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El referéndum catalán y el acercamiento de los independentistas hacia CSQP y al socialismo


No por esperado es menos noticia que el Parlament de Catalunya aprobara una resolución, o mejor dicho dos, para la celebración de un referéndum: la primera pide un referéndum sobre la autodeterminación de Catalunya , en septiembre próximo, con el voto a favor de Junts pel Sí (JS) y los antisistema de la CUP, con la abstención de Catalunya sí que es Pot (CSQP), la franquicia de Podemos catalana; la segunda era un referéndum a condición de que la Unión Europea lo aceptara, votado por JS y CSQP, con la abstención de la CUP.

El dato significativo es la incorporación de la formación CSQP no a la petición de un referéndum “pactado”, que siempre lo ha defendido, sino a su abstención a un referéndum unilateral. También se ha hablado de un acuerdo entre los socialistas catalanes –acérrimos defensores de Pedro Sánchez—y los independentistas CDC y ERC (los dos forman el grupo parlamentario JS) para que el ex líder socialista, Pedro Sánchez, pudiera tener un gobierno alternativo al del PP.

En Catalunya, los socialistas del PSC nunca han tenido claro si deben defender el nacionalismo o un obrerismo de guante blanco poco o nada nacionalista. Pero como ha sido un partido de gobierno en Catalunya se aferra más a soluciones legales, aunque siempre buscando la hegemonía de la izquierda y derrotar al nacionalismo en las urnas (el tripartido).

Hace tan solo seis años que el PSOE y el PSC controlaban más del 90 por ciento de los presupuestos públicos en Catalunya, puesto que gobernaban en Madrid, en Catalunya, en los mayores ayuntamientos como Barcelona y su cinturón, y la potente Diputación de Barcelona. Todo esto se ha hundido. El vigoroso apoyo a Pedro Sánchez, con el extravagante grito de Miquel Iceta (“¡por Dios, Pedro, sácanos a Rajoy y al PP de la Moncloa!”), no sabemos si es lo mejor para el PSC, que nunca ha roto con el PSOE, pese a haber votado alguna vez de modo distinto en el Congreso de los Diputados sobre temas catalanes.

Volviendo al referéndum, este no tiene base legal, como ha dicho el Tribunal Constitucional. Lo saben todos. Pero la mayoría del Parlamento catalán (Junts pel Sí y los antisistema de la CUP) han dicho que no acatarán a este tribunal, ciertamente desacreditado en la época de Rodríguez Zapatero. Y lo están demostrando un día tras otro. Y no solo esto, sino que sus dirigentes han dicho que volverían a hacer lo mismo (referéndum del 9-N o resolución parlamentaria de desconexión de España).

Esta situación, con un año sin gobierno en Madrid, sigue adelante sin que haya capacidad política de negociación con los independentistas por la falta de una mayoría parlamentaria en Madrid. De aquí a fin de año, el Parlament de Catalunya ya ha anunciado que aprobará las llamadas “leyes de desconexión”, que naturalmente serán consideradas contrarias a la Constitución española.

Ahora, los medios de comunicación de la Generalitat (radio y TV) y los que hacen seguidismo del gobierno y del independentismo, ya están preparando los mensajes a lanzar al público. Espero que no atosiguen tanto como en el anterior referéndum.

En este momento, el problema más importante que tiene delante el gobierno catalán de Carles Puigdemont es la aprobación de un presupuesto de la Generalitat para el año 2017.Este año 2016 la Generalitat tiene unos presupuestos prorrogados de 2015, y no puede prorrogar ya otros presupuestos.
Para el presupuesto, Puigdemont confía en tener mayorías alternativas, con el voto a favor o la abstención de CSQP o incluso el PSC en determinadas partidas de tipo social. Aquí el escollo más importante estará en el aspecto fiscal: la izquierda extrema quiere mayor presión fiscal de la que ya propone el gobierno. Se oponen a tal subida los diputados de Convergència o Partit Demòcrata  Català) de Junts pel Sí.

De todas formas, si Puigdemont ha decidido –así lo anunció-- crear 7.000 funcionarios más en Catalunya y subir el salario mínimo a 1.000 euros, de algún sitio tendrán que salir los dineros, cuando la administración catalana está endeudada hasta el cuello.

Y mientras tanto, en Madrid el PSOE deshojando la margarita. Vivimos en un mundo de cambios, pues hablando de referéndums, la organización de los Premios Nobel de Noruega acaba de conceder el de la Paz a quien perdió el referéndum en Colombia, su presidente Juan Manuel Santos, que negoció una paz rechazada después por la mayoría (exigua) de la población (¿hay que perder un referéndum para ganar un Nobel).


Nos queda por ver cómo quedará el mapa político europeo al terminar el año próximo tras las elecciones en Francia, Alemania y otros países del viejo continente, y con la aplicación del Bréxit británico.

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