La cumbre de obispos en Roma sobre los abusos, estudiará la responsabilidad de los obispos y la transparencia
La Iglesia católica vive un tiempo de penitencia a causa de
los abusos sexuales por parte de sacerdotes y religiosos. La opinión pública ha
sido informada ampliamente, no solo por las víctimas y los medios de
comunicación, sino incluso por el propio papa Francisco y por los obispos y
superiores religiosos donde se han registrado estos abusos.
En este siglo XXI, la Iglesia, guiada hoy por el papa
Francisco, vive una purificación interna. El
Papa estableció “tolerancia cero” con los abusos, y también “escuchar, acompañar y acoger” a las
víctimas. Se acabaron los silencios que durante décadas ha existido, a veces
para evitar el escándalo público. El silencio no puede quedarse en la Iglesia:
los casos de abusos hay que denunciarlos, no solo a la justicia eclesiástica,
sino también ante la autoridad judicial civil. Esto ha contribuido que a partir
del año 2000 han ido disminuyendo los casos de abusos en el seno de la Iglesia,
según el padre Hans Zollner.
Cumbre de
obispos en Roma con el Papa
El Papa
reunirá a los presidentes de las conferencias episcopales la próxima semana,
entre el 21 y el 24 de febrero, para institucionalizar más frenos y evitar
nuevos casos de abusos. Ha sido ímproba la labor del papa Francisco en toda
la Iglesia universal: desde América, pasando por Europa, África, Asia y
Australia. Siempre ha pedido “tolerancia
cero”, no silenciar un solo caso,
y siempre cuidar de las víctimas,
acompañarlas espiritual y humanamente.
En Roma está el Centro de Protección del Menor, que dirige el
jesuita alemán, padre Hans Zollner,
quien ha creado unos cursos dirigidos a responsables para la protección del
menor. Estos cursos se imparten en la Pontificia Universidad Gregoriana. Ha
terminado el cuarto curso.
El padre
Zollner, que es miembro de la Comisión Pontificia contra la
pedofilia, creado por el papa Francisco, ha hablado a los periodistas de la cumbre de obispos católicos en Roma de la
próxima semana. La reunión estará presidida por el Papa, y se hablará de
cómo proteger a los menores de modo permanente, institucionalizado.
En la primera y segunda jornada se hablará de la responsabilidad pastoral y jurídica del
obispo, pues tanto obispos como superiores mayores deberán dar cuenta de la
educación de los niños y los jóvenes (se estudiará con cuáles estructuras y
métodos), y el tercer día se dedicará entero a la transparencia, tanto interna como con relación al pueblo de
Dios.
El padre Zollner
informó también que el 85 por ciento de
los niños en Oriente Medio y en la franja norteafricana, son víctimas de
violencia, de abusos sexuales, de tratas, de reclutamiento militar forzado.
Son 85 millones de niños y adolescentes.
Esto es “un puñetazo en el estómago y en las conciencias de todos. ¿quién habla
de estos 85 millones de niños? ¿Quién habla de ellos?”, preguntó.
El mundo
condena los abusos sexuales
El hecho de que en la Iglesia, y especialmente sus ministros,
se han perpetrado estos “crímenes”,
como los califica el Papa, no se puede concluir que la Iglesia católica esté
llena de abusadores y pederastas, o que los pederastas solo están en la Iglesia
católica. Sería dar una imagen falsa de los hechos ocurridos en las últimas
décadas, en que el mundo ha fijado su
mirada y condena a los abusos sexuales de todo tipo.
Si bien no hay cifras a nivel global, en países muy afectados
como Estados Unidos, Irlanda y Australia, según encuestas realizadas en estos
países, el número de sacerdotes y religiosos implicados oscila entre el 3 y el
7 por ciento. En el caso de Irlanda, el 70 por 100 de los encuestados pública
pensaban que los clérigos implicados en abusos oscilaban entre un 20 y un 50
por ciento, cuando en realidad fueron del 4 por ciento.
En el caso de España,
no existen cifras ni estudios a nivel nacional, pues son las diócesis y los
superiores religiosos los que informan de los casos y los envían a Roma y a la
justicia civil. Todas las diócesis y familias religiosas afectadas por abusos
sexuales han hecho públicas declaraciones en las que se pide público perdón a
las víctimas, asumen el dolor de las víctimas, prometen total transparencia,
apartan al clérigo culpable de su institución y ponen mayores instrumentos de
control para detectar nuevos casos.
En Madrid se
ha creado una asociación, llamada Betania, presidida por María Teresa Compte, que se ocupa de
acompañar a las víctimas de abusos, dándoles acogida, escucha humana –también
servicio médico-- y espiritual. “Algunas víctimas se sienten culpables del gran
pecado de su abusador”, señala la señora Compte. Aunque el delito haya
prescrito en la justicia civil, o el delincuente haya fallecido, las víctimas
están ahí y necesitan atención, añadió.
A nivel
mundial se han registrado casos de abusos en un gran número de
instituciones: gimnasios, escuelas de
todo tipo, ejércitos, oenegés,
parlamentos, cascos azules de la ONU, actores y artistas de Hollywood (“me
too”), periodistas, jefes de empresa o mandos intermedios, clubes
deportivos, Olimpiadas… (el abusador siempre lo hace desde una estructura de
poder sobre la víctima). Pero esto no puede hacer disminuir la durísima condena
que merecen los abusadores de la Iglesia. “Tolerancia
cero”.
El otro día conversé con un docto sacerdote. Quise comentar
algo sobre el tema de los abusos. El sacerdote me respondió con una pregunta: “¿Ya rezas por los sacerdotes y religiosos?
¿Ya rezas para que sean fieles a su vocación, al carisma recibido?” Y le
respondí que no mucho, la verdad. Y me dijo: “Pues todos estos grandes crímenes
y pecados son culpa tuya y mía, porque rezamos poco por los sacerdotes y
religiosos. Tus pecados y los míos son los que ensombrecen y manchan la imagen
de la Iglesia”.
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