El gobierno catalán, desde hace tiempo, busca provocar al
resto de los españoles, al Ejército, al Gobierno central, a las fuerzas de seguridad...
En Euskadi hicieron lo mismo y ahora solo ha quedado la herida profunda entre
los vascos difícil de cicatrizar. A medida que se acerca la fecha del 1-O, la
del referéndum de autodeterminación, la provocación sube y subirá de tono.
Ahora ya está anunciado –pero no publicado oficialmente,
porque nadie quiere firmar nada—la fecha y la pregunta del referéndum, y desde
el día 4 se anunció la Ley del Referéndum. Esta es una Ley presentada en un
teatro (al margen de las instituciones oficiales, por consejo de los juristas)
y sin ser publicada en el Boletín Oficial del Parlament (BOPC), es decir sin
que se haya enviado al Parlament.
Además, su texto es una aberración legal, porque por mayoría
simple del Parlament se salta y pasa por encima de otras normas aprobadas en
referéndum y con mayorías cualificadas como la Constitución y el Estatut
d’Autonomia. O sea, desprecia la jerarquía normativa necesaria en todo estado
de derecho.
Pero es más, el referéndum no se puede hacer por las
siguientes razones:
1.- No habrá fuerzas de seguridad, imprescindible en toda
consulta electoral.
2.- La Junta Electoral, o Sindicatura Electoral, está
formada toda ella por diputados y exponentes independentistas. No se puede ser
Juez y parte.
3.- Al no haber funcionarios, se hará por voluntarios, los
cuales son adictos al independentismo: la administración no será neutral.
4.- Se desconoce con qué censo se hará, pues el Censo
oficial español es del Estado, y si lo
han conseguido ha sido de forma ilegal o chapucera.
5.- La Comisión de Venecia dice claramente que las leyes del
referéndum han de ser conocidas al menos con un año antes de antelación (aquí
pasarán solo dos meses) y han de estar de acuerdo con el ordenamiento vigente
(ni hablar).
6.- Las Naciones Unidas no reconocen a Catalunya el derecho
de autodeterminación, de acuerdo con sus dictámenes jurídicos expuestos en
repetidas ocasiones.
7.- La inexistencia de una libertad de expresión, vulnerada
ésta cuando obliga a los medios de comunicación públicos y privados publicar la
campaña de la Generalitat.
8.- El escrutinio será realizado por personas adictas al
independentismo o muy cercanas a él, y por lo tanto sus resultados no son de
fiar, por muchos “observadores internacionales” que vengan.
9.- El secesionismo catalán causa fastidio a los estados
europeos, pues casi todos tienen problemas territoriales con posible
secesionismo, dada la complejidad de las fronteras europeas fruto de pactos
históricos no siempre pacíficos.
10.- Ni las Naciones Unidas, ni la Unión Europea, ni los
Estados Unidos apoyan el secesionismo catalán: solo lo apoyan --por rebajo de
la mesa-- Rusia e Israel.ç
De aquí al primero de octubre habrá nuevas sorpresas por las
dos partes. No todos los diputados de Junts pel Sí (del PDECat,
ex-convergentes) están por la labor. La defenestración fulminante del conceller
Jordi Baiget ha causado mucho malestar en el PDECat, partido que no acaba de
despegarse de Esquerra y, según las encuestas, es ya hoy el tercer partido
catalán, después de ERC y Ciudadano, con una carencia clara de liderazgo (Artur
Mas está fuera de juego para unas elecciones tras el juicio por el 9-N).
Baiget, un hombre independentista como el que más, organizador del referéndum
del 9-N, no dijo más que lo que piensan otros consellers: es casi imposible
hacer un referéndum en condiciones con la oposición del Estado.
Este frontal choque con el Estado (¿le gustará a Jordi
Pujol?) solo lleva a la frustración de los dos millones de catalanes (un 28 por
100 de la población) que creen firmemente que el referéndum se hará y que la
independencia está finalmente aquí, a la vuelta de la esquina. Esta frustración
puede acarrear consecuencias que hoy nadie puede predecir, pues el radicalismo
cada vez más extremo del gobierno catalán no puede llevar a nada beneficioso
para el pueblo.
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