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Las 5 claves para una siesta perfecta


La siesta tiene una larguísima tradición en la cultura occidental. La siesta en realidad fue inventada por los romanos, que tenían pautado el día en grupos horarios de tres horas: la prima, la tercia, la sexta, la nona, etc.

La sexta era la hora del mediodía que empezaba a las 12:00 y terminaba a las 15:00. Era también la hora del almuerzo, en que se paraba de trabajar para reponer fuerzas con la comida y un pequeño descanso. A este descanso se le empezó a llamar “la sexta”, palabra que derivó en “la siesta”.

La siesta es una de las palabras españolas más universales.Todos los idiomas, prácticamente, utilizan esta palabra para indicar el periodo de sueño breve (entre 15 y 30 minutos) después de la comida del mediodía.

En verano este breve sueño es muy reparador, a causa del calor al que se une el estrés del trabajo.

La palabra siesta -con esta misma pronunciación aunque con los signos de cada lengua- se usa en inglés, francés, ruso, italiano, polaco, húngaro, checo, finésy así sucesivamente. También en Japón han analizado los beneficios que produce la siesta.

En muchos sitios se le llama “la siesta del fraile”, que es en realidad el descanso de los frailes después de la comida a la hora sexta.

En los monasterios la vida está muy regulada y ha permanecido la división del tiempo de la época de los romanos, que con el cristianismo se hizo “canónica”.

Entre estas órdenes religiosas primitivas se encuentra la de san Benito Abad, fundador de los benedictinos. La Regla de san Benito previene a los monjes del mucho calor en las horas centrales del día (Reglas 40 y 41).

También está “la siesta del carnero”, que es la cabezadita antes de las comidas.
¿Es buena la siesta?
En medicina y psicología en general se aconseja la siesta, pero hay también quien no la aconseja del todo. Hay cinco claves para hacer una buena siesta.

1. Que lo necesite la persona. Hay personas que duermen bien por la noche y no necesitan la siesta. Sin embargo, si la comida del mediodía es un poco abundante, la misma digestión llevará a la siesta. También ocurre cuando se ha hecho un trabajo duro, como los trabajos del campo, albañilería, carga y descarga, deportes, etc.

“Una privación de sueño se controla durmiendo siesta. La gente siente que duerme, despierta refrescado y sigue el día con mejores condiciones de productividad“, comenta a BBC Mundo Julia Santín, directora del Centro del Sueño de la Red de Salud de la Universidad Católica de Chile.

Y lo que es bueno para el cuerpo lo es también para el espíritu.
Pero si a una persona le cuesta desvelarse, y después de la siesta tarda más de 15 minutos en ponerse en forma y se pone de malhumor, mejor no hacer la siesta.

2.- La siesta ha de hacerse en un lugar y posición cómodos. No se descansa bien cuando la posición del cuerpo de la persona está torcido, o en posiciones incómodas. Es malo quedarse dormido en cualquier parte o encima del teclado del ordenador.

3.- El tiempo de la siesta no debería superar la media hora. La Fundación Nacional del Sueño de EE.UU. recomienda una siesta de 20 a 30 minutos “para mejorar el estado de alerta y el rendimiento sin quedar aturdido o que interfiera con el sueño nocturno”.

Según la NASA, mejor no superar los 26 minutos. Investigadores en Australia descubrieron que una mini siesta de 10 minutos era suficiente para recuperarse de una noche con falta de sueño.
Todo depende del lugar, del clima, de la estación del año y del cuerpo de cada persona.

4.- No pensar que la siesta lo repara todo. Quien cree que a siesta repara o restaura “todas” las energías, se equivoca. La BBC cita a la doctora Sandra C. Mednick, autora del libro Toma una siesta, cambia tu vida, que afirma que dormir la siesta puede restaurar la sensibilidad de sentidos tan diversos como la vista, el oído y el gusto. Pero Santín asegura que estas no son propiedades características de la siesta.

Sin embargo, la siesta afecta al mejor humor de las personas por lo general. Sin embargo, en algunas profesiones se aconseja una taza de cafépara despejar un poco la mente.

5.- Debe complementar el sueño nocturno, pero no reemplazarlo. Hay personas que sufren insomnio nocturno y piensan que este podrá solventarse con una siesta. Están en un error.
Según Santín, un adulto debería dormir entre siete u ocho horas diarias por la noche, y los adolescentes nueve.

Por desgracia, y debido muchas veces a la programación de la televisión o actividades con pantallas, se duerme solamente entre 5 y 6 horas diarias, lo cual es insuficiente para el cuerpo y esta falta de horas de dormir no la repara una siesta, y además crea irritabilidad en las personas.

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