Finances, entidad dependiente de la conselleria de
Finanzas que dirige Andreu Mas-Colell un hombre cabal, tal vez con la esperanza
de hacer un banco nacional catalán y así crear estructuras financieras de
Estado. Se me puso la carne de gallina.
Todó llevó la gestión de Catalunya Bank en plena crisis,
justificando su sueldo de más de un millón
de euros anuales por sus grandes cualidades en la gestión financiera, además
de otras prebendas millonarias, porque aportaba una experiencia excepcional en
el negocio financiero, según decían sus corifeos y apareció en una carta a la
Vanguardia. Era una Caixa o un Banco quebrado. ¡Ni que hubiera sido el presidente de la General
Motors! Cuando pasó a banco público, Catalunya Banc, el sueldo anual se rebajó
a menos de 600.000 euros, al igual que en todas las cajas y bancos
nacionalizados.
Todó pertenecía antes a la Caixa de Manresa de la que
era Director General y la dejó tocada, porque supo deslumbrar a un hombre
bueno, Valentí Roteta, presidente de esa caja, pero sin mando en la plaza. Todó
siempre recabó el apoyo de los nacionalistas catalanes. Las dos cajas, Caixa de
Catalunya y Caixa de Manresa (¡cómo no!), entre otras, se fusionaron y entraron
dentro del FROB, es decir se convirtieron de cajas de ahorros benefactoras para
la pequeña y mediana empresa y de créditos al consumo e hipotecarios, en cajas
que tuvieron que depender y vivir del dinero público.
Todó tenía las arcas vacías en Catalunya Banc,
necesitaba dinero, y no dudó en hacer lo que hicieron oros, fabricar
preferentes para los ahorradores que todavía creían en las cajas. En algunos
momentos montó unos espectáculos públicos,
estilo americano, para explicar con mangas de camisa que lo que ofrecía
era bueno, rentable y con futuro. El show caló bien. Todó no era, no es, un financiero, es un
hombre de márketing y un vendedor. Hoy ha empobrecido a gente.
El FROB –el organismo público español de ayuda a los
bancos—al principio escuchó a Todó y casi se lo cree, pero al ver los balances y
cuentas de resultados que no engañan a qien sabe del negocio, rápidamente Luis
María Linde, el Gobernador del Banco de España, a través de los directivos del
FROB, lo despidió con cajas destempladas, negándole la indemnización que por despido le correspondía (más de dos
millones), a causa de su mala gestión,
según hizo público el propio Banco de España. La prensa, hasta entonces, al
igual que muchos nacionalistas catalanes, vieron en Todó una especie de talismán
para salvar Catalunya Banc gracias a la capacidad de comunicación de Todó.
Finalmente el FROB ha puesto a un hombre más gris, de
perfil nada teatral, Josep Carles Pla, (no faltó quien dijo que era la
imposición de Madrid cuando Carles Pla es catalán) pero que sabe que 2 + 2 son
cuatro). ¡Menos mal que el FROB –y el conseller Mas-Colell, que todo hay que
decirlo--nos ha librado de esta! A estas alturas, Catalunya Banc no tiene
todavía un banco que lo compre porque está lleno de agujeros, pues piden los
bancos que el FROB ponga sobre el mismo más de 4.000 millones para saneamiento de
activos podridos.
Si Catalunya consigue la independencia habrá que ir
con mucho cuidado al elegir dirigentes de entidades bancarias, y otras
entidades que tal vez por sentimiento nacionalista o por un amiguismo
equivocado quieren entrar en un entramado económico-financiero peligroso que lo
desconocen y que encima algunos quieren hacerse ricos.
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