El nuevo gobierno de Mariano Rajoy se puede ver de muchas
formas, según el color del cristal con el que se mira. Uno de los problemas urgentes
que hay que resolver es el territorial y ven concreto el desafío del Gobierno y
Parlament de Catalunya.
¿Cómo ven los catalanes el nuevo gobierno? En el mundo
independentista se ve “más de lo mismo” y por lo tanto con muy poca esperanza. Se
ha recibido con frialdad, a la espera de lo que va a hacer. Lo único que
interesa es celebrar el referéndum secesionista. Hace dos años, el día 9 de
noviembre de 2014, ya se celebró un conato de referéndum que nadie, y hoy ni
siquiera los independentistas, consideran válido. Estamos en las secuelas
judiciales de aquel tinglado. Hoy el independentista “El Punt-Avui” titula: “Nuevo gobierno, nada de nuevo”
En el mundo no independentista se espera de este gobierno
más diálogo, en lo autonómico y en las inversiones públicas, y que siga la
senda de la recuperación económica, abordando al mismo tiempo las pensiones y
un pacto nacional para la educación, así como una nueva financiación autonómica.
Para el mundo no independentista –más de la mitad de la
población—se espera que se inicie cuanto
antes el diálogo entre Gobierno y Generalitat, es decir entre Soraya Sáenz de
Santamaría y la Generalitat. Y sobre la mesa se pongan los 23 puntos que Artur
Mas entregó a Rajoy en 2014, o los 46 que Carles Puigdemont entregó el pasado
abril. ¿Referéndum? Al principio no es lo más urgente pues Puigdemont ha dicho
que lo convocará, sí o sí, en septiembre. Queda tiempo.
¿Cuántos de estos 46 temas podrán resolverse? Algunos de
forma inmediata, relativos a competencias de la Generalitat, en materias de
educación (anulación de las reválidas de la LOMCE, traspaso de becas, etc.), de
inversión pública (nuevos presupuestos para 2017) y algunas infraestructuras.
Otros deberán resolverse a medio plazo, como reforma del
sistema energético, nueva financiación autonómica (Catalunya quiere negociar
separadamente con el Gobierno), pensiones y nuevo pacto nacional de educación
(Catalunya dice que ya tiene el suyo), entre otros.
Y a más largo plazo, traspaso de puerto y aeropuertos,
financiación de la salud pública, redistribución del fondo de solidaridad,
modificaciones fiscales y crear un nuevo marco de encaje entre Catalunya y
España, entre otros. Y finalmente, algunos temas se dejarán sin resolver por
diversos motivos.
No se podrán resolver de golpe todos o la mayoría de los
asuntos pendientes, máxime cuando en España –en el Estado, dicen los
independentistas—se ha vivido un año sin gobierno.
La primera foto que esperan muchísimos catalanes es que se
sienten alrededor de una mesa representantes del gobierno central y de la
Generalitat.
El gobierno catalán querrá negociar desde una posición de fuerza,
utilizando como hasta ahora interpretaciones peculiares de la Constitución y
las leyes, amén de las movilizaciones populares. Con la vicepresidenta Soraya
Sáenz de Santamaría eso vale poco, siendo una jurista de formación.
Además, el
gobierno sabe que los actuales dirigentes de la Generalitat representan a menos
de la mitad de los catalanes. El hecho de sentarse a negociar será ya un primer
paso hacia el éxito final.
Es natural que en esta mesa de negociación del paquete
catalán –referéndum incluido—haya filtraciones interesadas, malentendidos,
tiras y aflojas. Será una batalla no solo puertas adentro, sino sobre todo de
cara a la opinión pública.
DOLORS MONTSERRAT
En cuanto a la nueva ministra catalana, Dolors Montserrat,
hija de la que fue diputada y portavoz del PP en el Parlament del mismo nombre,
se ha destacado aquí el poco feeling
o entendimiento que tiene la ministra con el equipo del PP catalán. Tanto con
Alicia Sánchez-Camacho y Xavier García Albiol, como con los patriarcas de este
partido en Catalunya, los hermanos Jorge y Alberto Fernández Díaz.
Algo tendrá que pasar en el PP catalán para que levante
cabeza. Ya hay quien habla de un pacto o fusión con Ciudadanos, partido que se
comió gran parte de los votos del PP y también del PSC del Baix Llobregat por
su talante en defensa de la unión de Catalunya con España. Es pronto todavía.
Nota: ante el desacato a la Justicia –no se presentó a dos
citaciones el Juez y alardeó de ello—ha sido detenida la alcaldesa de Berga,
que milita en la CUP, movimiento antisistema e independentista.
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