El problema de España está en que carece de credibilidad institucional entre los españoles, y por ello se necesita una “reconstrucción institucional”, de arriba abajo, lo que equivale a decir la reforma de la Constitución. El año próximo se cumplirán los 200 años de la promulgación de la Constitución del 1812, “la Pepa”, pues nació el día de San José. Era una constitución liberal y tan perfecta que funcionó en muchos países europeos, ¡hasta en Rusia!, pero en el único lugar donde no funcionó fue en España que la inventó en las Cortes de Cádiz.
Este dato me lleva a reflexionar sobre la crisis de la España actual y su necesidad de reconstrucción, sobre la base de lo que se hizo en 1978, que fue una Constitución fruto de un gran consenso entre todas las fuerzas políticas, desde los franquistas hasta el comunismo de Carrillo, y que ahora se ve, cada vez más, en la necesidad de reconstruir aquel consenso político.-institucional. Hoy España no funciona. Los partidos van a la greña, las instituciones desgastadas y politizadas, el territorio lleno de barones territoriales, la economía por los suelos, los derechos de los ciudadanos (a una pensión, a una vivienda digna, a ser respetados por la ley) en cuestión por las tremendas injusticias sociales, políticas y judiciales.
Para ello hacen falta tres cosas:
--Primero, las celebración de unas elecciones generales, lógicamente después de las autonómicas y municipales;
--Segundo, la aceptación de un moderador que vaya inspirando desde su prestigio ante los españoles y los partidos, y este inspirador no puede ser ninguno más que el Rey Juan Carlos --su sucesor Felipe de Borbón no tiene el consenso ni el pedigrí de su padre- y
--Tercero, crear un Estado donde quepan todos, desde los nacionalismos históricos hasta los regionalismos, pero que elimine el cantonalismo, los reinos taifas y el caciquismo.
Lo que hay que cambiar
¿Qué es lo que hay que cambiar? En un breve artículo periodístico no se puede exponer con el rigor necesario una reforma constitucional. Vaya por delante que la Constitución debe garantizar la gobernabilidad de España, tanto en el Ejecutivo, como en lo Judicial, y el Legislativo.
Las reformas no son pocas y por eso apuntamos las más importantes:
1.-Es necesaria una nueva ley electoral que dé estabilidad al Ejecutivo y donde estén representados en las Cortes los nacionalismos históricos (vasco y catalán). Además, supresión del Senado, sin más.
2.-Una reforma del Poder Judicial (desde el acceso a la carrera judicial, al Consejo hasta el acceso al TS y a los TSJ; el papel de la fiscalía hoy dependiente del Gobierno, y eliminación de cualquier politización y cuotas de partidos en los órganos de la administración de justicia).
3.- Elegir un Tribunal Constitucional que sea realmente garante para interpretar auténticamente la Constitución y que sea elegido no por cuotas de instancias políticas partidistas, sino formado por altos cargos del Estado y juristas de reconocido prestigio. Aquí el Rey podría tener un papel más activo.
4.- Reforma del Título VIII sobre las autonomías, manteniendo las históricas (Catalunya, Euzkadi y Galizia) y limando las demás transformándolas en Diputaciones Generales, con limitaciones en su capacidad legislativa y sobre todo de sus presupuestos económicos, pues actualmente tienen en sus manos el 50 por ciento del gasto del Estado.
5.- Reforma del Título II sobre la Corona, que garantice una sucesión adecuada, de acuerdo con la modernidad.
6.- Reforma y puesta al día de Título VII dedicado a Economía y Hacienda, teniendo en cuenta la cesión de soberanía que España ha tenido con motivo de su ingreso en la Unión Europea y el nuevo marco de relaciones internacionales. En este mismo sentido debería estar enfocada la misión de las Fuerzas Armadas en el nuevo marco geopolítico mundial, dentro de las potencias occidentales.
7.- La inmigración ha de tener una armadura constitucional con derechos y deberes que ahora no tiene. Es más, la Constitución insta a que se favorezca el “regreso” de los española emigrados, cuando el problema es muy otro.
Por hoy, en mi crónica, es bastante. Sólo un apunte más. El Rey Juan Carlos ha cumplido 73 años, y se ve que su salud no está en momentos brillantes. Por lo tanto, si queremos hacer las cosas de modo sensato, hay que empezar a pensar que la Constitución de 1978 necesita una profunda revisión. Y éste puede ser uno de los debates intelectuales de este año 2011. Digo intelectuales, porque los debates políticos van a regate corto y con miras muy a corto plazo, ante dos elecciones: las autonómicas y municipales el próximo 22 de mayo, y las generales a primeros del próximo año.
Una reforma constitucional, por último, serviría para jubilar a toda una clase política que si por algo se distingue es por sus peleas, por su cortedad de miras, y sobre todo por su impopularidad. El pueblo español no quiere a los políticos, porque lo hacen mal, porque no garantizan sus derechos y deberes, porque han hecho de la Constitución su propio sayo. Entonces, que se jubilen y se dediquen a la economía productiva y dejen de ser ciudadanos que se pasean con lujosos coches gastando el dinero de todos sin miramientos.
