El nuevo gobierno catalán, conocido ayer en su totalidad, tiene un perfil de personas competentes, serias y trabajadoras. Pero lo que más me gusta es que son hombres y mujeres curtidos en la política, que no cometerán errores infantiles, y que no son primerizos en el arte del debate cuerpo a cuerpo.
Es cierto que no han ido a este gobierno todos los que fueron llamados: gente de la sociedad civil, personas con alta y demostrada capacidad de gestión. Algunos lo ven como un cierto fracaso de Artur Mas. Yo pienso lo contrario: es bueno que no hayan aceptado quienes no han alcanzado la licenciatura o el doctorado en Política. ¿Qué haría un Salvador Alemany en una tormenta parlamentaria, y tal vez en una Comisión de Investigación, donde se investiga todo menos la verdad de los hechos? Alemany tendría la "razón de los datos", pero no "la razón política", que son dos cosas muy distintas, y lo digo con un cierto mal sabor de boca. Todo el mundo recuerda el debate entre Solbes y Pizarro.
Hago estas consideraciones porque conozco a la totalidad de los consellers –a excepción de la consellera de Justicia—y por lo tanto puedo opinar de su valía personal en la vida política. Así, no es de extrañar que Joana Ortega sea vicepresidenta, siendo la mano derecha de Duran Lleida. No me sorprende que un hombre duro, inquieto, organizador, al que no le asustan los problemas, como Felip Puig, sea conseller de Interior. El independentismo –que en Convergència se le llama sutilmente “soberanismo”— de Puig es compensado por otros como Mascarell, Mas-Colell (un peso pesado y no por su corpulencia, sino por su ciencia), Pelegrí, Boi Ruiz, un técnico pero al mismo tiempo un gestor de la sanidad pública a través de la XHUP (Xarxa Hospitalària de Utilitat Pública) que son hospitales de titularidad municipal o local, concertados), o por el ex alcalde Lluís Recoder, un político “comme il faut”, joven y a pesar de ello de de larga trayectoria, en Madrid y en Cataluña, integro y capaz. Y así los demás consellers.
La cultura, con Ferran Mascarell, no parece podrá decirse que siga una línea "soberanista" o sea independentista, y esto, en un gobierno de CiU, es un dato de lo más destacable. Por cierto, un día, saliendo de una conferencia repleta de convergentes, le pregunté a Ferran Mascarell: "¿Serás tú uno de los “independientes” de que hablan en CiU?" Estaba claro que no fue a la conferencia de La Caixa para “espiar” a Xavier Trias, sino porque buscaba una nueva identidad política personal. De esto hace tres meses, y ya es conceller “independiente”, que no independentista. Hay momentos en que ves a las personas que se mueven dando señales de humo, y es lo que ha hecho mi amigo Ferran Mascarell en los últimos meses.
No hay, pues, tantos independentistas en las consellerías como ven algunos de Madrid, si bien el mensaje de Artur Mas de “prometo plena fidelidad al pueblo de Catalunya”, lo debe asumir todo el gobierno. Otro acierto de Mas ha sido poner a Cleries en Bienestar y Familia, porque tal vez es el conceller mejor conectado con el tejido social de este ramo. Lo mismo digo de Irene Rigau –espero que siga veraneando en Ribes de Fresser— cuyo nombramiento ha causado un respiro profundo a la enseñanza concertada, que ha vivido el azote de siete años del tripartito que solo ponía palos a las ruedas para evitar que los alumnos se matriculen en centros concertados y al mismo tiempo intentar cerrar el mayor número de estos centros a través de las matriculas vía ayuntamientos, y un sinfín de cortapisas.
Pero todo lo dicho hasta ahora no sirve de nada. Habrá que ver qué hace y qué no hace este Gobierno, y sobre todo habrá que ver si Artur Mas --apodado “el Rey Artur” por Pilar Rahola-- sabrá tener el liderazgo y la fuerza que conviene al país, a sus gentes y a su maltrecha economía. Poner las primeras piedras es fácil. Lo difícil es poner las últimas piedras y hacer un balance final que tenga la nota de "excelente".
De momento, lo dicho: es un gobierno de políticos (y esto es bueno), duchos en la gestión pública, lo cual es muchísimo mejor que fichar a los Manueles Pizarros de turno, como hizo Rajoy, fichaje que cayó en el primer combate televisivo. Tampoco Mas ha caído en el tema de la estúpida paridad de sexos, y de este modo ha evitado que algunas Leyres Pajines o Bibianas Aídos ocupen carteras de relevancia. Es mejor que la política la gestionen los políticos: zapatero a tus zapatos(no aludo a nadie, aunque el pensamiento del lector es libre).
