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¿Qué hacemos con la tumba de Franco?

El gobierno español quiere exhumar los restos de Franco, pero no sabe dónde ponerlos. El Vaticano y el arzobispo de Madrid dicen que el gobierno debe llegar a un acuerdo con los familiares

El gobierno socialista español, presidido por Pedro Sánchez, anunció desde el primer momento que exhumaría los restos del general y dictador Francisco Franco, de su tumba en la Basílica-monasterio del Valle de los Caídos, regido por un monasterio benedictino donde reposan los restos de más de 33.000 españoles fallecidos en el Guerra Civil 1936-39, pertenecientes a los dos bandos combatientes. La Basílica fue construida durante el régimen de Franco en el llamado Valle de Cuelgamuros, en la provincia de Madrid.
Franco, dice el gobierno, no fue una víctima de la guerra civil, sino que falleció en su cama, y por tanto no procede estar sepultado en dicho recinto.
La polémica que se ha levantado es grande en España. Franco es un dictador que duró 39 años en el poder: desde 1936 al 1975 en que falleció. Durante este tiempo, tuvo muchos detractores y al mismo tiempo muchos admiradores. Llegó al poder tras haber intentado un golpe de estado militar –tradicional en la España de los siglos XIX y XX—que al ser descubierto dividió al ejército y al pueblo y estalló una cruenta guerra civil.
El golpe se basaba en el estado de desórdenes, asesinatos y persecución religiosa que había en la España republicana. Culminó con el asesinato del líder de la oposición, Calvo Sotelo, por agentes del Estado. La guerra la ganó Franco por tener a lo mejor del Ejército a su lado y con la ayuda militar de la Alemania de Adolf Hitler y la Italia de Benito Mussolini.
El régimen de Franco se apoyó en el Ejército, las fuerzas de derecha que le ayudaron durante la guerra, controladas en las primeras décadas por la Falange (un movimiento de cuño fascista fundado durante la República) y construyó el llamado “nacionalcatolicismo”, o sea el apoyo mutuo entre el Estado y la Iglesia propiciado, por parte católica, por los cardenales catalanes Enrique Pla y Deniel e Isidro Gomá, al final de la contienda civil.
Al perder Alemania e Italia la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Franco estuvo aislado internacionalmente, pero este aislamiento terminó cuando llegó la Guerra Fría y gracias también al apoyo de la Iglesia dentro del país, a pesar de que la Santa Sede era reticente.

Exhumación

El pasado mes de junio, el gobierno que presidía Mariano Rajoy, del Partido Popular (derecha) perdió una moción de censura presentada por el Partido Socialista de Pedro Sánchez, a causa de una sentencia con condenas elevadas por corrupción en el “caso Gürtel” que implicaba a dirigentes del PP. Pedro Sánchez ganó con el apoyo de todos los grupos del Congreso (populistas de “Podemos”, independentistas catalanes y nacionalistas vascos), menos PP y Ciudadanos. Mariano Rajoy dejó la política.
Uno de los primeros anuncios del nuevo gobierno (todo él monocolor socialista) fue la exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos. La familia del dictador se opuso, y empezó a considerar su traslado a la catedral de la Virgen de la Almudena, de Madrid, como alternativa, pues la familia tiene sepultados a algunos miembros de los Franco, en particulares tumbas.
Con respecto a la exhumación, el gobierno no ha tenido oposición, ni en el Parlamento ni en la sociedad, ni tampoco en la Iglesia. Así lo ha manifestado el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. Tampoco se ha opuesto la Santa Sede.
Ante esta perspectiva, y temiendo que la catedral de la Almudena se convierta en un centro de peregrinación política de franquistas, han saltado las alarmas del gobierno, pidiendo “otro lugar”, aunque “digno”.
Con el fin de implicar a la Iglesia católica en la solución del problema, la vicepresidenta del gobierno socialista, Carmen Calvo, forzó una visita al Vaticano para obtener el apoyo para que Franco no recibiera sepultura en la catedral de Madrid.
Carmen Calvo se entrevistó con el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, para hablar sobre la tumba de Franco, sobre la fiscalidad de la Iglesia y sus propiedades en España. Al salir la vicepresidenta dijo que había llegado a un compromiso con el Vaticano sobre los restos de Franco. De manera inusual, la Santa Sede hizo pública una nota desmintiendo a la vicepresidenta y diciendo que no se opone a la exhumación de Franco, pero sobre el lugar de sepultura es un asunto que debe arreglar el gobierno español con la familia. O sea, ningún compromiso sobre el futuro de Franco.
Tanto en medios diplomáticos como políticos se criticó el resbalón del gobierno español al tratar este tema con el Vaticano, pues los restos de Franco en nada afectan a los acuerdos bilaterales firmados hace 37 años. Este acuerdo no existe porque desde el primer momento el gobierno anunció la exhumación de los restos de Franco –cuya tumba fue profanada hace unos días por un pintor– diciendo que lo haría “para julio o agosto”, en palabras del presidente Pedro Sánchez, apenas tomar posesión.
La decisión de la exhumación de los restos del dictador, han comentado medios y juristas, fue tomada precipitadamente, procurando un golpe de efecto para un gobierno recién estrenado después de una moción de censura. La legislación española es muy favorable a la familia en el caso de exhumación de restos mortales de familiares.
El gobierno español no quiere a Franco ni en el Valle de los Caídos ni en la catedral de la Almudena. ¿Dónde los quiere? En un lugar “digno” pero donde no se puedan celebrar manifestaciones ni exaltaciones, porque las Ley de Memoria Histórica prohíbe ensalzar en cualquier modo la dictadura franquista.
Cuando los españoles se olvidaban con el paso del tiempo dónde estaban los restos de Franco, ahora el franquismo parece haber resucitado, cuando ya son pocos los españoles que han vivido el franquismo, uno exaltándolo y otros denostándolo.

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