Con un gran alivio ha sido acogida en la capital catalana la
decisión del juzgado de Madrid que ha anulado la prohibición de que las
banderas “estelades”, que simbolizan
el independentismo catalán, podrán entrar en el partido de la final de la Copa
del Rey.
Un gran revuelo había causado la prohibición de las banderas
“estelades” porque en realidad hay un vacío que no ha cubierto la Federación
Española de Fútbol que es la responsable de organizar la competición de la Copa
del Rey, y por tanto la responsable de no tener resueltos estos temas.
En su lugar tuvo que salir la Delegada del Gobierno, Concepción
Dancausa, la cual con una intervención para nada feliz prohibió las “estelades”, diciendo que son “ilegales”,
cuando no lo son; son alegales. El mundo independentista catalán se había
rebotado de tal manera que había hecho ya inventos para que la “estelada” estuviera en el Manzanares. La
decisión de la Delegada del Gobierno no había gustado a nadie, ¡ni al PP!, en
Barcelona.
¿Por qué el responsable es la Federación Española de Fútbol?
Simplemente porque es la que establece la reglamentación de todas las
competiciones oficiales de fútbol españolas. La UEFA (Unión Europa de
Federaciones de Fútbol) ha sido mucho más diligente: a la que han salido brotes
politizantes o ridiculizantes en su principal competición que es la Champions
League, ha cortado por lo sano.
Dice el artículo 16, 2, e), del reglamento de la UEFA: queda
prohibido “el uso de gestos, palabras, objetos o cualquier otro medio para
transmitir cualquier mensaje que no es adecuado para un evento deportivo, en
particular los mensajes que son de carácter político, ideológico, religioso,
ofensivo o de naturaleza provocativa”. ¿Quién
es el responsable para la UEFA? El club.
La UEFA consideró no adecuado la proliferación de “estelades” y los gritos de “Independència!” en el campeonato de la
Champions. Multó al F.C. Barcelona y envió tres delegados al Camp Nou para que
certificaran y filmaran la actitud de los aficionados en el partido entre el
Barça y el BATE, en la liguilla de la Champions. Allí los tres delegados también
registraron una extraordinaria pitada al himno de la Champions por parte de los
seguidores barcelonistas por haber prohibido la UEFA el uso de “estelades” en la final de la Champions de
Berlín el año pasado.
En noviembre, después de estos hechos, la UEFA reforma el
reglamento y prohíbe pitadas tanto a los himnos nacionales como al himno de la
Champions League, para preservar el carácter deportivo del evento. El F.C.
Barcelona fue multado. Muchos independentistas dijeron que la UEFA se iba a
“tragar” sus sanciones y sus reglamentos, porque era una manifestación de “libertad
de expresión”.
Lo cierto es que hoy las “estelades”
y las pitadas prácticamente han desaparecido del Camp Nou en la competición de
la Champions. Sin embargo, en una competición como la Copa del Rey todo sigue
igual que en la gran pitada que hubo el año pasado ¿Hará o dirá algo la FEF?
En el fútbol europeo la normativa general, en materia de
responsabilidades y sanciones, debería ser igual para todas las federaciones y países.
Resulta muy curioso que en una competición europea no se pueden silbar los
himnos ni agitar banderas de carácter político y en España sí, porque existe un
vacío legal al respecto.
La enorme pitada que se hizo al Rey y al himno español en la
final de la Copa del Rey hace un año debería haber servido para aprender la
lección y establecer una normativa donde brille el deporte en lugar de la
política. Sin embargo, la FEF ha pasado un año dormida en los laureles.
Al final, lo que debía haber hecho la Federación Española lo
tuvo que suplir un decreto de la Delegada del Gobierno, Concepción Dancausa,
con muy poco tino, jurídico y político.
La UEFA establece que la responsabilidad primera del orden y
buen desarrollo de una competición “antes, durante y después del partido” es de
los clubes que organizan los partidos, dice su reglamento. Aquí, el único
responsable parece que sea el Gobierno, mientras que la Federación Española de
Fútbol se encarga solo de cobrar los derechos televisivos. Algo tiene que
cambiar. El deporte y la política son dos actividades distintas, y los dos
crean pasiones a veces irracionales.
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