Salvador Aragonés
Es cierto que no han ido a este gobierno todos los que fueron llamados: gente de la sociedad civil, personas con alta y demostrada capacidad de gestión. Algunos lo ven como un cierto fracaso de Artur Mas. Yo pienso lo contrario: es bueno que no hayan aceptado quienes no han alcanzado la licenciatura o el doctorado en Política. ¿Qué haría un Salvador Alemany en una tormenta parlamentaria, y tal vez en una Comisión de Investigación, donde se investiga todo menos la verdad de los hechos? Alemany tendría la "razón de los datos", pero no "la razón política", que son dos cosas muy distintas, y lo digo con un cierto mal sabor de boca. Todo el mundo recuerda el debate entre Solbes y Pizarro.
Hago estas consideraciones porque conozco a la totalidad de los consellers –a excepción de la consellera de Justicia—y por lo tanto puedo opinar de su valía personal en la vida política. Así, no es de extrañar que Joana Ortega sea vicepresidenta, siendo la mano derecha de Duran Lleida. No me sorprende que un hombre duro, inquieto, organizador, al que no le asustan los problemas, como Felip Puig, sea conseller de Interior. El independentismo –que en Convergència se le llama sutilmente “soberanismo”— de Puig es compensado por otros como Mascarell, Mas-Colell (un peso pesado y no por su corpulencia, sino por su ciencia), Pelegrí, Boi Ruiz, un técnico pero al mismo tiempo un gestor de la sanidad pública a través de la XHUP (Xarxa Hospitalària de Utilitat Pública) que son hospitales de titularidad municipal o local, concertados), o por el ex alcalde Lluís Recoder, un político “comme il faut”, joven y a pesar de ello de de larga trayectoria, en Madrid y en Cataluña, integro y capaz. Y así los demás consellers.
La cultura, con Ferran Mascarell, no parece podrá decirse que siga una línea "soberanista" o sea independentista, y esto, en un gobierno de CiU, es un dato de lo más destacable. Por cierto, un día, saliendo de una conferencia repleta de convergentes, le pregunté a Ferran Mascarell: "¿Serás tú uno de los “independientes” de que hablan en CiU?" Estaba claro que no fue a la conferencia de La Caixa para “espiar” a Xavier Trias, sino porque buscaba una nueva identidad política personal. De esto hace tres meses, y ya es conceller “independiente”, que no independentista. Hay momentos en que ves a las personas que se mueven dando señales de humo, y es lo que ha hecho mi amigo Ferran Mascarell en los últimos meses.
No hay, pues, tantos independentistas en las consellerías como ven algunos de Madrid, si bien el mensaje de Artur Mas de “prometo plena fidelidad al pueblo de Catalunya”, lo debe asumir todo el gobierno. Otro acierto de Mas ha sido poner a Cleries en Bienestar y Familia, porque tal vez es el conceller mejor conectado con el tejido social de este ramo. Lo mismo digo de Irene Rigau –espero que siga veraneando en Ribes de Fresser— cuyo nombramiento ha causado un respiro profundo a la enseñanza concertada, que ha vivido el azote de siete años del tripartito que solo ponía palos a las ruedas para evitar que los alumnos se matriculen en centros concertados y al mismo tiempo intentar cerrar el mayor número de estos centros a través de las matriculas vía ayuntamientos, y un sinfín de cortapisas.
Pero todo lo dicho hasta ahora no sirve de nada. Habrá que ver qué hace y qué no hace este Gobierno, y sobre todo habrá que ver si Artur Mas --apodado “el Rey Artur” por Pilar Rahola-- sabrá tener el liderazgo y la fuerza que conviene al país, a sus gentes y a su maltrecha economía. Poner las primeras piedras es fácil. Lo difícil es poner las últimas piedras y hacer un balance final que tenga la nota de "excelente".
De momento, lo dicho: es un gobierno de políticos (y esto es bueno), duchos en la gestión pública, lo cual es muchísimo mejor que fichar a los Manueles Pizarros de turno, como hizo Rajoy, fichaje que cayó en el primer combate televisivo. Tampoco Mas ha caído en el tema de la estúpida paridad de sexos, y de este modo ha evitado que algunas Leyres Pajines o Bibianas Aídos ocupen carteras de relevancia. Es mejor que la política la gestionen los políticos: zapatero a tus zapatos(no aludo a nadie, aunque el pensamiento del lector es libre).
Salvador Aragonés
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