Lo que está pasando en
Catalunya estos días es una revuelta. Ya no hay normalidad. No se sabe si
cobraremos de la Generalitat o del Gobierno central a final de mes. Los
pensionistas preocupados. Los Mossos no saben a quién obedecer y existen
amenazas para los que quieren colaborar con la Policía Nacional y la Guardia
Civil. Amenazas también contra los contrarios al referéndum con pintadas, en
las redes sociales, etc., contra ellos y sus familiares. Nada de eso es normal…
ni democrático. He de confesar que no esperaba otra cosa.
La prensa extranjera, los
periodistas anglosajones especialmente, se inclinan más por los “resistentes”
catalanes que por la legalidad democrática. Siempre ha sido así. El referéndum
ha fracasado, y ahora solo falta saber dónde se harán votaciones. Si son por internet pueden votar millones de
catalanes, pero eso no lo controla nadie. Y si se ponen urnas o puestos de
votación en pueblos, pueden generarse larguísimas colas, pero no será un
referéndum.
En Europa, no solo en
Bruselas sino en las cancillerías de los estados europeos, hay preocupación. No
quieren en absoluto que prospere el hecho de que un grupo independentista del
continente pueda celebrar un referéndum de autodeterminación y romper un estado
histórico. Todos los estados europeos, todos, tienen problemas territoriales, y
si se crea un precedente en España otros pueblos o regiones europeas podrán
seguir el mismo camino (hay unos 80). O sea que los estados europeos lo que
esperan es que el gobierno español resuelva el problema, naturalmente dentro de
la ley. De independizarse Catalunya –hipótesis imposible hoy—se rompería el
Statu quo, el equilibrio de los estados europeos al cambiar su dimensión.
¿A quién interesa romper
Europa? O dicho de otra manera ¿quién estaría interesado en la secesión de
Catalunya? Hoy solamente Rusia muy preocupada por la fuerza de la unidad europea
cuando quiere consolidar Crimea y Ucrania. Ahora los rusos hacen maniobras
militares muy cerca de las fronteras de la Unión Europea. ¿Por qué? Sobran
comentarios. Así que cada vez más circulan los rumores de que el
independentismo catalán está recibiendo bajo mano dinero de Rusia, aunque Putin
diga que respeta la integridad del Estado español.
Las verdades de Putin son escasas en política exterior.
Las verdades de Putin son escasas en política exterior.
Entonces nos metemos en
el escenario del 2-0. ¿Qué hará Puigdemont? ¿Va a decir que han votado tantos o
cuantos en un recuento que solo controla él y su gobierno? Diga lo que se diga,
la votación no tendrá ninguna legalidad, ninguna representatividad, ningún
control democrático y ninguna legitimidad, sino el resultado de un número de
votos ni contrastados, ni controlados, ni representativos.
¿Continuará con la espiral
del sinsentido? ¿Va a proclamar la República independiente de Catalunya? Es
capaz de hacerlo. Él ya se lo ha jugado todo, no tiene nada que perder.
Junqueras tampoco, porque lo van a dejar fuera de las contiendas electorales,
como dejaron fuera en su día a su amigo Arnaldo Otegui.
Para más jaleo, acaban de
salir 300 sacerdotes, religiosos y diáconos en apoyo a la “legitimidad evangélica”
del referéndum y piden que se vaya a votar. Representa algo más del 12 por
ciento del clero existente en Catalunya. O sea, pocos.
Sin embargo, el hecho
pone de manifiesto dos cosas: una parte del clero catalán sigue sin haber
digerido la doctrina del Concilio Vaticano II y las doctrinas que lo
desarrollan, que señalan que el sacerdote, en su ministerio, debe procurar la
unidad del pueblo y en consecuencia debe alejarse de banderías políticas que
dividen al pueblo. Aquí hay tan buenos cristianos en un lado que en el otro. Los
curas no están en la línea de sus obispos.
El clero ya se manifestó
por las calles de Barcelona contra su arzobispo Marcelo González, hace 50 años.
Es un clero levantisco –este 12 y pico por 100—bastante o muy clericalizado. ¡Qué duro es
morir el clericalismo en Catalunya! Viene de la época carlista, se rehízo en la
época franquista, y ahora mantiene su llama viva al lado del pujolismo y del
secesionismo. Este clero no ha conseguido aumentar la asistencia y práctica
religiosas del pueblo, sino que sigue disminuyendo. Quien aguanta la fe en
Catalunya son los nuevos movimientos laicales y religiosos que viven al margen
de la política. Eso ellos no lo entienden.
Y para terminar, sigo viendo
una gran anomalía en todo eso. Hoy día una Catalunya independiente no la quiere
nadie (salvo Venezuela). ¿Alguien puede pensar, con mente fría, que va a poder
existir hoy una Catalunya independiente? Me cuesta muchísimo creerlo. Entonces
¿a qué viene todo esto? ¿Para “reventar el Estado” como ha dicho un dirigente
del PDeCAT? ¿No sería mejor convocar elecciones?
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