El paseo con baño de multitudes (unos
40.000) que se ha dado Artur Mas, desde el Palau de la Generalitat hasta el
Palau de Justícia de Barcelona fue muy bien organizado, TV3 transmitió en
directo todo el recorrido, con anécdotas y emociones. Sobre todo emociones que
es lo que el independentismo mueve entre los catalanes. Los catalanes son maestros en coreografía, como han demostrado los recientes premio Goya.
Personalmente, me pareció ver una especie
de repetición, lejana en el tiempo, del “acompañamiento” que recibió Jordi
Pujol a pie desde el Parlament hasta el Palau de la Generalitat, el día que
recibió la querella por el “caso Banca Catalana”. La coreografía no fue tan
estudiada, pero las emociones eran mayores.
Esto no va a intimidar a los jueces que
van a actuar de acuerdo a la ley sobre “los hechos” que se están juzgando, y no
sobre las “ideas”, como quieren hacer ver Artur Mas y los suyos.
Algunos –o muchos—dicen que esto es
judicializar la política. La política tiene su propio cauce en el diálogo y el
entendimiento entre actores diversos que representan ideas e intereses también
diversos. Pero cuando la acción política se sale de sus cauces naturales y
vulnera la Ley, entonces ya no es política y han de actuar los tribunales. El problema catalán solo se puede resolver con política, pero si esta se sale de madre, para eso está la justicia
No voy a hacer, como han hecho algunos
medios, un juicio paralelo. No le corresponde al periodista hacerlo, sino
explicar al público lo que ocurre en un juicio, con conocimiento de lo que se
juzga. ¿Es este un juicio político? Tiene mucho de político, pero lo que se
juzga son hechos: el hecho de colocar urnas en la calle para celebrar un
referéndum que el Tribunal Constitucional
lo había declarado ilegal.
Los que vivimos aquel 9-N de 2015 en
Barcelona éramos claramente conscientes que había un desafío al Estado Español,
y un desafío al Tribunal Constitucional, por parte del gobierno de Artur Mas
que esperaba ganar la partida por astucia. También había otro desafío, el de
Artur Mas contra Oriol Junqueras (líder de Esquerra Republicana). Junqueras había
apostado a que Artur Mas no convocaría el referéndum y llegado el día no
pondría las urnas. Se equivocó. Con las urnas Artur Mas recibió la investidura
oficial de independentista, cosa que le discutían muchos de Esquerra
Republicana.
Me sorprende mucho que voces
independentistas pedían hasta hace pocos días que no se llegara a este juicio y se suspendiera como
“acto de buena voluntad” del Gobierno de cara a un diálogo con la Generalitat. Una
vez un procedimiento judicial está en marcha, no se puede parar. Una
interferencia del Gobierno en la acción de los jueces sería no solo
antidemocrática, sino contraria a la separación de poderes y al estado de
derecho. No creo que el ex juez y ex senador, Santi Vidal, hubiera propuesto
algo así. ¿Quieren construir un Estado pero no saben cómo funciona un Estado?
¿Y cómo va a terminar todo esto? En lo
que respecta al juicio, en mi opinión habrá una condena –al menos para Artur
Mas—de inhabilitación para cargo público. No se hubiera abierto juicio oral si
los jueces no hubieran visto que había indicios clarísimos.
Después habrá el juicio a Francesc Homs,
pero este es una pieza de caza menor. Queda otro juicio, que es a la presidenta
del Parlament, Carme Forcadell, líder en su día de la independentista ANC,
organizadora de todos los eventos independentistas de masas en los últimos
años.
Y después, el referéndum. Son muchos los
que dudan que habrá referéndum en septiembre o antes. Y muchos más los que
creen que si se hace será una chapuza.
Tras el referéndum habrá elecciones
“constituyentes” (¿?), según la hoja de ruta del “procés”. Tras cuatro años de
continua excitación se nota cansancio. La manifestación ayer ante el Palau de
Justícia ya evidenció este cansancio, pues había poca gente y fueron muchos los
que no quisieron ir y no pocos los decepcionados de todo el “procés”.
Hay quien cree que el llamado referéndum
será el canto del cisne del “procés” catalán hacia la independencia. Algo se
mueve en el subsuelo político catalán.
Comentarios
Publicar un comentario