Las elecciones han desmentido las encuestas, sobre todo a
pie de urna: el PP gana claramente las elecciones a costa de Ciudadanos, no ha
habido “sorpasso” de Podemos al PSOE,
y los socialistas ceden otros cuatro escaños, mientras que Podemos sufre una
delicada inflexión y no rentabiliza su alianza con Izquierda Unida.
Podemos no
podrá hacer gobierno con el PSOE, ni el PSOE con Podemos: las “fuerzas
progresistas del cambio” han tenido un retroceso, en favor del partido conservador, el PP.
Nada que objetar con una participación rayana al 70 por ciento.
Este es el resultado. Gustará o no gustará, pero el
electorado ha dicho que hay que pactar y hay que formar un gobierno liderado
por el Partido Popular, con Mariano Rajoy al frente. Las fórmulas de cómo será
este gobierno no lo han dicho los electores, pero es cierto que han castigado a
Ciudadanos por el pacto con el PSOE, y también al PSOE que ha sacado el peor
resultado de su historia, nuevamente. La silla de Pedro Sánchez no está sólida
y se acerca un Congreso. Ha salvado, eso sí, el “sorpasso”.
Los resultados electorales del 26-J evidencian que el PP ha
ganado en todas las comunidades autónomas, menos, como es tradicional, en
Catalunya y el País Vasco, donde curiosamente ha continuado ganando Podemos, al
igual que el pasado 20 de diciembre. La promesa de los referéndums ha tenido su
efecto, pero no le han seguido en el resto de España. El voto está muy distribuido por toda la geografía.
Un dato preocupante es que el Partido Socialista no ha
ganado en ninguna autonomía, lo cual pone de relieve su debilidad, pues incluso
en Andalucía ha ganado en votos el PP. Sin embargo, ha funcionado en el PSOE el
llamamiento al voto socialista de siempre. ¿Mantendrá Sánchez el pacto con
Ciudadanos, parapetándose contra la presidencia de Rajoy? Pero el resultado ha
reforzado a Rajoy.
Por su parte, el PP ha sabido comunicar bien al electorado que
en los momentos difíciles en los que vive Europa y el mundo, así como nuestra
economía, lo mejor era un gobierno “de fiar” y no inventos nuevos, como podrían
ser Podemos e incluso Ciudadanos. Es curioso que en Catalunya el PP ha ganado
un diputado, a pesar del escándalo del ministro Fernández Díaz, cabeza de lista
por Barcelona. El Bréxit inglés
también habrá influido, pero poco.
Ciudadanos ha puesto de relieve su debilidad de fondo. Tras
quedar como segundo partido en las pasadas elecciones catalanas, esta vez se
queda en sexto lugar, el último con representación parlamentaria, con lo que
demuestra que es un partido de “aluvión” formado sobre la base de los cálculos
de marketing y para castigar los desmadres de corrupción del PP.
En cuanto al soberanismo catalán, se ha debilitado un poco,
alcanzando apenas un tercio de los votantes. Aquí se ha registrado un trasvase
de votos (no de escaños) de Convergència Democràtica a Esquerra Republicana.
Esto ocurre en cada elección. El escándalo del ministro del Interior, Fernández
Díaz, ha avivado el voto soberanista al final de la campaña, que estaba un
tanto dormido. El voto soberanista, sin embargo, se concentra en Girona y
Lleida. Y esto es muy insuficiente.
¿Qué gobierno puede salir? Evidentemente no ha funcionado la
campaña del PSOE y Ciudadanos de “vamos a echar a Rajoy”, y ahora tendrán que
pactar con él y con menos escaños y votos, es decir desde una posición de más
débil.
Los gobiernos pueden ser de tres tipos:
1.- Un gobierno en minoría de Rajoy con la abstención de C,s
y PSOE, en un pacto de legislatura. Esto no conviene a España que necesita un
gobierno fuerte reformar sus instituciones.
2.- Un gobierno PP-Ciudadanos, con abstención del PSOE, en
un pacto de legislatura.
3.- Gran coalición PP-PSOE, con Ciudadanos.
Para las reformas institucionales se necesitará ahora más
que antes el voto del PP porque además tiene mayoría absoluta en el Senado de
nuevo.
Como siempre se ha dicho, la encuesta válida es la que se da
en las urnas.
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