Por
Salvador Aragonés
Periodista
y profesor emérito de la UIC
Carles Puigdemont, presidente de la
Generalitat, decide no convocar elecciones autonómicas, al no aceptar el
Gobierno las condiciones que ponía: inmunidad para él, para su gobierno y para
el mayor de los Mossos, Josep Lluis Trapero, y la libertad de los dos “Jordis”
en prisión preventiva.
Esquerra Republicana, liderada por Oriol
Junqueras no quiere ni oír hablar de elecciones ahora, porque tienen miedo a
perderlas y enviar a la papelera todo el “procés” hacia la independencia.
Puigdemont ha recobido como respuesta que el gobierno no tiene poder,
capacidad, para cambiar deciciones judiciales, porque es un Estado de Derecho.
En el debate parlamentario posterior a la
declaración de Puigdemont, solo Junts pel Sí y la CUP han apoyado a Puigdemont.
Los demás han pedido que convoque elecciones para salvar la autonomía.
A primera hora de la mañana el rumor que
circulaba era que Puigdemont había aceptado, contra viento y marea, una
convocatoria electoral. Dos veces se aplazó su comparecencia, mientras la bolsa
subía y los, manifestantes (estudiantes de ESO y Bachillerato, la gran mayoría)
gritaban las consignas de la CUP: “¡Puigdemont traidor!”, entre otras lindezas.
Yo miraba las caras de aquellos niños y niñas…
Finalmente, de elecciones nada, y
Puigdemont ha decidido ir por la senda de la confrontación y nadie sabe cómo
puede acabar todo. La oposición ha coincidido que Puigdemont ha perdido otra
gran oportunidad, que era convocar elecciones. Tampoco ha ido al Senado (Iceta
ha dicho que le acompañaba al Senado si mañana (hoy) quería ir), ni antes al
Congreso, ni a reunirse con los presidentes autonómicos, pero eso sí, da por
válido un referéndum que no tuvo ninguna garantía, reconocido incluso por los
observadores internacionales que él buscó.
LAS GRANDES MENTIRAS
El independentismo se ha sustentado hasta
ahora sobre dos grandes mentiras: no saldremos de Europa y no se irán las
empresas. Recuerdo a Artur Mas en sus mítines: “no quieren dar miedo. ¿Creéis
que nos echarán de Europa? ¡Nooooo! Y si soy ciudadano europeo, ¿cómo pueden
quitarme la ciudadanía?”. Fácil responder: se es ciudadano europeo en la medida
que eres ciudadano de un estado europeo.
Y la otra gran mentira de Artur Mas y sus
acólitos independentistas: “¿Os pensáis que en una Catalunya independiente se
irán las empresas? ¡Nooooo! Es más, harán cola para venir a instalarse en el
nuevo país”.
Los hechos son muy tozudos. Y la realidad
se impone. Como ha dicho hoy el líder socialista catalán, Miquel Iceta, en el
Parlament: “Somos un gran país con un pésimo gobierno”. E Inés Arrimadas ha
insistido en la fractura social, en “la herida social” que hay hoy en
Catalunya, con familias divididas, escuelas divididas, y un profundo malestar
general, con una pérdida económica tras la fuga de las grandes empresas, y con
ellas los talentos que se van a ir fuera.
Los independentistas no tienen capacidad
de autocrítica. Eso ya lo dice la prensa internacional, hasta ahora muy
controlada por el Govern de la Generalitat, como The Wall Street Journal y Le
Monde que en sendos editoriales han puesto a caldo al independentismo.
No sabemos si el viernes –hoy—el
Parlament declarará la independencia unilateral sobre un referéndum que nadie
en el mundo reconoce. En todo caso nadie va a reconocer a la república
catalana, nadie. Y la república nacerá sin proyecto político de futuro, sin
instituciones financieras, sin tribunales de justicia, fuera de Europa, sin
ejército y con una policía dividida. ¿Adónde irá?
Solo les quedaría el aparato de agitación
y propaganda que es la Corporació (TV-3, CatRadio y sus frecuencias).
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