El burkini ha levantado fuertes polémicas en Europa ¿Es un bañador que libera o esclaviza a la mujer?
Este verano 2016 comenzó con la celebración del 70
aniversario de la creación del bikini (el traje de bajo más común entre las
mujeres en Europa) y termina con una
gran polémica por el uso del traje de baño musulmán, el burkini, que cubre
todo el cuerpo de la mujer a excepción de la cara, las manos y los pies.
El burkini en realidad no
es un traje de baño usado en los países islámicos, sino que fue creado en
Australia por la diseñadora Aheda Zanetti, de origen libanés. Empezó a usarse
en Australia, pero su mayor éxito ha
alcanzado es en Europa, donde es usado por las musulmanas que quieren
mantener su cuerpo al reparo de las miradas insidiosas de los hombres.
“Es un bañador para
la mujer recatada”, asegura Aynaya Bakkali,
de 23 años, quien añade que no solo cubre de las miradas, sino también del sol
excesivo en las playas. Si usa este bañador se siente más libre, añade. A la
mujer que viene del desierto y del mucho calor no busca el sol de la playa.
La caza de las mujeres con burkini lo encabeza Francia, país
laico por excelencia, cuyo presidente del Gobierno, Manuel Valls, declaró que “el burkini no es compatible con los valores
de Francia”. Alcaldes de la derecha y de la izquierda han prohibido el burkini
en sus playas.
El burkini, decíamos,
no es utilizado en las playas de los países islámicos, porque está
prohibido que la mujer se bañe en lugares públicos. Debe hacerlo en lugares
privados, only women, y se baña con trajes
de baño normales.
Este verano se han
vendido decenas de millares de burkinis, en Europa, popularizados también por
las grandes marcas, como Marcks & Spencer, H&M, Zara y Mango. A mitad
de agosto estaban de rebajas, pero el precio habitual es sobre los 60 euros (70
dólares). El burkini está elaborado con los mismos productos que los trajes de
baño.
La profusión de
ventas en Europa ha alarmado a las feministas, porque si las musulmanas son “recatadas” con el burkini, ¿qué serán las que
llevan bikini? Entre las feministas, el escándalo mayúsculo lo ha causado
la popular presentadora británica, Nigella Lawson, que ha decidido vestir un burkini en sus vacaciones “para
protegerse del sol”. Si las presentadoras, o las famosas,
especialmente las de
piel más fina, las más rubias y las que han visto poco sol en su vida, usan el
burkini, entonces esta prenda dejará de ser un símbolo de la mujer musulmana y empezará
a sustituir el bikini o el extendido top
less, que por lo visto es lo preferido por las feministas.
Si el burkini o sus sucedáneos, se ponen de moda podría
afectar, han escrito algunos, a los “valores de occidente” que quieren ver a la
mujer con casi nada de ropa en las playas: conviene preservar al occidente de
la islamización, dicen. Lo cierto es que
el burkini no es una prenda “religiosa”, ni mucho menos, y por eso –con las variedades que la moda
invente—podrán usarlo mujeres que no son musulmanas, tal vez para desafiar
“los valores del occidente capitalista”.
La moda es muy
caprichosa, y hay quienes piensan ya convertir el burkini en una prenda
evolucionada que estilice más el cuerpo de la mujer, aunque sin taparlo tanto.
Porque en realidad la polémica no es tanto burkini sí o burkini no, sino en
aceptar o no costumbres islámicas. O como en Francia donde dicen: el burkini no
es laico (¡pero tampoco es religioso!).
El burkini –palabra compuesta por la unión de los vocablos
burka y bikini—para unas es una prenda
de vestir que les da libertad y para otras representa la sumisión de la mujer y
el Islam. La polémica no acabará este verano. Vivimos en una sociedad de grandes
cambios en todos los sentidos. También en los vestidos de baño.
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