La suerte está echada. No
esperaban que el Estado sacaría todos sus recursos para defenderse. Estaban muy
equivocados. Lo sacarán todo menos los tanques o la Guardia Civil desfilando
por la Diagonal de Barcelona. ¿Se puede ser tan ingenuo, tan parco en política
para no entender que a un Estado no se le rompe con triquiñuelas, escapatorias
y astucias?
El problema es que no
solo han fracasado Puigdemont, Junqueras, el PDECat y ERC: han hecho el ridículo
las instituciones catalanas, y han hecho un daño serio a los catalanes, o al
menos aquella parte que era guiada por el sentido común (el seny) y no por la rauxa.
¿Alguien se creía que
tumbar a un Estado era tan sencillo? ¿Alguien espera tumbar un Estado se hace
con ilegalidades, aprobando leyes que van contra las leyes fundamentales
propias, los reglamentos y los procedimientos? En democracia eso es
fundamental. Nadie va a salir con patente democrática si se salta la
Constitución del Estado, la propia, el reglamento de la Cámara, ningunear a la
oposición y los procedimientos. Nadie.
¿O es que el Estado no
tiene una experiencia larguísima de los 50 años de ETA y el intento del
secesionismo vasco a manos del presidente Juan José Ibarretxe? ¡Qué flaca memoria!
Los vascos tardarán muchos años en volver a repetir otro experimento.
Ahora van a haber muchas
movilizaciones. Esperemos que todo se quede ahí y no se llegue a más. Pero más
movilizaciones como las que hubo en el País Vasco lo veo muy difícil, y ETA y
el independentismo fueron derrotados y se impuso el sentido común.
A nadie le alegra lo que
está pasando en Catalunya y hay responsables en todas partes. Los catalanes que
tenemos unos responsables directos: los dirigentes de la Generalitat y las
instituciones catalanas. Ahora, tras los registros e incautaciones parece que
el Gobierno lo tenía todo atado y bien atado y decía y repetía que no iba a
haber referéndum. Lo sabía todo, y en Catalunya seguían jugando con tigres de
papel.
El Gobierno español, en
su actuación, no solo tiene a su favor a los principales partidos de las Cortes
Españolas (PP, PSOE y Ciudadanos) que suman más de los dos tercios de las
mismas, sino que además tiene el respaldo internacional, de las instituciones
internacionales, como la Unión Europea y todos sus gobiernos, los Estados
Unidos, la OTAN y América Latina (salvo Venezuela, pero esta es un verso
aparte).
No sé si los señores
Puigdemont y Junqueras --y también al señor Mas y al señor Pujol que apoyan
esta caótica situación—se han dado cuenta. El Estado ha tardado en reaccionar,
pero cuando lo ha hecho, en 48 horas ha desmontado el referéndum y ha hecho
perder millones y millones de euros a quienes han pagado los carteles, las
papeletas, las citaciones, etc. Faltan las urnas. Pero a estas alturas nadie
duda que el Estado sabe dónde están y no van a poder salir. No digo nada de la
señora Forcadell que se ha encontrado ahí, en este bollo, casi por casualidad, sin
darse cuenta, y del mismo modo va a salir.
Llevamos cinco años
mareando la perdiz con el “procés”, el soberanismo, el independentismo y
jugando al escondite. Una vez más, los políticos catalanes han demostrado que
la pasión les ciega la razón, como ya pasó en tiempos de la República, de la
Primera y de la Segunda República. Fracasaron los Macià y Companys, y han
fracasado ahora con Pujol, Mas, Puigdemont y Junqueras. Para jugar a política
hay que tener la cabeza fría, y cuando se va a una guerra (aunque sea
institucional) hay que conocer bien las armas con que cuenta el enemigo. Y aquí
se ha jugado a ciegas, engañando al personal una y otra vez.
Lástima que en este
tiempo, y lo digo con mucho pesar, se ha erosionado y no en pequeña medida la
convivencia en Catalunya, y tardaremos (tardarán nuestros hijos y nietos)
muchos años en recuperar esa convivencia que se vendía como el “oasis catalán”
hace unos pocos años. Habrá que desmontar todas las mentiras que se han
dicho –que suman millares—y reconstruir
el seny donde campeaba la rauxa. Ahora otros deberán hacer que los
platos que hemos roto no los paguemos a precio muy caro.
No hay más solución que
unas elecciones. Que voten de verdad los catalanes, no en un plebiscito ilegal
y falseado, sino en unas elecciones realmente libres donde todos puedan elegir
la formación política que más convenga para el futuro de este desaguisado que
entre todos hemos montado.
La separación de
Catalunya es mala para Catalunya, pero también lo es para España, y lo es para
Europa, porque rompe el Statu quo. ¿Dónde está la solución? En la negociación,
el acuerdo, el consenso, la concertación, pero con un gobierno catalán que no
esté “quemado” por su ilegalidad y en Madrid con los partidos
constitucionalistas: PP, PSOE y Ciudadanos.
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