Salvador Aragonés
Este dato me lleva a reflexionar sobre la crisis de la España actual y su necesidad de reconstrucción, sobre la base de lo que se hizo en 1978, que fue una Constitución fruto de un gran consenso entre todas las fuerzas políticas, desde los franquistas hasta el comunismo de Carrillo, y que ahora se ve, cada vez más, en la necesidad de reconstruir aquel consenso político.-institucional. Hoy España no funciona. Los partidos van a la greña, las instituciones desgastadas y politizadas, el territorio lleno de barones territoriales, la economía por los suelos, los derechos de los ciudadanos (a una pensión, a una vivienda digna, a ser respetados por la ley) en cuestión por las tremendas injusticias sociales, políticas y judiciales.
Para ello hacen falta tres cosas:
--Primero, las celebración de unas elecciones generales, lógicamente después de las autonómicas y municipales;
--Segundo, la aceptación de un moderador que vaya inspirando desde su prestigio ante los españoles y los partidos, y este inspirador no puede ser ninguno más que el Rey Juan Carlos --su sucesor Felipe de Borbón no tiene el consenso ni el pedigrí de su padre- y
--Tercero, crear un Estado donde quepan todos, desde los nacionalismos históricos hasta los regionalismos, pero que elimine el cantonalismo, los reinos taifas y el caciquismo.
Lo que hay que cambiar
¿Qué es lo que hay que cambiar? En un breve artículo periodístico no se puede exponer con el rigor necesario una reforma constitucional. Vaya por delante que la Constitución debe garantizar la gobernabilidad de España, tanto en el Ejecutivo, como en lo Judicial, y el Legislativo.
Las reformas no son pocas y por eso apuntamos las más importantes:
1.-Es necesaria una nueva ley electoral que dé estabilidad al Ejecutivo y donde estén representados en las Cortes los nacionalismos históricos (vasco y catalán). Además, supresión del Senado, sin más.
2.-Una reforma del Poder Judicial (desde el acceso a la carrera judicial, al Consejo hasta el acceso al TS y a los TSJ; el papel de la fiscalía hoy dependiente del Gobierno, y eliminación de cualquier politización y cuotas de partidos en los órganos de la administración de justicia).
3.- Elegir un Tribunal Constitucional que sea realmente garante para interpretar auténticamente la Constitución y que sea elegido no por cuotas de instancias políticas partidistas, sino formado por altos cargos del Estado y juristas de reconocido prestigio. Aquí el Rey podría tener un papel más activo.
4.- Reforma del Título VIII sobre las autonomías, manteniendo las históricas (Catalunya, Euzkadi y Galizia) y limando las demás transformándolas en Diputaciones Generales, con limitaciones en su capacidad legislativa y sobre todo de sus presupuestos económicos, pues actualmente tienen en sus manos el 50 por ciento del gasto del Estado.
5.- Reforma del Título II sobre la Corona, que garantice una sucesión adecuada, de acuerdo con la modernidad.
6.- Reforma y puesta al día de Título VII dedicado a Economía y Hacienda, teniendo en cuenta la cesión de soberanía que España ha tenido con motivo de su ingreso en la Unión Europea y el nuevo marco de relaciones internacionales. En este mismo sentido debería estar enfocada la misión de las Fuerzas Armadas en el nuevo marco geopolítico mundial, dentro de las potencias occidentales.
7.- La inmigración ha de tener una armadura constitucional con derechos y deberes que ahora no tiene. Es más, la Constitución insta a que se favorezca el “regreso” de los española emigrados, cuando el problema es muy otro.
Por hoy, en mi crónica, es bastante. Sólo un apunte más. El Rey Juan Carlos ha cumplido 73 años, y se ve que su salud no está en momentos brillantes. Por lo tanto, si queremos hacer las cosas de modo sensato, hay que empezar a pensar que la Constitución de 1978 necesita una profunda revisión. Y éste puede ser uno de los debates intelectuales de este año 2011. Digo intelectuales, porque los debates políticos van a regate corto y con miras muy a corto plazo, ante dos elecciones: las autonómicas y municipales el próximo 22 de mayo, y las generales a primeros del próximo año.
Una reforma constitucional, por último, serviría para jubilar a toda una clase política que si por algo se distingue es por sus peleas, por su cortedad de miras, y sobre todo por su impopularidad. El pueblo español no quiere a los políticos, porque lo hacen mal, porque no garantizan sus derechos y deberes, porque han hecho de la Constitución su propio sayo. Entonces, que se jubilen y se dediquen a la economía productiva y dejen de ser ciudadanos que se pasean con lujosos coches gastando el dinero de todos sin miramientos.
Salvador Aragonés
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