En
la conmemoración del aniversario del 1 de Octubre, en que en Catalunya se
celebró una votación ilegal alterada por la policía, siguieron los alborotos,
los disturbios, la kale borroka. Dicen que son CDR (Comités de Defensa de la República),
pero había abuelos, gente de la media edad y muchos estrudiantes gritando no ya
contra la policía española y España, sino también contra los mossos d’esquadra
que protagonizaron el domingo una carga policial --criticada por muchos—contra los
independentistas de los CDR.
El 1-O
no fue una jornada para recordar, ni para unos ni para otros. Hoy Catalunya
sigue teniendo el mismo marco legal que hace 10 años (Constitución y Estatut).
Es más -siempre en un mundo de paradojas—el gobierno catalán, al mando de Quim
Torra (ya no esconde que actúa en nombre de Carles Puigemont) pide al gobierno
de Madrid la celebración de un referéndum legal, acordado entre las partes. Si es
válida la votación del 1-O, ¿por qué se pide otro referéndum?
En realidad,
el 1-O sirvió para que los independentistas se contaran a sí mismos. Nadie
fuera de ellos dio validez a esa votación, ni siquiera los observadores
internacionales que asistieron al referéndum. La portavoz del Gobierno Sánchez
ha dicho que la actuación de la Policía y la Guardia Civil hace un año fue “un
error político”, al margen de si los heridos fueran tantos o cuantos.
Hoy
Torra se ha descolgado, en el acto oficial de “celebración” del 1-0, animando a
los CDR diciendo: “¡hacéis bien en apretar!”. Fue aplaudido por todo el
gobierno y por el presidente del Parlament. No vamos bien.
El
gobierno de Sánchez minimiza lo que ha pasado en Catalunya: cortes del Ave en
Tarragona y Girona; cortes en las vías de tren, en carreteras y autopistas,
gritos y jaleo ante la Bolsa, ante el Banco de España, ante “la Caixa”, etc.
Ante
esta situación, la oposición al gobierno (PP y Ciudadanos) pide que aplique el artículo
155 de la Constitución e intervenga la autonomía, el Parlamento catalán sigue sin
celebrar plenos, sigue cerrado al debate político a causa de que los presos y
fugados siguen teniendo acta de diputados. No hay plenos. No ha debate sobre la
política general, que se celebraba todos los años por estas fechas. Hay
reuniones de comisiones, pero no pasan de ahí sus dictámenes porque no pueden
ir al pleno.
Y mientras tanto Quim Torra solo
se dedica a soflamas y a celebraciones identitarias y de matiz soberanista.
¿Habrá presupuestos para el 2019? No se sabe.
Hay
poco que celebrar en Catalunya. Los independentistas ven que el gobierno de
Sánchez abrió un diálogo, pero no se ha convertido en hechos: los presos siguen
en la cárcel, los que se fueron al extranjero siguen ahí, y de referéndum
pactado, nada de nada.
Hasta Urkullu, presidente del País
Vasco, intervino en favor de un gesto para la excarceración de los presos ¿Han
de seguir estando en la cárcel provisional hasta el juicio? Muchos creen que
no, y el gobierno dice que es una decisión de los jueces. Total, una situación
de bloqueo. La situación no está para convertir en un estigma el 1-O.
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