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El Parlamento catalán necesita mucha más austeridad y transparencia

No quiero ser exhaustivo. Pero de los despilfarros públicos creo que tenemos el deber de hablar quienes sabemos alguna cosa. No se sido nunca funcionario público, ni he ocupado cargo público alguno, sino que hablo solamente como periodista que ha vivido años entre los pliegues del poder.

Cuando el Parlament de Catalunya se instaló junto al Zoo de Barcelona, en una esquina del Parc de la Ciutadella, el palacio era pequeño y había que estudiar bastante geometría para que cupieran en él todos los grupos parlamentarios, los 135 diputados, los miembros de la Mesa, los Portavoces, los letrados (no había más que uno), los funcionarios. Un día fui a visitar a una amiga que era jefa de prensa siendo presidente Molt Honorable Miquel Coll i Alentorn de Unió Democràtica de Catalunya coaligado con Convergència Democràtica de Catalunya (los dos forman la coalición CiU) que sucedió al muy aburrido Heribert Barrera (ERC) que se “atrevió” a decir que “Catalunya és una Nació” cuando era diputado en el Congreso y se armó la marimorena en Madrid. También en Cataluña se le criticó por “haberse pasado”.

A propósito de Heribert Barrera, a nadie se le pasó por la cabeza que en su presidencia en la primera legislatura al Parlament de Catalunya hablara o favoreciera actos a favor de la Independencia de Cataluña, ni siquiera habló de la autodeterminación (eso pasó en la cuarta legislatura siendo presidente Joaquim Xicoy, también de UDC), que no se enteró del gol que le habían metido en el seno de una comisión hasta pasados unos días. Heribert Barrera era un hombre, un político, que hablaba siempre en el mismo tono, especialmente en su época de President del Parlament, y nunca decía cosas interesantes para los periodistas, siempre ávidos de titulares, frases, datos reveladores de algo. Recuerdo que por las fiestas navideñas tuvimos una cena en la calle Tuset, en el famoso restaurante (entonces) Reno. Bebimos un excelente vino tinto Rioja que me hizo entrar un poco de sueño, a pesar de que no soy bebedor. Sólo me despertó una cosa: cuando se refirió al Rey. Pues por dormido que esté un periodista, cuando un republicano convencido habla del Rey entra en estado de celo noticioso. Contó la visita del Rey al Parlament de Catalunya, y dado que él no sabía mucho castellano, dijo que habían instalado unas pequeñas oficinas donde estaban las “golfas” (que traducido del catalán es la azotea) del edificio. El Rey, muy picarón, preguntó si había muchas “golfas” en el Parlament. Tuvo que intervenir un “traductor del séquito para decirle que las “golfas” en catalán son la azotea. El Rey se puso a reír a carcajadas. “¡Me teníais intrigado¡”, comentó más o menos.

Volviendo al Parlament de Miquel Coll i Alentorn, en la segunda legislatura, en que cambió las mesas de los despachos, y una buena parte del mobiliario, rico por cierto, con maderas de alta calidad en las zonas nobles del Parlament. Mi amiga estaba en un despachito en las “golfes”, bastante cutre, sin espacio y sin servicios de teletipo. Miquel Coll no se gastaba un duro más que para la suntuosidad del salón de los Pasos Perdidos, del Hemiciclo, etc. Le pegunté a mi amiga a qué se debía esta diferencia entre la parte noble y la parte de los empleados. Miquel Coll decía: “Aquí (en las zonas nobles)sí que puedo gastar, porque esto no es ningún gasto para el personal, sino para Cataluña. Si es para Cataluña no hay que regatear”.

De entonces ahora han pasado seis legislaturas y empieza la séptima, en la que la presidenta, la Molt Honorable Núria de Gispert (también de Unió Democràtica de Catalunya)-- que ha hecho toda su carrera profesional en la Generalitat, tanto en el Departamento de Justicia, ayudando su padre en un principio, que era conseller de Justicia ya en la primera legislatura, como consellera de Justicia después, diputada y ahora presidenta del Parlament—habla de ser más austeros.

Y yo me pregunto. ¿Por qué los miembros de la Mesa, siete en total, tienen que tener coche oficial y sueldazo? Bastaría con que hubiera un coche oficial, la del Presidente, y un coche a disposición de los demás miembros de la Mesa por viajes oficiales “exclusivamente”. ¿Y los presidentes y portavoces de los grupos parlamentarios, a qué viene tanto coche y tanto boato? Esto no es “para Catalunya”, como decía el bueno de Miquel Coll i Alentorn, sino un lujo personal. ¿Y los otros coches oficiales? ¿Y las dietas? ¿Y los gastos en comidas a veces suntuosas por la zona del Born? ¿Y las asignaciones millonarias a los grupos parlamentarios por el hecho de serlo? ¿Por qué se han unido Laporta y Ciutadans que son el día y la noche ideológicamente, si no para cobrar lo que corresponde a un grupo parlamentario, entre otras cosas?

Y un ruego para la Molt Honorable Núria de Gispert: que las sesiones del Parlament en las que se trata y decide sobre los presupuestos y sueldos de sus miembros dejen de ser sesiones “secretas” (¡son secretas!), dejen de ser los únicos debates secretos que hay en la cámara. Cuando los diputados se reparten el dinero, la sesión es secreta. ¡Qué vergüenza! Pero ¿no han sido elegidos por el pueblo y para el pueblo? Señora de Gispert, un poco más de transparencia, que la falta de transparencia en la asignación de los recursos públicos que son de todos los catalanes hay que debatirlos con luz y taquígrafos, sobre todo si son recursos que van a los bolsillos de quienes dicen –y lo son-- representar la soberanía del pueblo. El Parlament necesita mucha más austeridad, porque como representantes del pueblo deben dar ejemplo.

Salvador Aragones

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