El nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, se ha impuesto
con fuerza y autoridad en las elecciones legislativas francesas (segunda
vuelta) del domingo. En términos futbolísticos se dice que Macron ha ganado por
goleada.
De los 577 diputados que tiene la Asamblea Nacional o
Parlamento, Macron con su nuevo partido Republique
En Marche! ha conseguido 355. Los grandes perdedores han sido, en primer
lugar el Partido Socialista que con su giro a la izquierda ha perdido 253
diputados quedando ahora con 48, y el partido Republicano (derecha) ha perdido
97 diputados y se ha quedado con 128. Han ganado, pero poco, la extrema
izquierda (comunistas e insumisos) que se queda con 28 diputados (13 más) y la
extrema derecha de Marine Le Pen que ha ganado 6 escaños y se ha quedado con 8.
Un dato a destacar es la muy baja participación de los
electores en esta segunda vuelta, inferior al 45 por 100, por cansancio
electoral y porque el resultado ya estaba descontado. Es muy significativo que
el nuevo grupo parlamentario de Emmanuel Macron está formado principalmente por
jóvenes (47 años de edad media), por pequeños empresarios, profesionales y solo
121 han salido de las tradicionales altas escuelas de la Administración.
Otro dato es que los líderes de los principales partidos han
sido elegidos, incluido el ex primer ministro Manuel Valls, que abandonó el
Partido Socialista y recibió el apoyo de Macron.
El resultado electoral indica que Francia ha vencido a los
populismos, como dijo el primer ministro, Edouard Philippe: “Los franceses han
preferido la esperanza a la ira, el optimismo al pesimismo”.
Francia ha votado
también un “sí” a la Unión Europea, a su pertenencia a la Alianza Atlántica, al
cambio climático, a un nuevo modelo energético, y a mantener buenas relaciones
con Alemania. En otras palabras, Francia ahuyenta otro “bréxit” que se llamaría
“frexit” en el país galo.
A pesar del abultado resultado de Macron, su portavoz Christophe
Castaner, ha declarado que es una gran victoria, “pero no es un cheque en
blanco”. Esto es así por el sistema electoral francés a dos vueltas y
mayoritario, que no refleja el número de votos, pues con voto proporcional
Marine Le Pen hubiera obtenido 80 diputados.
Con esta Asamblea Nacional, el presidente Emmanuel Macron
deberá aplicar las reformas prometidas que tendrán como finalidad una
redistribución de los servicios sociales, mantener la reforma laboral tan
criticada por los sindicatos basada en la flexibilidad de la negociación a
nivel de empresa, y reducir el gasto público para bajar el endeudamiento de
Francia que hoy supera el 95 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB).
Los autónomos tendrán subsidio de desempleo. Se reducirán
las cotizaciones sociales de los empresarios especialmente para la creación de
empleo. El impuesto sobre el beneficio de las sociedades se pretende rebajar
del 33 al 25 por 100.
Entre las reformas anunciadas por Macron están también las
pensiones en que se eliminarán los regímenes especiales, considerados un
privilegio, de que gozaban entre otros los políticos. Macron quiere también reducir el impuesto
sobre la vivienda para que no lo paguen el 80 por ciento de los hogares:
“nosotros somos el partido de las clases medias y populares”, decía Macron.
Macron ha prometido inversiones del orden de los 50.000
millones para el cambio energético, contra el cambio climático y la renovación
del parque de viviendas hoy envejecido.
¿Sabrá Emanuel Macron cuadrar las cifras y los presupuestos
con sus promesas? Este es su reto en los próximos cinco años. Este hombre de 39
años, ex ministro de Economía del socialista François Hollande, ha inventado
casi desde cero un centro político amplio para enderezar Francia, enferma por
las políticas de la derecha y especialmente de la izquierda socialista.
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