En el mundo mundial ya no se habla de otra cosa que del
“Brexit”: ¿saldrá o no el Reino Unido de la Unión Europea? Este es el tema de
mayor interés hoy de la agenda internacional. Tanto los que están a favor como
los que están en contra tocan las fibras más sensibles de los británicos.
David Cameron hasta
fue a Gibraltar, donde no tenía que convencer a nadie –porque están todos
convencidos de que no hay que salir de Europa—sino para decir a los británicos
que Gibraltar tiene más peligro de ser español con una salida de la UE. Fue a
tocar la vena nacionalista inglesa y, de paso, volver a abrir la herida a los
españoles.
En este artículo no quiero perder un minuto en decir si es
bueno o no que el Reino Unido debe continuar en la Unión –que creo que sí—sino
en analizar críticamente la política de David Cameron, único responsable de
habernos llevado hasta aquí.
La falta de liderazgo
de David Cameron en el Partido Conservador británico ha sido causa de algunas
convulsiones internacionales que nos han llevado hasta las puertas del 23 de
junio ante una incertidumbre monumental. Cameron no sabe cómo resolver los
problemas de su país ni los problemas de su partido. Cuando tiene un problema
gordo lo arregla con un referéndum. Cameron ha creado y crea una gran confusión
en el mundo porque él mismo está cconfuso.
Así ocurrió con el caso escocés.
Acordó un referéndum para Escocia obligando al Partido Laborista a emplearse a
fondo para ganar el referéndum, y además contó con el apoyo de la Unión
Europea, de los Estados Unidos, y de modo particular de Alemania, Francia y
España. Es decir que para ganar este referéndum a Cameron no le importó remover
toda la influencia internacional de Gran Bretaña para conseguir su objetivo. Lo
consiguió.
Después tuvo un problema interno
en su partido, con los llamados euroescépticos, impregnados de nacionalismo y
de añoranza del Imperio Británico utilizando
el ritornello que sin Europa vivíamos mejor.
El poco afecto británico a Europa
ha hecho que todos los problemas del Reino Unido venían de su pertenencia a
Europa. Las inmigraciones, el terrorismo, los excesivos impuestos (que alimentan
las estructuras burocráticas inútiles de Bruselas), y el pánico que Europa
llegue a ser una federación de estados, etc.
No dicen lo que reciben, como muchos fondos europeos para ayudar a la
investigación puntera que tiene, ni el amplio mercado europeo, etc.
Cameron negoció en febrero con el
Consejo y la Comisión europeas, con Donald
Tusk y con Jean-Claude Juncker y también con Angela Merkel y François Hollande, obteniendo unas ventajas de las
que no goza ningún otro estado europeo: control de los inmigrantes
comunitarios, limitar los derechos sociales para los inmigrantes comunitarios y
vetar decisiones económicas y financieras adoptadas por la UE si no gustan a
Gran Bretaña, entre otras cosas. Cameron
llevó las negociaciones al límite y su amenaza era que sin un acuerdo
satisfactorio pediría el voto a favor del “Brexit”. Los europeos de toda la
vida saben muy bien que el Reino Unido no quiere una Europa política, sino solo
para sacar ventajas económicas.
Satisfecho Cameron ahora pide de
nuevo que todas las potencias económicas, al gran poder de la City, a todos los
gobiernos occidentales, la Troika, hasta China, a las religiones, a todos, que apoyen
que Gran Bretaña no se vaya de la UE. La economía mundial se está resintiendo,
las bolsas son cada vez más volátiles a medida que nos acercamos al 23-J, la
fecha del referéndum.
Mientras, en Gran Bretaña ha sido asesinada una joven diputada
laborista, Jo Cox, por un loco. ¿Habría ocurrido lo mismo sin referéndum?
¿Salvará el referéndum la muerte de Jo?
Una cosa positiva que ha conseguido
David Cameron es que la izquierda europea apoye a Europa. Y es que si la
derecha británica no quiere a Europa, es que Europa debe ser algo bueno; si la
derecha británica no quiere el euro, señal que el euro debe ser bueno. ¿Qué
pasaría si el euro y la pertenencia a Europa se pusieran a referéndum en
Chequia, Polonia o Hungría? Probablemente saldrían de Europa. Cameron ha
indicado el camino: el referéndum. No todo se puede poner en referéndum, cuando
las pasiones y las filias y fobias intervienen más que la razón.
El gran Jacques Delors, una referencia del europeísmo,
criticó que Gran Bretaña sea miembro de la Unión Europea “a la carta”, sin
compartir con los demás estados las
mismas obligaciones y sin querer profundizar en ser más Europa. El Reino Unido
solo busca ventajas económicas en Europa porque nunca ha sido europeo de
verdad. He aquí dos frases: “Cada vez que Reino Unido tenga que decidir entre
Europa y el mar abierto, decidirá el mar abierto” (Winston Churchill, 1944). “Dios separó a Gran Bretaña de la Europa
continental (por el canal de la Mancha) y fue por alguna razón” (Margaret Thatcher, 1999).
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